Los presos políticos nicaragüenses liberados y expulsados de su país a EE.UU. por el Gobierno de Daniel Ortega aseguraron este viernes que, pese a lo duro de haber pasado meses en prisión en situaciones infrahumanas, salen con más ganas de luchar para que haya democracia en su país.
"Por haber sido víctimas de la injusticia, porque no cometimos absolutamente ningún delito, y por haber visto esa farsa de sistema político, no podemos más que salir más comprometidos de que haya un cambio hacia la institucionalidad y el respeto a los derechos humanos", apuntó en una rueda de prensa virtual el ex precandidato presidencial nicaragüense Juan Sebastián Chamorro.
Así, explicó, pese a que en prisión podían hablar muy poco y pese al poco tiempo que llevan fuera de la cárcel, poco más de un día, cree
"que hay un sentimiento de parte de los que estuvimos presos de continuar esta lucha".
"Hay un sentido de comunidad de todos nosotros, un sentido del deber y de la responsabilidad y un compromiso de por vida para que Nicaragua no vuelva a sufrir estos abusos. Ese es el ambiente más general" (del grupo), añadió.
Chamorro es uno de los 222 presos políticos que las autoridades nicaragüenses expulsaron este jueves a Estados Unidos, entre ellos 7 que intentaron disputar la Presidencia al actual Mandatario.
En la rueda de prensa virtual estuvo acompañado por otro de ellos, el también precandidato
Félix Maradiaga, quien se manifestó en sintonía con Chamorro:
"No vamos a descansar en ningún momento hasta que no veamos a una Nicaragua que tenga justicia y libertad".
Los dos fueron detenidos el 8 de junio de 2021, en mitad de la noche, sin una orden judicial y sin una sola prueba, y han pasado los 606 días en la temida prisión de El Chipote, en la que según han denunciado organizaciones y víctimas se producen constantes violaciones a los derechos humanos.
Ninguno de los dos quiso entrar en detalles de lo vivido en esa cárcel, aunque Maradiaga lo resumió: "ningún ser humano debería estar en esas situaciones". "Por haberlas vivido estoy más comprometido que nunca", añadió, acompañado de su esposa, la activista Berta Valle.
Maradiaga y Chamorro son dos de los pocos liberados que han querido hablar por el momento pues la mayoría se encuentra en pleno proceso de adaptación a su nueva vida. Muchos pernoctan en un hotel que el Gobierno estadounidense les ha cedido por unos días.
Uno que sí detalló su paso por la cárcel fue Kevin Solís, estudiante de Derecho de 24 años que pasó tres años en régimen de aislamiento, en un "camarote sin luz solar, con la puerta siempre sellada", según relató al diario español El País.
"Nos engrillaban para dormir. Dormir con grilletes es complicado", añadió Solís, quien remarcó que también los engrillaban cuando iba el director de la prisión a buscarlos: "Nos llevaba a un lugar al que le dicen 'el túnel'. Un pasillo de unos 30 metros sin ventanas. Allí sabías que te esperaban los golpes. Donde nadie escucha ni mira. Como estás amarrado, te pegan en el estómago, nunca en la cara, para que las familias no lo noten", explicó.
La lucha continúa
Aunque "es demasiado temprano" para pensar en los pasos específicos que se van a dar en la lucha por la democracia, apuntó Maradiaga, están convencidos de seguir peleando.
Saben que será "una ardua tarea", apuntó por su parte Chamorro, ya que "Ortega acaba de mandar al destierro a los principales líderes opositores" para debilitarlos.
"Lo que tenemos que hacer es
tener ese sentido de acuerpamiento donde sea que estemos, para trabajar por la unidad de una oposición que sea consecuente, responsable y que ponga siempre al frente el tema fundamental, que es la falta de institucionalidad en Nicaragua, los abusos a los derechos humanos y libertades individuales y públicas", agregó.
Esta lucha, narró Chamorro, es vital también para las generaciones venideras ya que "en 200 años de vida independiente en cada generación ha habido presos políticos". "No ha habido una sola generación que no haya sufrido guerra, secuestro, violación a los derechos, exilio, asesinato y eso tiene que cambiar", agregó.
Asimismo, será una pelea también, por los 44 que se han quedado y que, por diferentes motivos que aún no están claros, no entraron en el grupo de expulsados.
Aunque el destierro fue una decisión unilateral de Ortega,
Estados Unidos llevaba meses pidiendo la liberación de los presos políticos tras la ola de protestas que sacudió el país en 2018 con peticiones para que renunciara y que acabaron con cientos de muertos, presos y desaparecidos.
Esa crisis se acentuó tras las controvertidas elecciones generales del 7 de noviembre de 2021, en las que Ortega fue reelegido para un quinto mandato, cuarto consecutivo y segundo junto con su esposa, Rosario Murillo, como vicepresidenta, con sus principales contendientes en prisión o en el exilio.