El presidente de Rusia, Vladimir Putin, firmó un decreto para hacerse cargo total del proyecto de gas y petróleo Sakhalin-2, ubicado en el extremo oriente de dicho país, decidido a imponerse en la guerra económica que lo enfrenta con Occidente.
Es la primera vez que el líder ruso expropia un proyecto multinacional de energía fósil desde que lanzó su invasión a Ucrania el 24 de febrero pasado. Sin embargo, no es una táctica nueva, considerando que Putin ha utilizado la presión sobre las empresas extranjeras de gas y petróleo a lo largo de sus 23 años en el poder, con el fin de utilizar sus capitales y tecnologías, evitando que el Estado pierda el control.
La noticia encendió las alarmas, ya que Sakhalin II representa casi el 4% de la producción mundial de gas natural licuado (GNL). "La medida es una de las respuestas más drásticas del Kremlin hasta ahora a la huida de empresas occidentales de Rusia tras la invasión de Ucrania por parte del país a finales de febrero", constató The Wall Street Journal.
"El decreto ruso expropia las participaciones extranjeras de Sakhalin Energy Investment Company, marcando una nueva escalada en las tensiones actuales", aseguró Lucy Cullen, principal analista del grupo de investigación y asesoramiento Wood Mackenzie (WoodMaxc).
En concreto, la resolución crea una nueva empresa que debe apoderarse de los derechos y obligaciones del proyecto, en la cual la europea Shell y dos sociedades comerciales japoneses, Mitsui & Co. y Mitsubishi Corp poseen cerca del 50%, mientras que la mitad restante, más una acción, ya estaban en poder de la empresa estatal rsa Gazprom.
Cabe mencionar que los las firmas se vieron obligadas a vender parte de las acciones a la estatal rusa en 2007, tras una intensa campaña de presión, que incluyó acusaciones de violación de numerosas reglas medioambientales.
Al respecto, el gigante petrolero Shell señaló "estamos al tanto del decreto y estamos evaluando sus implicancias". La compañía informó en febrero que vendería sus inversiones en Rusia debido al conflicto bélico, incluida la instalación insignia de Sakhalin-2, pero ahora, tras la acción del Kremlin, el resto de los accionistas que quieran participar del proyecto deberán solicitar al Gobierno ruso una participación en la nueva empresa en el plazo de un mes.
Es decir, cuenta con la prerrogativa de concederla o no.
En este último caso, el Kremlin venderá esas participaciones. Lo recaudado "podrá ser destinado a los ex socios o utilizado para saldar daños no especificados", afirma el texto.
El gran riesgo que existe, según especialistas, apunta a que la decisión de Putin podría desestabilizar el mercado de GNL y complicar la situación de muchas firmas occidentales, aún cuando Moscú haya declarado que no existe razón alguna para detener las entregas de gas licuado que parten desde Sakhalin-2.
Con todo, pareciera ser que el objetivo de Putin es, en efecto continuar enviando gas y petróleo a Japón y otros países de la región. "Sakhalin-2 puede seguir funcionando con su nuevo propietario. Pero careciendo de un operador líder en el mercado del GNL como Shell, Gazprom tendrá serias dificultades en el largo plazo", sostuvo el experto francés Francis Perrin, en entrevista con La Nación.
La decisión del Kremlin preocupa principalmente en Japón, país que recibe cerca del 8% del gas licuado que producen dichas instalaciones. Después de la catástrofe de Fukushima en 2011, Tokio decidió utilizar el gas licuado para remplazar sus plantas nucleares. Hoy, un tercio de la electricidad japonesa proviene del GNL.