Xi Jinping se encuentra en un punto crucial en su carrera política, ya que se busca -y probablemente consiga- un nuevo período de cinco años como líder del Partido Comunista de China. Esto significaría un quiebre del precedente que ha limitado a los miembros del Comité Permanente del Politburó a dos mandatos, en un esfuerzo por evitar el regreso del gobierno dictatorial de un solo hombre, como ocurrió con el fundador de la República Popular, Mao Zedong.
El partido, que no tiene oposición, mantiene un control total sobre la política, la información y los medios, por lo que Xi Jinping no tiene amenazas abiertas. Sin embargo, han existido señales de descontento por su consolidación hacia un poder total, una economía que se ralentiza, una fuerte campaña anticorrupción que ha apuntado a rivales políticos y su férrea campaña de "cero covid", que ha significado estrictos confinamientos, cuarentenas, testeo y obligatoriedad de mascarillas, lo que ha tenido un impacto en la economía y en la sociedad.
Al mismo tiempo, las relaciones con Estados Unidos, Australia y gran parte de Europa se han deteriorado debido a acusaciones vinculadas a derechos humanos, su áspera diplomacia, declaraciones de soberanía sobre el Mar de la China Meridional y amenazas de atacar Taiwán. Además de las preocupaciones por la pandemia de covid-19, son factores que han contribuido a la aparente reticencia del líder chino a viajar fuera del país para visitas de estado o cumbres internacionales.
Junto a Rusia, China es uno de los países que domina la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), integrada por ocho miembros, incluyendo a la mayoría de los ex estados soviéticos de Asia Central, además de India y Pakistán. China ha utilizado el bloque para expandir su influencia en lo que era el patio trasero de Moscú, hasta haber participado en ejercicios militares multinacionales que demostraron las capacidades de unas fuerzas armadas que se modernizan rápidamente. China también percibe al grupo como un contrapeso de la OTAN y las alianzas de Estados Unidos con países de Asia-Pacífico.
Sin embargo, la dinámica en la región ha cambiado en los últimos meses, luego del retiro de Estados Unidos desde Afganistán y la invasión de Rusia a Ucrania, que ha obtenido un apoyo muy tibio por parte de la mayoría de los miembros de la OCS. Xi quizás espera que una reunión con Putin en la cumbre refuerce las percepciones dentro de China que lo ven como alguien que se opone al bloque de occidente en la guerra de Ucrania, y así relucir sus credenciales nacionalistas en momentos en que las relaciones con Estados Unidos se han puesto más tensas respecto al intercambio comercial, tecnología, la situación de Taiwán y otros temas.
El viaje de Xi Jinping, que ocurre justo antes del congreso del partido, demostraría también la confianza del líder sobre su posición y el apoyo que tiene dentro de los 96 millones de miembros de la colectividad, sus seis colegas del Comité Permanente y los líderes de la poderosa rama militar del partido, el Ejército Popular de la Liberación. Como siempre, el partido permanece envuelto en un velo de secretismo, los viajes de sus principales autoridades casi nunca son anunciados con anticipación y sólo se conocen a última hora, o bien cuando ya están de regreso en el país.
Xi y Putin se encontrarán en la ciudad uzbeca de Samarcanda entre el 15 y 16 de septiembre, según fue citado el embajador ruso en China, Andrei Denisov, por la agencia estatal de noticias Tass.
También se espera que Xi asista a la cumbre del Grupo de los 20 en Indonesia a mediados de noviembre, impulsando la posición de China como la segunda mayor economía del mundo y como vínculo clave en la cadena de suministros, desde teléfonos móviles a lavadoras. Separadamente, China ha informado a Tailandia que su Presidente asistirá a una reunión en Bangkok del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) poco después del G-20, "si es que no está preocupado con otras responsabilidades".
Varios líderes realizarán un viaje combinado para asistir a la APEC y al G-20. China no ha confirmado que Xi asistirá a la reunión.
Coincidentemente, la visita de Xi a Kazajstán el 14 de septiembre, de acuerdo al ministro de Relaciones Exteriores, coincidirá con un viaje a la capital kazaja por parte del Papa Francisco, quien participará del Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales.
China expulsó a todos los sacerdotes extranjeros poco después que los comunistas tomaron el poder en medio de la guerra civil de 1949, y el país hasta hoy no tiene relaciones formales con el Vaticano. Y aunque el partido terminó su veto a la religión hace más de tres décadas, Xi ha impulsado una presión para que líderes cristianos, islámicos y de otras religiones, prometan lealtad al partido y sigan sus dictámenes acerca de las relaciones con grupos extranjeros.