Los colegios electorales de Brasil abrieron sus puertas este domingo a las 8.00 hora local (11.00 GMT) para la segunda vuelta de los comicios presidenciales, en los que se enfrentan el actual jefe de Estado, Jair Bolsonaro, y el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva.
Unos 156,4 millones de brasileños están llamados a las urnas, que permanecerán abiertas hasta las 17.00 (20.00 GMT), aunque al igual que en la primera vuelta, celebrada el 2 de octubre, se permitirá votar a todos los electores que se encuentren en la fila a la hora del cierre.
En la primera vuelta, Lula, abanderado de un amplio frente progresista al que se han sumado fuerzas de centro y centroderecha, fue
el candidato más votado con el 48,4 % de los votos, frente al 43,2 % que obtuvo Bolsonaro, capitán retirado del Ejército, de derecha radical y que aspira a un nuevo mandato de cuatro años.
La votación de este domingo tiene lugar en las 5.570 ciudades del país y en 181 localidades del extranjero.
Además de presidente y vicepresidente, los brasileños de 12 estados tendrán que elegir a su gobernador en segunda vuelta, entre ellos el de Sao Paulo, la región más poblada y motor de la economía del país.
Los dos candidatos a la Presidencia, que han dividido al electorado como no se había visto en la historia reciente de Brasil, apuraron hasta el último instante del sábado para cerrar una encarnizada campaña que se ha prolongado por dos meses y medio.
Lula, que gobernó el país entre 2003 y 2010, puso punto final a su campaña en Sao Paulo en compañía del expresidente uruguayo José Mujica, mientras que Bolsonaro dio un paseo en moto por Belo Horizonte y, por la noche, divulgó una lista con 22 "compromisos", en un intento por disminuir la distancia con su adversario.
El favoritismo de Lula, que recuperó sus derechos políticos el año pasado después de pasar 580 días en prisión por procesos de corrupción que fueron posteriormente anulados, se ha mantenido constante a lo largo de la campaña.
En estas últimas semanas, Lula y Bolsonaro se han centrado en convencer a los indecisos y absentistas, que en la primera vuelta llegaron al 20 %, pese a que en Brasil el voto es obligatorio.
Sin embargo, las posiciones de uno y otro están prácticamente fijadas. El margen para ganar nuevos apoyos es mínimo y, de hecho, no ha habido grandes oscilaciones en las intenciones de voto en los sondeos más recientes.
Lula sigue con una amplia ventaja en la región nordeste, histórico granero de votos del PT, y entre la población más pobre, que representa prácticamente la mitad del electorado.
Bolsonaro, por su parte, despunta entre los más ricos y el influyente electorado evangélico, al que Lula ha intentado seducir con la divulgación de una carta donde se declaró contra el aborto y afirmó que la familia es "una cosa sagrada".