Bielorrusia anunció este martes la llegada del jefe del grupo paramilitar Wagner, Yevgueni Prigozhin, como parte de un acuerdo que puso fin a su rebelión en Rusia, donde Vladimir Putin aseguró haber evitado una "guerra civil". El jefe de Wagner estaba desaparecido desde el anuncio del fin de su rebelión(, el sábado por la noche, después de 24 horas de caos en las que sus hombres tomaron bases militares y marcharon sobre Moscú, antes de darse la vuelta repentinamente.
Garantías de seguridad de que no serán tampoco perseguidos por la justicia rusa. Los mercenarios que no participaron "directamente" en la sublevación podrán firmar contratos con el Ministerio ruso de Defensa, con lo que se subordinarán al mando del ministro, Serguéi Shoigú, y al jefe del Estado Mayor, Valeri Guerásimov.
Sí, Prigozhin había dicho que no se entregaba hasta que no "tuviera en su poder" a Shoigú y Guerásimov, a quienes hace responsable del "caos" en Ucrania y de la muerte de unos "100.000 soldados rusos" en el frente por su falta de liderazgo.
El enfrentamiento entre el jefe de Wagner y el mando militar llevaba meses subiendo de tensión, pero la gota que colmó el vaso fue el supuesto ataque con misiles por parte de las fuerzas rusas contra un campamento de los mercenarios en la retaguardia en Ucrania.
Ahora muchos analistas y blogueros militares ahora se preguntan si el acuerdo alcanzado entre el Kremlin y Wagner desembocará en los próximos días en la destitución de Shoigú o de Guerásimov.
Que se sepa hasta el momento Shoigú se mantiene en el puesto. La visita que hizo al frente que publicitó hoy su ministerio quiere transmitir este mensaje, si bien en realidad se desconoce si el viaje lo hizo antes o después del motín de los wagneritas.
Por lo pronto han salvado su vida y su futuro profesional sin tener que pasar hasta 20 años entre rejas.
Además de abortar una sublevación con consecuencias imprevisibles para la estructura del poder y para la seguridad de los ciudadanos, el presidente ruso, Vladímir Putin, y Shoigú, han conseguido doblegar a los wagneritas, el grupo armado fuera de la ley más poderoso y peligroso, y obligarles a subordinarse a Defensa.
En junio ordenaron que todas las unidades "voluntarias" de Rusia debían firmar contratos con el ministerio hasta el 1 de julio, algo a lo que se había negado rotundamente Prigozhin.
Además, Putin ha "desarmado" a una personas que inició una lucha entre poderes y que cada vez le desafiaba más, pese a no haber reconocido nunca ambiciones políticas.
Que el Grupo Wagner como tal quedará desmantelado, al menos en Rusia y Ucrania, donde ha estado presente cuando estalló el conflicto en el Donbás en 2014 y de nuevo en la actual guerra en este país iniciada por Rusia en febrero de 2022.
El sábado se bloquearon varias redes sociales de los mercenarios en VKontakte, el Facebook ruso, se desmantelaron vallas publicitarias que había por toda Rusia para reclutar a combatientes, y se eliminaron sus productos de mercadotecnia de comercios electrónicos.
Las empresas militares privadas son ilegales en Rusia, aunque a raíz de la guerra en Ucrania hayan surgido otras en el país, pero actuaban en la sombra como brazo armado del Kremlin en el exterior.
Es una de las grandes incógnitas, aunque en principio podrían seguir operando en otros continentes si el Kremlin así lo desea, pues actúan donde Putin no puede enviar oficialmente fuerzas, por lo que en este sentido le sirven los servicios de los mercenarios.
Los wagneritas han estado en Siria y tienen presencia en varios otros países, desde la República Centroafricana a Mali, Libia y Sudán, aunque Prigozhin recientemente negó que estuvieran en este último país.
En esos países los mercenarios adiestran a las fuerzas, protegen recursos naturales -que también explotan firmas asociados con Wagner, según Occidente-, y luchan como apoyo contra rebeldes armados o yihadistas.