¿Denunciar las atrocidades de la guerra en Ucrania o alertar ante las catástrofes provocadas por el cambio climático? El Premio Nobel de la Paz se entrega este viernes en Oslo en medio de una actualidad llena de amenazas.
Mientras se acerca el día clave, los expertos están divididos entre aquellos quienes auguran un premio crítico con la ofensiva lanzada por el Presidente ruso, Vladimir Putin, o aquellos quienes anticipan un recordatorio sobre la urgencia de actuar ante el calentamiento global.
Con
343 candidatos este año en una lista que no es pública, el comité Nobel puede también romper los pronósticos y decidir en otra dirección.
Para Henrik Urdal, director del Instituto de Investigación sobre la Paz de Oslo (PRIO), la líder de la oposición bielorrusa en el exilio Svetlana Tijanóvskaya o el opositor ruso Alexéi Navalni, encarcelado tras ser blanco de un envenenamiento, merecerían ser premiados conjuntamente.
"Son dos referentes de las actividades prodemocracia no violentas en sus países respectivos", destaca. "Y tanto Navalni como Tijanóvskaya son muy firmes detractores de la guerra en Ucrania", añade.
Otra forma de recordar el conflicto, el más cercano a Oslo desde la Segunda Guerra Mundial, sería entregar el Nobel a quienes documentan los presuntos crímenes de guerra en Ucrania, como la
Corte Penal Internacional de La Haya o la web de investigación
Bellingcat.
¿Y tiene opciones el presidente ucraniano Volodimir Zelenski, que aparece entre los favoritos en las apuestas previas?
"El comité reflexionará probablemente dos veces antes de dar el premio a un presidente en guerra (...) incluso si Ucrania es la víctima de esta guerra", estima Urdal. "Siempre habrá atrocidades, incluso del lado ucraniano".
Y aparte de que el conflicto bélico se encuentra en su fase inicial y todavía sin una resolución clara,
el plazo para presentar candidaturas terminó el 31 de enero, casi un mes antes del inicio de la intervención militar rusa, aunque con una salvedad.
Los miembros del Comité Nobel noruego pueden proponer sus propios candidatos en la primera reunión de este, que este año se celebró a principios de marzo.
¿Greta? ¿David Attenborough? ¿Nadie?
Para otros observadores, la movilización ante el cambio climático también es digna de un Nobel después de un año nuevamente marcado por fenómenos meteorológicos extremos, desde canículas históricas en Europa hasta devastadoras inundaciones en Pakistán.
"Dando el premio de la Paz a la causa climática, el comité Nobel tiene la posibilidad única de decir que las numerosas crisis a las que el mundo hace frente deben resolverse juntas", estima Oda Andersen Nyborg, directora del Consejo Noruego para la Paz.
Entre los nombres evocados en este campo figuran la joven sueca de la causa climática,
Greta Thunberg, y su movimiento
Fridays for Future, el venerado naturalista y pedagogo británico
David Attenborough y otros militantes ecologistas.
También circulan rumores sobre el mismo jefe de la ONU, António Guterres, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático o el ministro de Relaciones Exteriores de Tuvalu, Simon Kofe, quien el año pasado grabó un discurso para la ONU literalmente con el agua hasta las rodillas, para demostrar cómo su país está amenazado por la subida del nivel del mar.
Más allá del tema climático, aparecen entre los posibles premiados promotores de otras causas, como el hindú Harsh Mander; el uigur Ilham Tohti y los activistas hongkoneses Agnes Chow y Nathan Law; y el Grupo de Análisis de Datos de Derechos Humanos y el centro CANVAS. También han sonado la ONG anticorrupción Transparencia Internacional o la Corte Internacional de Justicia (CIJ).
Entre los nominados este año se encuentran también el Consejo Ártico, el movimiento de desobediencia civil birmano y la científica hondureña María Elena Bottazzi, por su aporte a la humanidad con la vacuna Corbevax contra el covid-19. En esa línea, también se podría premiar a la Organización Mundial de la Salud (OMS) o a su secretario general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, por su rol ante la pandemia.
De todos modos, Sverre Lodgaard, investigador del Instituto Noruego de Asuntos Internacionales,
no descarta que el comité Nobel se abstenga de entregar el premio como hizo, por última vez, hace 50 años.
"Nadie puede hacer valer un gran avance en materia de paz, los conflictos parecen no tener fin y los acuerdos parecen hechos para ser vulnerados", dice a AFP.
El año pasado, el Nobel premió a dos periodistas estandartes de la libertad de expresión, la filipina Maria Ressa y el ruso Dmitri Muratov, cuyos respectivos medios están amenazados de cierre o sufrieron la cancelación de su licencia.