Los demócratas, encabezados por la presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi, han tenido la mayoría desde 2018, cuando tomaron el control durante las elecciones intermedias del gobierno del entonces Presidente Donald Trump. Los republicanos podrían recuperar el control de la cámara baja si se apuntan sólo cinco escaños de las decenas de distritos que están en disputa, y están tratando de ganar decenas de bancas.
La historia también les da a los republicanos motivos para ser optimistas. En la era moderna, el partido que ha llegado a la Casa Blanca ha perdido escaños legislativos en prácticamente todos los comicios de mitad de mandato del primer periodo de un presidente.
Si los republicanos ganan la cámara baja el 8 de noviembre, la bancada del Partido Republicano elegirá a un nuevo presidente de la Cámara de Representantes y asumirá el poder el 3 de enero de 2023. Estarán al frente de todas las comisiones y decidirán qué iniciativas van al pleno de la Cámara de Representantes.
El líder republicano de la cámara baja, Kevin McCarthy, ya ha presentado su plan "Commitment to America" ("Compromiso con Estados Unidos"), un conjunto de políticas económicas, de seguridad fronteriza y otros temas que el Partido Republicano presentaría en los primeros días del siguiente Congreso.
Un regreso al poder republicano en la cámara baja sería un triunfo para Trump, que ha luchado contra los intentos que encabezan los demócratas de hacerlo rendir cuentas por la insurrección en el Capitolio del 6 de enero de 2021. La gran mayoría de los republicanos que se tiene previsto regresen a Washington el próximo año, así como una buena parte de aquellos que esperan ganar un primer periodo, son leales a Trump y han seguido su ejemplo en sus políticas y posturas.
Entre esos aliados hay miembros de extrema derecha como la representante Marjorie Taylor Greene, a quien los demócratas despojaron de sus asignaturas en comisiones debido a sus discursos con posturas extremistas, pero que formaría parte de una amplia mayoría gobernante en una Cámara de Representantes controlada por los republicanos. Greene estaba de pie detrás de McCarthy cuando éste presentó el "Commitment to America" en Pennsylvania el mes pasado.
Las prioridades demócratas como el acceso al aborto, el combate al cambio climático y un mayor control en la venta y tenencia de armas de fuego quedarían marginadas de inmediato. Y la mayor parte de, o toda, la agenda del Presidente Joe Biden quedaría prácticamente muerta para los últimos dos años de su mandato.
De todas formas, nada pasa a ser ley sin la firma de Biden. Las iniciativas para financiar al gobierno, elevar el límite de la deuda y lidiar con temas militares son necesarios para que el gobierno funcione. Esas iniciativas posiblemente se convertirán en puntos álgidos durante las negociaciones entre republicanos, demócratas y la Casa Blanca.
Biden, quien fue senador durante décadas, a menudo ha presumido sus antecedentes en pactos bipartidistas y ha dicho que quiere trabajar con los republicanos. Pero un Congreso republicano que ha hecho de su oposición a Biden su máxima prioridad no tendría muchas ganas de hacerlo.
Aunque el control del Senado podría ser para cualquiera después de los comicios, es probable que el partido mayoritario tenga una muy pequeña ventaja. Eso significa que Biden podrá ser capaz de encontrar un poco más de puntos en común en esa cámara, sin importar quién la controle. La mayoría de los logros legislativos de Biden durante su gobierno han sido resultado de negociaciones bipartidistas en el Senado.
De cualquier forma, una cámara alta bajo control republicano podría aprobar iniciativas que le envíe una cámara baja de mayoría republicana, aplicándole presión política a Biden. Y el Partido Republicano podría recuperar el control de las comisiones y, con ello, el poder de llevar a cabo investigaciones y supervisar al gobierno.
Un Senado republicano también podría complicarle las cosas a Biden al bloquear o demorar la aprobación de los nominados por el presidente para puestos en la rama judicial y en la ejecutiva.
Si los demócratas conservan el Senado y los republicanos ganan la Cámara de Representantes, será improbable que las dos cámaras encuentren muchos puntos en común. Pero los republicanos podrían intentar persuadir a los senadores demócratas moderados en algunas iniciativas.
Si los demócratas fueran capaces de conservar la mayoría en ambas cámaras, posiblemente reanudarían las negociaciones en algunos de los temas de la agenda de Biden que nunca fueron aprobados, incluyendo su nuevo paquete de programas sociales y económicos que se estancó en medio de desacuerdos internos entre demócratas.
La mayoría de los distritos de la cámara baja no son competitivos, gracias a un proceso de redistribución que les permite a las legislaturas estatales trazar sus propios límites legislativos si así deciden hacerlo. Muchas de las legislaturas demarcan sus distritos para darle la ventaja a un partido en particular.
Aun así, hay decenas de escaños en juego, incluyendo muchos que actualmente pertenecen a demócratas que ganaron en distritos suburbanos en 2018, dándole la mayoría al partido ese año.