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Brasilia el día después: Los rastros de destrucción en la capital brasileña tras los ataques bolsonaristas

Las autoridades afirmaron que la situación en la capital brasileña está "controlada". Entre las acciones tomadas hoy, figura el desmantelamiento del campamento que los seguidores de Jair Bolsonaro habían montado frente al cuartel general del Ejército.

09 de Enero de 2023 | 11:43 | EFE/Editado por Ramón Jara A., Emol
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Así quedó una de las oficinas del Palacio de Planalto, sede del Poder Ejecutivo.

AFP
Brasilia amaneció este lunes con el orden público bajo control pero con rastros de destrucción en varias áreas del centro del poder de la capital brasileña, tras el violento asalto del domingo de miles de bolsonaristas contra las sedes de los tres poderes.

"La situación en Brasilia está controlada", afirmó en un mensaje en sus redes sociales el interventor federal en el Distrito Federal, Ricardo Cappelli, que será responsable por la seguridad en la capital brasileña al menos hasta el 31 de enero.

Miles de manifestantes ingresaron de forma violenta a las sedes de los tres poderes del Estado (Foto: AFP).

Capelli, un alto funcionario del Ministerio de Justicia, asumió el comando de todas las fuerzas de seguridad de Brasilia luego de que el Presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ordenara una intervención federal en el Distrito Federal para hacer frente al ataque a las instituciones de los seguidores del expresidente Jair Bolsonaro.

Capelli afirmó que las fuerzas policiales de Brasilia, ahora bajo su comando, reiniciaron a primera hora las operaciones para identificar a los responsables por los actos de vandalismo en las sedes de la Presidencia, el Congreso y la Corte Suprema.

Vista de la entrada al Palacio de Planalto, sede del poder Ejecutivo (Foto: AFP).

"Ya estamos en campo nuevamente. Los criminales seguirán siendo identificados y sancionados. No permitiremos la continuidad de concentraciones que funcionen como incubadoras de planos contra el Estado Democrático de Derecho", afirmó el interventor.

Una de las primeras acciones de la Policía fue el desmonte del campamento que los bolsonaristas habían montado desde las elecciones presidenciales de octubre frente al cuartel general del Ejército para presionar por un golpe militar que impidiera el regreso de Lula al poder y desde el que fueron lanzados los ataques del domingo.

Simpatizantes de Jair Bolsonaro dejan la zona donde tenían montado su campamento (Foto: AFP).

Agentes de la Policía Militarizada de Brasilia, reforzados por tropas del Ejército, bloquearon los accesos al campamento a primera hora para impedir la llegada de más manifestantes y ordenaron el desalojo pacífico de los que permanecían en el lugar.

El cerco surtió rápidamente efectos y, sin la necesidad del uso de la fuerza por parte de las autoridades, los cientos de seguidores de bolsonaristas radicales que estaban acampados frente al Ejército comenzaron a recoger sus pertenencias y abandonaron el lugar en autobuses que los condujeron a comisarías para ser identificados. Las autoridades calcularon en más de 1.200 los detenidos.

Soldados desmantelan las carpas instaladas en el cuartel general del Ejército en Brasilia (Foto: AFP).

El número de radicales en el campamento frente al cuartel del Ejército venía cayendo desde la investidura de Lula, el 1 de enero pasado, y el jueves las autoridades contabilizaban unas 200 personas, pero el sábado saltó hasta unas 3.000 luego de que los bolsonaristas convocaran la manifestación del domingo.

Pese a la tranquilidad reportada, en la Plaza de los Tres Poderes, que separa el Palacio Presidencial de Planalto, la sede del Congreso y la sede del Supremo Tribunal Federal, el escenario era de destrucción, con pedazos del piso removidos, hierros retorcidos, basuras esparcidas por todas partes y hasta cápsulas de gases lacrimógenos.

Los manifestantes causaron mucha destrucción. En la foto, el Palacio de Planalto (Foto: AFP).

Los rastros de destrucción se extendían por varios de los jardines de la Explanada de los Ministerios, la amplia avenida en la que están ubicadas las sedes de los ministerios y que culmina en la Plaza de los Tres Poderes.

Dentro de las edificaciones igualmente quedaron los rastros del violento ataque, con cientos de ventanales quebrados, sillas arrancadas, equipos destruidos y obras de arte damnificadas.

La edificación del Congreso quedó con letreros golpistas pintados y hasta una patrulla policial sumergida en un estanque.

Funcionarios revisan las oficinas completamente desmanteladas (Foto: EFE).

El asalto al Congreso, la Presidencia y el Supremo solo se resolvió después de cuatro horas y media de desconcierto, cuando agentes antidisturbios cargaron y lanzaron gases lacrimógenos contra los exaltados que estaban dentro y fuera de los edificios.

Según las últimas informaciones, al menos 300 personas fueron detenidas por los ataques antidemocráticos, que fueron ampliamente condenados por todas las instituciones de Brasil y por la comunidad internacional.
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