La autorización para entregar ayuda a la población siria desde Turquía rige desde 2014 y vence este domingo.
AP
Rusia vetó este viernes, en el Consejo de Seguridad de la ONU, un proyecto de resolución para extender por un año más la autorización para entregar ayuda humanitaria desde Turquía al último bastión opositor en Siria, que está bajo el control de grupos yihadistas y rebeldes.
Dicha autorización –que rige desde 2014 y vence el domingo– permite la entrega de asistencia por el cruce fronterizo de Bab al Hawa, bajo la supervisión de Naciones Unidas. De esta ayuda dependen más de 4 millones de personas de la provincia de Idlib, en el noroeste de Siria, que ahora podrían perder su acceso a productos básicos como comida y medicamentos.
"El cínico veto ruso (...) muestra que el desprecio que los líderes rusos tienen por la vida humana está acercándose a un máximo histórico"
Human Rights Watch
El texto de la resolución había sido preparado por Noruega e Irlanda tras largas jornadas de negociaciones.
Finalmente, 13 de los 15 países del Consejo de Seguridad votaron a favor del texto; mientras que China optó por la abstención. El único voto en contra fue de Rusia, que solo dice aceptar una extensión de seis meses.
El embajador adjunto de Rusia ante la ONU, Dmitry Polyanskiy, argumentó que "el proyecto ignoraba la soberanía de Damasco".
La embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, deploró la actitud de Rusia y sostuvo que seis meses son insuficientes para asegurar una ayuda seria a la población, que requiere "un calendario claro".
HRW acusa "desprecio de los líderes rusos por la vida"
Con el veto ruso, el futuro de las entregas de ayuda humanitaria a Siria queda en el aire. Aunque todavía hay margen de tiempo para que los miembros del Consejo de Seguridad hallen puntos en común antes del domingo por la noche –cuando expira la autorización vigente–.
Tanto la ONU como las ONG que operan en la zona han insistido en la importancia de que la renovación del permiso para suministrar ayuda por el paso de Bab al Hawa –que conecta Turquía con la provincia siria de Idlib– sea por un año, para tener alguna certeza y poder organizar adecuadamente su trabajo.
Además, a muchos países les preocupa el hecho de que una renovación de solo seis meses podría cortar el suministro de ayuda justo en lo peor del invierno.
"El cínico veto ruso (...) muestra que el desprecio que los líderes rusos tienen por la vida humana está acercándose a un máximo histórico", lamentó, en un comunicado, la ONG Human Rights Watch, que pidió al resto de la comunidad internacional buscar fórmulas alternativas para asegurar que la ayuda siga fluyendo.