Reino Unido ya tiene sus reyes. En una ceremonia cargada de simbolismos y solemnidad,
Carlos III y su esposa
Camila fueron coronados monarcas este sábado en la Abadía de Westminster, formalizando así su llegada al trono tras la muerte de la reina Isabel II en septiembre pasado.
En el momento más importante de este acto protocolario, el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, colocó sobre la cabeza de Carlos III la suntuosa corona de San Eduardo, del siglo XVII y que pesa 2,3 kilos.
Tras colocarle la corona, el arzobispo gritó a la congregación
"Dios salve al Rey", tras lo cual se escucharon trompetas.
Sentado en la silla de roble de San Eduardo, considerado el mueble más antiguo del Reino Unido y colocado sobre un piso de mosaico medieval, Carlos III fue coronado tras recibir las distintas insignias reales, que simbolizan las responsabilidades como el jefe de Estado británico hasta el día de su muerte.
Luego vino el turno de Camila. La reina fue primero ungida con aceite en la cabeza por el arzobispo de Canterbury, quien posteriormente impuso en su cabeza la corona de la Reina María.
Camila recibió de manos del obispo emérito de Londres y de la obispa de Dover el Cetro de la Reina Consorte y la Vara con Paloma de la Reina Consorte.
Según la tradición británica, las esposas de los monarcas son coronadas como reinas, algo que no sucede con los maridos de las reinas, como fue el caso del duque de Edimburgo, Felipe, padre de Carlos III y marido de Isabel II.
Tras la coronación de Camila, el coro cantó un nuevo himno, "Make a joyful noise", compuesto para la ocasión por el prestigioso autor de musicales y bandas sonoras Andrew Lloyd Weber ("Jesucristo Suprstar", "Cats" y "Evita", entre otras).
Revisa aquí ambas coronaciones