El Bloque Sadrista, liderado por Muqtada Al Sadr, un clérigo populista que cuenta con un gran apoyo de la población chií más humilde y que fue una de las principales figuras de la lucha contra la invasión estadounidense de 2003, resultó ganador de los comicios de octubre al lograr 73 escaños de una Cámara con 329 diputados.
Su principal rival, el Bloque Al Fatah, el brazo político que aglutina a las milicias proiraníes, sufrió un revés electoral al conseguir apenas 17 escaños frente a los 47 de los comicios de 2018.
Según el sistema sectario establecido en Irak tras la caída del dictador Sadam Husein (1979-2003), el presidente del Parlamento debe ser un musulmán suní, el primer ministro un chií y el jefe de Estado un kurdo.
El Bloque Sadrista hizo una alianza con el partido mayoritario kurdo, el Partido Democrático del Kurdistán (PDK) y una alianza de fuerzas suníes, con la que logró en enero la reelección de Mohamed al Halbusi como presidente del Parlamento.
Sin embargo, no pudo sacar adelante la elección del candidato de la coalición a presidente, que es quien debe luego encargar la formación de Gobierno al candidato a primer ministro propuesto por el mayor grupo parlamentario.
Aunque la coalición liderada por los sadristas tenía la mayoría suficiente para elegir al presidente, el Marco de Coordinación, una alianza de fuerzas tejida por el Bloque Al Fatah, reunió el número de diputados necesario para, con su ausencia, impedir el quórum necesario para llevar a cabo la votación.
Tras varios intentos frustrados de votación, a principios de junio Al Sadr ordenó a sus 73 diputados renunciar a sus escaños con el objetivo, dijo, de no ser un obstáculo para la formación de Gobierno.
Esta retirada táctica permitió al Marco de Coordinación hacerse con la mayoría parlamentaria, aunque hasta esta semana no anunció a su candidato a primer ministro, Mohamed Shia al Sudani.
Este ha ocupado cargos en distintos Gobiernos y fue ya nominado para dirigir al Gobierno en 2019 tras la caída del Gabinete de Adel Abdulmahdi ante protestas populares masivas, aunque tuvo que desistir ante el rechazo de los manifestantes.
Entretanto, la renuncia de los diputados de Al Sadr no significó su renuncia a influir en el poder, sino que siguió presionando en las calles.
En una demostración de fuerza, el pasado 15 de julio congregó a cientos de miles de seguidores en una barriada de Bagdad para la oración del viernes.
Inmediatamente después se difundieron unos supuestos audios filtrados del ex primer ministro y principal figura del Marco de Coordinación, Nuri al Maliki (2006-2014), en los que arremete contra Al Sadr y aseguró que el Reino Unido tenía un plan para ponerle al frente de Irak para luego "matarle y darle el poder a los suníes".
Pese a que Al Maliki negó la autenticidad de los audios, este incidente agudizó la crisis política en Irak y la rivalidad entre él y Sadr.
La presencia, según algunos medios iraquíes, del comandante de la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria de Irán, Esmail Qaani, el miércoles en Bagdad para mediar entre ambos no impidió la irrupción de los sadristas en el Parlamento.
Instantes después del asalto, se difundieron por las redes sociales unas imágenes del ex primer ministro en las calles de Bagdad sosteniendo un fusil y rodeado de hombres fuertemente armados, dando a entender que está dispuesto a dar la batalla a su némesis dentro del chiísmo.