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Santiago: Miércoles 04 de diciembre del 2024 | Actualizado 00:35
El jefe de Gobierno español y líder del Partido Socialista (PSOE) saca cuentas alegres. Finalmente, su decisión de adelantar los comicios tras el descalabro electoral de mayo le resultó y lo dejó en un segundo lugar, pero incluso con dos escaños más de los que consiguió en 2019.
Tras un desempeño deficiente en el primer debate electoral, Sánchez se afirmó y logró, junto con Yolanda Díaz, formar un bloque de resistencia y ataque a la derecha. Ahora, se ve mejor aspectado que sus rivales en su afán por mantenerse en el Ejecutivo, donde será vital la alianza con partidos nacionalistas.
Jornada de dulce y agraz para el líder del Partido Popular (PP). Si bien fue la colectividad más votada, no alcanzó los escaños suficientes para formar gobierno, ni siquiera en alianza con Vox.
El líder conservador lideró una campaña agresiva, impulsado también por los buenos resultados de las elecciones locales de mayo. Salió victorioso del primer debate con Sánchez y luego declinó enfrentarse en un nuevo cara a cara, lo que le valió numerosas críticas. Asimismo, evitó desmarcarse del todo de Vox, sabiendo que le podría ser útil para una alianza.
Acusado de mentir en varios pasajes de la campaña, rectificó un par de veces. Ahora, su llamado es a respetar al partido más votado y permitirle que sea gobierno.
El líder de Vox ya sabe de estas instancias. Durante la campaña ensalzó un discurso directo, centrado en la necesidad de sacar al socialismo del poder, e incluso prometió eliminar diversas reformas impulsadas por el Gobierno de Sánchez.
En el último debate resistió con firmeza los embates de sus adversarios y estaba confiado de que su colectividad lograra buenos resultados. Sin embargo, a Vox le fue peor de lo esperado y si bien se mantiene en el tercer lugar, no es suficiente para formar gobierno con el PP y darle a Abascal la vicepresidencia que tanto anhelaba.
La actual ministra del Trabajo tenía la difícil misión de agrupar a la izquierda radical, golpeada tras la debacle electoral del 28 de mayo, que dejó a Podemos en una pésima posición. Ante esto, Díaz fundó "Sumar" y, bajo la coalición del mismo nombre, reunió a 15 movimientos, entre ellos el partido ahora liderado por Irene Montero.
Se encumbró como una figura más moderada dentro de la izquierda, con un discurso unitario centrado en mantenerse como una opción válida e influyente para seguir en el gobierno junto al PSOE. En esa línea, tomó decisiones polémicas como vetar a la líder de Podemos de las listas electorales, dado que es una figura divisoria.
Ahora, con 31 escaños (4 menos que los obtenidos por Podemos en 2019), Díaz se ilusiona con seguir en el Ejecutivo.
El líder de Euskal Herria Bildu (EH Bildu), también saca cuentas alegres: por primera vez en su historia, este partido vinculado a la extinta ETA superó en votación al Partido Nacionalista Vasco en la lucha de las colectividades independentistas.
Con seis escaños en el Congreso (uno más que en 2019), Otegi sabe que su partido será vital a la hora de votar por el nuevo Gobierno.
Otegi, que celebró los "históricos" resultados, ya lo advirtió: "Nuestra prioridad es impedir que en el Estado gobierne el PP y Vox. Si algo votó el pueblo vasco fue que no quiere un gobierno fascista".
El ex Presidente español y referente del PSOE dio la sorpresa y decidió participar activamente en la campaña electoral de este año, dejando de lado su ostracismo político que lo tuvo más involucrado en el acontecer internacional que en los problemas internos de su país.
Y lo hizo con todo: defendió a muerte a Pedro Sánchez, aseguró que la continuidad del PSOE es lo mejor para España y reivindicó el fin de ETA como un logro de su gobierno, generando un amplio debate.
Su presencia no pasó inadvertida y muchos seguidores del PSOE incluso agradecieron su participación en redes sociales y lo consideraron clave en los resultados del domingo.
Durante el discurso la noche del domingo de Alberto Núñez Feijóo en las afueras de la sede del PP, los simpatizantes reunidos en el lugar comenzaron a gritar "Ayuso, Ayuso", incomodando al líder conservador.
