Durante su investidura el 21 de enero de 2021, Biden dijo: "Voy a poner toda mi alma en esto, en volver a unir a Estados Unidos".
Se refería a las profundas divisiones en la sociedad, ensanchadas durante el mandato de su predecesor, el republicano Donald Trump.
En las elecciones legislativas de noviembre de 2022 no logró eliminar a la derecha radical del panorama político, pero el presidente y su partido la mantuvieron a raya durante unos comicios que transcurrieron en calma.
Biden incluso convenció a varios congresistas conservadores de que apoyaran algunos de sus proyectos de inversión y una ley que protege el matrimonio entre personas del mismo sexo.
También presume de haber promovido la diversidad, eligiendo como vicepresidenta a una mujer, Kamala Harris, y como portavoz a Karine Jean-Pierre, negra y lesbiana.
Pero el presidente, pese a ser afable y centrista, genera división: según una encuesta de Reuters-Ipsos de diciembre de 2022, el 85% de los republicanos desaprueban su política y el 76% de los demócratas la aprueba. Su índice de popularidad entre los votantes sigue siendo bajo, alrededor del 43% a mediados de febrero de 2023.
Estados Unidos ha pasado página de la pandemia de covid-19, una condición para la reactivación económica.
Y las cifras son positivas. La principal economía mundial terminó 2022 con un crecimiento superior al 2% y con una tasa de desempleo por debajo del 4%.
Pero este repunte estuvo acompañado de un aumento histórico de la inflación.
Los precios parecen haberse calmado a principios de 2023, confirmando el pronóstico de Biden, que espera una bajada gradual.
El presidente también adoptó importantes inversiones en infraestructuras, industrias punteras y transición energética.
Pero las desigualdades en Estados Unidos, que son las más pronunciadas de todos los países desarrollados, aumentaron en 2021, por primera vez en diez años.
"Estados Unidos ha vuelto", repite Biden, quien ha restablecido relaciones con los aliados tradicionales mucho más cordiales de lo que eran con su predecesor Trump.
Frente a la invasión de Ucrania por parte de Rusia, lideró la respuesta de Occidente, con sanciones y ayuda militar, y convenció a Suecia y Finlandia de que se unan a la OTAN.
Lo que no impide que anteponga los intereses de Estados Unidos para plantar cara a China.
Prometió poner fin a las guerras de Estados Unidos y ordenó la retirada de Afganistán, que tuvo lugar en agosto de 2021 en medio del caos.
Para reforzar a Estados Unidos en la zona del Pacífico, quitó a Francia un enorme contrato de submarinos con Australia. Tampoco parece importarle que sus proyectos de reindustrialización irriten a los europeos y a algunos países asiáticos.
Una de las primeras decisiones del 46º presidente de Estados Unidos fue volver al gran acuerdo de París sobre el clima.
Biden vincula la preocupación por el medio ambiente y la creación de empleo, por lo que ha votado inversiones faraónicas a favor de la transición energética y la movilidad verde.
Al mismo tiempo se ha esmerado no obstante en proteger el suministro de hidrocarburos de Estados Unidos. Y no ha dudado en transigir con un senador favorable a los combustibles fósiles.
La inmigración, las armas y las minorías son tres temas emblemáticos de las divisiones más profundas de Estados Unidos y de los fracasos de Biden, en parte por su muy limitado margen de maniobra institucional.
El presidente inició su primer mandato sin un claro dominio parlamentario y lo termina con un Congreso dividido: el Senado en poder de los demócratas y la Cámara de Representantes con ligera mayoría republicana.
También tiene en su contra muchos estados gobernados por republicanos radicales y una Corte Suprema muy conservadora.
Biden no prohibió los rifles de asalto, pese a haberlo prometido y a varios tiroteos masivos.
No pudo o no logró hacer nada cuando la Corte Suprema puso fin al derecho constitucional al aborto.
Tampoco ha aprobado una ley para proteger el acceso al voto de los afroestadounidenses. Ni frenó los abusos policiales o la ola de sobredosis por los opioides sintéticos.
El presidente ha puesto fin a la construcción del muro que Trump quería levantar en la frontera con México, pero ni rastro de su promesa de reforma migratoria para abrir la vía a la ciudadanía a millones de migrantes y sobre todo a los "soñadores", los jóvenes que llegaron a Estados Unidos de niños.
Es más, por falta de acuerdo en el Congreso para una reforma migratoria y ante una inmigración masiva, propone limitar al acceso al asilo de los migrantes en la frontera con México, obligándolos a solicitarlo en países por los que transitan o a pedir cita en línea, una política similar a la de Trump, según las ONG's.