La economía de ambos países es de los sectores que más se verán beneficiados con la reapertura fronteriza porque permitirá la libre circulación terrestre de bienes, principalmente que Colombia produce y que Venezuela necesita, como alimentos, productos farmacéuticos y artículos de aseo, además de calzado y confecciones.
El comercio bilateral, que en 2008 alcanzó un récord de US$7.200 millones, se vino al suelo tras el cierre fronterizo y Maduro espera que alcance los US$2.000 millones este año.
Según el director regional de la Cámara Colombo Venezolana, Víctor Méndez, la reapertura de la frontera trae beneficios como la reactivación de más de 10.000 empleos directos e indirectos en los próximos tres meses por el esperado aumento del intercambio comercial en el que Petro confía.
Para Maduro, el triunfo de la izquierda en Colombia supone una doble catapulta, impensable hace tan solo un año: por un lado, gana el apoyo de uno de los países más importantes de la región latinoamericana y, por otro, ve cómo el opositor Juan Guaidó queda sin el paraguas que lo cobijó, con privilegios, durante más de tres años, con Duque en la Presidencia.
Y Petro, recién llegado al poder y con la obligación de demostrar su habilidad política y su capacidad de diálogo, especialmente en sus relaciones con Gobiernos históricamente más complejos, ha encontrado en Venezuela el interlocutor perfecto para probar su destreza. Hasta el momento, ha dado muestras de ser un buen estratega, y la última es la reapertura de la frontera.
Tanto los venezolanos que viven en Colombia como los colombianos en Venezuela salieron de sus respectivos países, probablemente en momentos muy distintos, en busca de una vida mejor que no siempre encontraron. Y por si fuera poco, el cierre de la frontera hace más de siete años y la ruptura de las relaciones diplomáticas, hace más de tres, les complicaron más, si cabe, su existencia.
Ahora, con el paso abierto, con embajadas y con consulados donde poner al día sus documentos, aliviarán la pesada carga que el país ajeno ha puesto sobre sus hombros. Ante esta situación, los dos Gobiernos tienen la oportunidad de demostrar cuánto les importan sus compatriotas y su bienestar. Las expectativas son altas, así que queda en mano de ambos congraciarse con los suyos.
La reapertura de la frontera es sin duda un triunfo de la diplomacia después de años de tensiones políticas e ideológicas y revive el espíritu de integración de los dos países que en el pasado estuvieron juntos en el Comunidad Andina (CAN) y con México hicieron parte del Grupo de los Tres (G-3).
Del "cerco diplomático" a Maduro, Colombia ha pasado al discurso de la hermandad y el trabajo conjunto que se verá reflejado a mediano y largo plazo no solo en la economía sino también en el flujo migratorio y en la seguridad fronteriza.
s "La globalización es, antes que nada, una relación entre vecinos; cualquiera que vea los flujos de comercio internacional, los flujos culturales, los flujos de población, encontrará siempre que la mayor cantidad se realiza entre vecinos", manifestó hoy Petro.
Si bien Colombia está mejor posicionada en lo que a reconocimiento internacional se refiere, a Venezuela le queda mucho camino por andar. El paso del opositor Juan Guaidó por la vida pública y el apoyo que recibió desde el exterior dejaron a Maduro en un posición delicada frente a la mayoría de sus homólogos extranjeros, que lo desconocieron como mandatario.
Los relevos presidenciales en los últimos años en Latinoamérica, con un claro giro a la izquierda, ayudaron a Maduro ir ganando posiciones. Pero fue la llegada de Petro la que le reportó mayor brillo y le ayudó a dar grandes pasos hacia la reconquista de una imagen perdida. La reconciliación, la recuperación de Monómeros y la apertura fronteriza devuelven a Venezuela parte del lustre perdido.