Tuvieron que pasar exactos diez años para que un canciller de Alemania visitara nuevamente Chile. Corría enero de 2013 y
Angela Merkel aterrizaba en el país en el marco de una visita de Estado en la que fue recibida por el Presidente Sebastián Piñera y participó en la primera Cumbre Celac-Unión Europea.
Ahora es el turno de Olaf Scholz, quien llegará este domingo a Santiago, en un momento convulsionado en toda Europa.
El actual jefe de Gobierno alemán se encontrará con el Presidente Gabriel Boric en una actividad en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. Luego, ambos mandatarios sostendrán una reunión en el Palacio de La Moneda, donde después ofrecerán una conferencia de prensa, según confirmó la embajada de Alemania en Chile.
La agenda de Scholz continuará el lunes 30 de enero, con una reunión con empresarios chilenos y alemanes. La visita del gobernante se da en medio de una gira sudamericana que también lo llevará a Argentina y Brasil.
El Canciller llega a nuestro país a poco más de un año de haber asumido el Gobierno alemán, después de 16 años de "era Merkel". Tras la decisión de la otrora mujer más poderosa del mundo de dejar la primera línea política, el líder socialdemócrata superó las críticas, se sacó el mote de "candidato aburrido" y se impuso en las elecciones, para luego formar una coalición con los Verdes y Liberales, la cual no ha estado exenta de problemas.
En sus 13 meses al mando, la administración Scholz ha estado marcada principalmente por la guerra en Ucrania y sus numerosas consecuencias, que lo han convertido en uno de los actores principales a nivel planetario. Es con ese estatus que llegará este fin de semana a Santiago.
Un gobierno marcado por la guerra
No es fácil gobernar y suceder a uno de los personajes más importantes de las últimas dos décadas. Así, aún bajo la sombra de Merkel, y a casi tres meses de haber asumido, Olaf Scholz debió enfrentar la invasión rusa de Ucrania, un hecho que hasta el día de hoy tiene complicada a prácticamente toda Europa y cuyas consecuencias han afectado a todo el planeta.
Días antes de que las fuerzas del Kremlin pisaran tierra ucraniana, el Canciller intentó mediar para evitar un conflicto armado, al punto de que viajó a Moscú para reunirse con el Presidente Vladimir Putin. En la cita, el líder ruso aseguraba que su país no quería una guerra con Europa. Nueve días después todo estallaba.
Con la guerra ya en marcha, los problemas para el Gobierno alemán se acentuaban. Se desarrollaba el conflicto y los países de Occidente -sobre todo los alineados en la OTAN- tomaban medidas drásticas para impedir el avance ruso.
La condena aumentaba y las sanciones contra el Kremlin crecía. Alemania, por el contrario, tomaba una postura más tibia.
Tanto a nivel interno como en el exterior, a Scholz se le estaba pidiendo un protagonismo mayor y una condena más dura a lo que estaba pasando en Ucrania. Una de las razones de "tibieza", aseguraban los críticos, tenía que ver más bien con los intereses de Alemania en el gasoducto "NordStream 2", que parte en Rusia y pasaba por sus tierras, abasteciendo de gas natural al país. Es por eso que tomar una postura más dura, claramente, complicaría las relaciones con el Kremlin.
Recordada es la declaración de la entonces ministra de Defensa, Christine Lambrecht, quien anunció la disposición de Alemania de enviar cascos Ucrania como medida de apoyo en su defensa contra la agresión rusa, lo que se consideró poco menos que una burla en comparación con los compromisos de otros países en el envío de material militar.
Ante la presión, el Canciller alemán no vio más que sumarse a la condena internacional de una forma más activa, apoyando a Ucrania con material bélico, no sin tener problemas. Ejemplo claro de esto es el último anuncio de Berlín de autorizar el envío de 14 tanques Leopard 2 a Ucrania, después de un intenso lobby por parte de sus socios de la OTAN, poniendo fin a meses de resistencia.
La guerra también ha golpeado a nivel interno. A raíz del conflicto y las sanciones económicas,
se ha cortado el suministro de gas ruso a Europa, encendiendo las alarmas en Alemania, uno de los países más afectados. Esto ha llevado, incluso, a recurrir a energías fósiles como el carbón -echando por tierra las promesas de campaña de dejar de lado estos mecanismos- y también a abrir más terminales de gas licuado, para enfrentar el duro invierno.
A nivel económico, la inflación también hizo estragos en el país. Ante eso el Gobierno preparó paquetes de ayuda para enfrentar las alzas de precio. De todos modos, las previsiones auguran que Alemania evitará la recesión este 2023 y su economía crecerá 0,2% este año.
"Estoy seguro de que podremos pasar por la situación nuevamente, y esto se debe a que constantemente estamos aumentando nuestras capacidades para importar gas", afirmó Scholz.
Una coalición complicada
La llegada de Olaf Scholz al poder significó también la conformación de un gobierno inédito, con una alianza entre el Partido Socialdemócrata (SPD), el Partido Liberal (FPD) y los Verdes, dejando de lado a la Unión Demócrata Cristiana (CDU), que durante 16 años gobernaron de la mano de Angela Merkel.
No fue fácil conformar este gobierno, dadas las diferencias en algunos temas importantes entre los socios, sobre todo en lo que tiene que ver con medioambiente y crecimiento económico. Finalmente, lograron un acuerdo con una serie de compromisos. Sin embargo, algunos de estos puntos se han visto alterados.
Así ocurrió con la salida de Christine Lambrecht al mando del Ministerio de Defensa. Tras su renuncia el 16 de enero,
Olaf Scholz nombró al liberal Boris Pistorius como nuevo ministro, rompiendo con su promesa de 2021 de que el gabinete tendría, al menos, la mitad de mujeres.
Ahora, el equipo de ministros quedó conformado por nueve hombres y siete mujeres.
En materia medioambiental también ha habido cambios. Los efectos de la crisis energética obligaron al Ejecutivo a suscribir un acuerdo con la empresa RWE para incrementar la extracción de carbón en la localidad de Lützerath -que quedó prácticamente destruida en su totalidad-, entorpeciendo el plan gubernamental de abandonar este combustible fósil en la región de Renania del Norte-Westfalia para 2030.
Esta decisión ha sido objeto de duras críticas, sobre todo al interior de los Verdes, cuyas bases están indignadas por esta medida.
El Partido Liberal tampoco la ha visto fácil. Su líder, el ministro de Hacienda
Christian Lindner, ha estado en la mira del ojo público ante la posibilidad de
ser investigado por la Fiscalía de Berlín por su relación con un banco que, mientras era congresista, le pagó para realizar labores de conferencista y le concedió un crédito millonario.
Así las cosas, de acuerdo con las últimas encuestas, el SPD quedaría en el tercer lugar de las preferencias en caso de que las elecciones fueran ahora, con el 18% de los votos. Los Verdes quedarían en el segundo lugar con el 20%, mientras que el primer lugar sería para la CDU, sin embargo, Scholz aún conserva la mayor popularidad cuando se pregunta por la opción de votar directamente por el canciller.
Con ese panorama interno, Olaf Scholz llega a Chile ¿Cuál será su visión sobre la relación con el país y Sudamérica entera? En pocos días lo sabremos.