Los cánticos iban aludidos a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, quien fue la gran ganadora en los comicios de mayo pasado y se ha convertido en la gran líder del ala más derechista del PP.
Díaz Ayuso, que decidió mantener el silencio ante los gritos, aseguró que las elecciones las ganó el PP, y el resultado "no puede convertirse en un arma en manos de quienes quieren destruir España".
Ahora, la dirigente madrileña se proyecta como la gran líder del PP.
Tuvo un rol preponderante durante la pandemia como ministro de Salud del Gobierno de Sánchez. Ahora, es sindicado uno de los grandes triunfadores la noche del domingo en su rol de líder del Partido Socialista de Cataluña (PSC).
Por primera vez en 15 años, el PSC triunfó en Cataluña y superó a los partidos independentista, según varios expertos, gracias al liderazgo de Illa.
Ahora, el dirigente catalán podría ser importante en la negociación con los partidos independentistas para votar nuevamente a Sánchez. Él al menos pidió a sus contendores estar "a la altura de los resultados y las circunstancias".
Ambos sumaron 153 escaños, insuficientes para tener la mayoría absoluta y elegir Gobierno. No obstante, a diferencia del PP y Vox, se ven mejor aspectados a la hora de negociar con partidos menores y conseguir los 176 votos.
Tanto el PSOE como Sumar aspiran a continuar en el Ejecutivo, y así lo hicieron ver en la campaña, comportándose como un bloque que advirtió un duro escenario en caso de que venciera Vox.
Ahora, con una aparente primera opción, la coalición de izquierda tendrá que negociar muy bien con los partidos independentistas, lo que podría ser complicado. En caso de fracasar, la posibilidad de una nueva elección general es cierta.
Ciertamente, ambas colectividades esperaban un mejor resultado. Por un lado, el PP aspiraba a lograr 168 escaños, suficientes para tener una mayoría simple en la segunda vuelta del Congreso y gobernar. Por otro, Vox pretendía consolidarse como la tercera fuerza y presionar a los conservadores para formar una coalición de Gobierno. Pero nada de esto resultó.
Ahora, y ante la difícil (y prácticamente imposible) tarea de conseguir los votos de las agrupaciones menores, el PP -que de todos modos obtuvo 47 escaños más que en 2019- ha hecho un llamado al PSOE a "respetar la decisión popular" y permitirles ser gobierno, al ser la colectividad más votada. Un anhelo que también se ve muy complicado.
En tanto Vox, que perdió 19 escaños en esta elección, buscará apoyar un gobierno del PP.
Ambos partidos independentistas catalanes sufrieron duros reveses el domingo, tras sucumbir ante el Partido Socialista. Por un lado, la Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) logró siete escaños en el Congreso, seis menos que en 2019. La colectividad quedó con la misma cantidad que Junts per Catalunya (JxCat), que perdió un diputado.
Pese a estos resultados, las dos agrupaciones asoman vitales a la hora de votar por un nuevo gobierno. Al menos desde ERC advirtieron que evitarán de cualquier forma un Ejecutivo entre el PP y Vox, por lo que están dispuestos a negociar con el PSOE y Sumar.
La cosa es más compleja en JxCat, cuyo líder Carles Puigdemont se encuentra en Bélgica tras huir de la justicia española por su rol en la fallida secesión catalana de 2017. Esta formación ya advirtió que no investirán a Pedro Sánchez "a cambio de nada".
Con seis escaños en el Congreso, EH Bildu se impuso en la contienda vasca y superó por primera vez en la historia al Partido Nacionalista Vasco (PNV) que se quedó con cinco cupos, uno menos que en 2019.
Ambas agrupaciones independentistas también asoman clave para la votación del Gobierno. Desde EH Bildu -votación ligada a la extinta ETA- ya recalcaron que jamás permitirán un Ejecutivo entre el PP y Vox, aunque su apoyo al PSOE igual es polémico.
Desde el PNV, en tanto, remarcaron que si el PSOE y Sumar quieren su apoyo, deberán "plantear decisiones estratégicas para Euskadi y Cataluña".
