Centenares de fieles ultracatólicos y ultraconservadores se congregan en las principales plazas en Croacia para orar de rodillas por el recato de las mujeres y el fortalecimiento de la autoridad patriarcal.
Estos grupos –conocidos como "Ser viriles"– atraen a un aplicado grupo de seguidores en el país balcánico, donde la Iglesia Católica tiene fuerte influencia y los valores tradicionales siguen muy arraigados.
Estas congregaciones de personas, que tratan de revertir una supuesta "crisis de la masculinidad", se registran, desde octubre pasado, el primer sábado del mes en todo el país.
La de abril en Zagreb, la capital, reunió a un centenar de hombres portando rosarios, pancartas con la imagen de la Virgen María y banderas croatas.
"Las mujeres deben velar para no incitar a los hombres al pecado con su comportamiento y su manera de vestir", dijo a una radio el sacerdote Bozidar Nagy, que encabezó el desfile.
Nagy cita a un teólogo croata del siglo XX, quien afirmaba que "el ocultamiento (de los cuerpos) de las mujeres en el islam es algo bueno".
Representantes de este movimiento rehusaron responder a las preguntas de AFP y se limitaron a afirmar que sus actividades se consagran "exclusivamente a la plegaria".
Se resisten a la igualdad de sexos
Los "viriles" son uno de los tantos grupos masculinistas surgidos en los últimos años en el mundo en rechazo de los derechos LGBTQ, el feminismo y los llamados valores "woke", un término usado despectivamente por sectores conservadores hacia una supuesta complacencia de la izquierda con las reivindicaciones de las minorías.
Núcleos similares en otros países del este de Europa, como Polonia y Serbia, manifiestan su rechazo a los valores progresistas.
Según una reciente encuesta, un 75% de los croatas no apoyan las oraciones del movimiento "Ser Viriles", frente a un 15% que lo apoya. Los grupos ultraconservadores siguen teniendo cierto apoyo en Croacia, donde el 80% de sus 3,5 millones de habitantes son católicos.
En 2014, lograron organizar un referéndum que prohibió el matrimonio gay. Pero hace seis años, grupos apoyados por la Iglesia fracasaron en su intento de prohibir el aborto.
Así y todo, la mayoría de los ginecólogos se niegan a practicarlo, lo cual lleva a muchas mujeres a ir al exterior para interrumpir sus embarazos.
Pero los clamores de estos grupos –apodados "Los genuflexos" por sus detractores– han encendido las alarmas de defensores de los derechos humanos, que critican las maldiciones para que las mujeres se vistan de manera más recatada, los insultos contra el sexo premarital y las peticiones por la prohibición del aborto.
"Ser Viriles" ha generado así contraprotestas que lo ven como un brote de intolerancia que busca restringir los derechos de las mujeres.
"No tiene que haber tolerancia con los intolerantes", dijo a la diputada Katarina Peovic, del Frente de los Trabajadores, un partido de extrema izquierda.
"El problema no está en quienes rezan, sino en sus ideas (...) de limitar o prohibir los derechos de las mujeres", apuntó por su parte Dragana Stojic, una enfermera de 39 años, al referirse a los "genuflexos". "Me dan escalofrío", agregó.
"Normalizar ese discurso en el espacio público lleva a la supresión de los derechos humanos", advierte Zvonimir Dobrovic, del grupo Domino de derechos humanos. "No solo de los derechos de las mujeres sino de los LGBT, como ya se está viendo en Europa del este", refuerza.
Otros defienden a estos predicadores que resisten a la igualdad de sexos. Marica, de 66 años, que no quiso dar su nombre completo, afirma que "rezar no puede ser algo malo". "Cada uno tiene derecho a expresar su opinión, es la democracia", agrega, calificando a quienes critican al grupo de "feministas con actitudes raras".
Dos hombres de unos 60 años, que se negaron a dar sus nombres, consideran que las manifestaciones para orar son una "reacción al comportamiento agresivo de la gente LGBT".