La incursión armada de voluntarios rusos auspiciados por Kiev en la región rusa de Belgorod abrió un nuevo frente para el Kremlin y podría favorecer a Ucrania en el campo de batalla, pero también han provocado inquietud en Washington por el uso aparente de vehículos estadounidenses en la operación.
Horas antes de que el Presidente ruso, Vladimir Putin, se reuniera con su Consejo de Seguridad para tratar la crisis provocada por esta operación militar transfronteriza, el vocero del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, se refería a estos hechos en una entrevista con CNN.
"No queremos alentarlo o hacerlo posible,
por supuesto que no queremos que ningún material fabricado en Estados Unidos sea utilizado para atacar suelo ruso", dijo Kirby sobre las imágenes que muestran a los voluntarios armados rusos manejando vehículos militares Humvee y MaxxPro como los enviados por Washington a Ucrania.
En uno de sus comentarios sobre la incursión, que las autoridades de Kiev atribuyen por completo a los dos grupos rebeldes rusos implicados, el asesor de la presidencia ucraniana Mijailo Podolyak dijo sobre el material utilizado: "Como es sabido, en cualquier tienda militar rusa se venden tanques".
La frase replica lo que dijo el Presidente ruso, Vladimir Putin, sobre los uniformes del Ejército ruso que aparecieron en Crimea durante la anexión rusa de la península en 2014.
No atacar territorio ruso con las armas y el equipamiento de defensa recibido es una de las condiciones de todos los paquetes militares que recibe Ucrania, tanto de Estados Unidos como del resto de sus aliados occidentales.
El dilema de Moscú
Según declararon dos voceros de la Legión Libertad para Rusia y del Cuerpo de Voluntarios Rusos, las dos formaciones que protagonizaron la incursión, sus combatientes penetraron decenas de kilómetros en territorio ruso y llegaron a controlar varios pueblos durante "la fase más activa" de la operación.
Mientras que los voluntarios aseguraron no haber sufrido bajas, el Ministerio de Defensa ruso informó de la liquidación de más de 70 infiltrados armados a los que llamaron "terroristas ucranianos", sin hacer referencia al hecho de que al menos una parte de los combatientes eran de nacionalidad rusa.
Fuera el que fuera el desenlace real de la operación, la penetración en su territorio de grupos armados de ciudadanos rusos contrarios al presidente Putin supone una nueva amenaza inesperada para Rusia.
La viceministra de Defensa de Ucrania,
Hanna Malyar, ha dejado entrever la lógica militar de una operación que no habría sido posible sin, como mínimo,
la aquiescencia del Gobierno de Kiev al declarar que la posibilidad de nuevas operaciones transfronterizas de este tipo ponen al Kremlin ante un nuevo dilema.
Según Malyar, Rusia habrá de elegir entre seguir centrando todos sus esfuerzos en el frente de Ucrania o empezar a destinar a una parte de sus tropas y su atención a defender de nuevas expediciones armadas la extensa frontera que Rusia tiene con Ucrania.
El secretario de Seguridad y Defensa Nacional de Ucrania, Oleksii Danilov, advirtió que este tipo de acciones protagonizadas por lo que Kiev ha llamado "rusos descontentos" podrían repetirse en otras regiones rusas cercanas a Ucrania como Briansk, Kursk y Voronezh.
Mientras tanto en sus redes sociales, el Cuerpo de Voluntarios Rusos y la Legión Libertad para Rusia publican constantemente fotografías que probarían su presencia en territorio ruso y las simpatías con que contaría entre sus habitantes.
"Sí, a veces entramos de manera ruidosa y exuberante, como pasó hace poco en la región de Bélgorod", dice uno de los últimos mensajes del Cuerpo de Voluntarios.
"Pero en ocasiones las circunstancias requieren incursiones más silenciosas", añade el mensaje, que va acompañado de una foto de sus combatientes supuestamente fotografiados de nuevo del lado ruso de la frontera.
El texto concluye con una advertencia: "en cualquier caso, la frontera de la Federación Rusa sigue estando llena de grietas, pese a los miles de millones invertidos en fortalecerla".