El prefecto de la zona prohibió los "dispositivos sonoros portátiles", por lo que los gendarmes confiscaron las cacerolas a los manifestantes y los mantuvieron alejados de la delegación presidencial.
EFE
Luego de que el pasado fin de semana promulgara su impopular ley de pensiones –que eleva de 62 a 64 años la edad de jubilación–, el Presidente francés, Emmanuel Macron, ha enfrentado un fuerte descontento de la ciudadanía, que se ha expresado con abucheos y "caceroleos".
La noche del lunes, mientras el mandatario daba un discurso televisado explicando al país por qué había promulgado la polémica ley, manifestantes en distintas ciudades de Francia salieron a las calles a protestar con cacerolas.
Para intentar dar vuelta la página, Macron inició una gira por Francia para defender los temas que quiere poner en agenda, como la reindustralización y la educación.
Así, este miércoles visitó la ciudad de Sélestat, en el nordeste de Francia, donde fue recibido con abucheos y caceroleos.
En tanto, este jueves se trasladó hasta Ganges, en el sur del país, donde nuevamente cientos de manifestantes se reunieron para protestar contra el mandatario.
Pero esta vez las fuerzas de seguridad tomaron medidas para evitar que se produjeran protestas ruidosas en los alrededores del colegio donde se encontraba el mandatario.
El prefecto de la zona prohibió los "dispositivos sonoros portátiles", por lo que los gendarmes confiscaron las cacerolas a los manifestantes y los mantuvieron bastante alejados de la delegación del Presidente.
"Los huevos y las cacerolas sirven solo para cocinar en mi casa", comentó Macron a su llegada a Ganges, durante una conversación con el diputado izquierdista Sébastien Rome, quien le señaló que la "resistencia" estaba aunque "no se la oyera".
"¿Se puede salir de una crisis democrática prohibiendo cacerolas?", cuestionó la diputada ecologista, Sandrine Rousseau. Mientras que el portavoz comunista Ian Brossat ironizó: "Esperamos con impaciencia el proyecto de ley que prohibirá (su) venta".
