El Consejo de Seguridad de la ONU renovó este lunes por seis meses más el mecanismo transfronterizo que permite el suministro de ayuda humanitaria a los últimos bastiones rebeldes del noroeste de Siria y del que dependen unos 4 millones de personas.
La decisión salió adelante con el apoyo de los quince miembros del Consejo, incluida Rusia, que ha sido muy crítica con este sistema y que en los últimos años ha usado su derecho de veto para recortarlo.
Con la aprobación de esta resolución,
la ayuda podrá seguir entrando desde Turquía a la provincia siria de Idlib y a partes de la vecina Alepo sin pasar por las manos del Gobierno de Damasco, que no controla esos territorios.
El mecanismo, que lleva en vigor desde 2014, expiraba oficialmente el martes, 10 de enero, después de que el pasado julio el Consejo de Seguridad lo prorrogase únicamente por seis meses, con opción a otro medio año pendiente de una nueva votación.
Lo hizo a insistencia de Rusia, el gran aliado del Presidente sirio, Bashar al-Assad, que en los últimos años ha utilizado su poder de veto para ir reduciendo progresivamente este sistema de asistencia a las áreas controladas por la oposición.
El mecanismo que gestiona la ONU llegó a contar con cuatro puntos de acceso para los convoyes humanitarios: dos desde Turquía y uno desde Irak y otro desde Jordania para llevar apoyo a otras zonas que estaban en manos rebeldes.
Actualmente,
el único paso autorizado es el de Bab al Hawa, que une la provincia noroccidental de Idlib con Turquía, y Moscú ha dicho a menudo que considera que la mejor opción sería que toda la ayuda humanitaria pase a canalizarse desde el interior del país, lo que haría que dependa del Ejecutivo sirio.
Sin embargo, según los propios servicios humanitarios de la ONU, cortar el suministro desde Turquía supondría poner en peligro las vidas de millones de personas y finalmente Rusia optó por respaldar su continuidad durante otros seis meses.
Según explicó el embajador ruso, Vasili Nebenzia, la decisión de votar "sí" fue "difícil" y un reconocimiento del trabajo hecho por Noruega e Irlanda, los países que lideraron las negociaciones, pero no cambia la postura de su país, que es favorable a poner fin a este mecanismo transfronterizo.
Nebenzia denunció que el sistema es utilizado por Occidente para presionar a Damasco y que las entregas de ayuda benefician a grupos terroristas con mucho poder en el noroeste sirio.
Del otro lado, la embajadora estadounidense,
Linda Thomas-Greenfield, consideró que la renovación aprobada es "el mínimo indispensable" y pidió que la próxima extensión sea de un año y se estudien fórmulas para aumentar la asistencia a la población.
Siria al completo, en guerra desde 2011, sufre una grave crisis económica y una devastadora situación humanitaria, pero estas son especialmente alarmantes en el noroeste del país, donde más de 4 millones de personas necesitan ayuda y más de 2 millones dependen enteramente del instrumento transfronterizo.
Según datos de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), de los 4,6 millones de personas que residen en esa región, 3,3 millones sufren inseguridad alimentaria y 2,9 millones son desplazados internos, 1,8 de los cuales residen en campamentos en condiciones muy difíciles.
El secretario general de Naciones Unidas,
António Guterres, apuntó en un comunicado que la decisión de prorrogar la ayuda llega en un momento en que las necesidades humanitarias "han alcanzado sus niveles más altos desde el inicio del conflicto en 2011".
Amnistía Internacional, entre otras muchas organizaciones, había pedido esta prórroga para evitar "una catástrofe humanitaria", mientras que Oxfam celebró el resultado de la votación, pero subrayó que es necesario un sistema de ayuda transfronteriza más sostenible, sobre todo dadas las dificultades actuales en Siria, con un importante brote de cólera y un aumento del hambre en el país.