La algarabía era total la noche del domingo en la sede del
Partido Socialista español (PSOE). Contra todos los pronósticos, la colectividad liderada por
Pedro Sánchez sorprendió en las elecciones generales y obtuvo el segundo lugar con 122 escaños, dos más que en los comicios de 2019. Un resultado que lo deja en buen pie, considerando que sus rivales del
Partido Popular (PP, derecha) no consiguieron la mayoría absoluta, ni siquiera en alianza con
Vox (ultraderecha).
Finalmente, la arriesgada jugada del Mandatario español de adelantar los comicios para julio, luego del desastre que sufrió el oficialismo en las elecciones locales del pasado 28 de mayo, le resultó. Incluso, las dudas sobre cómo sería la participación justo en medio de las vacaciones de verano quedaron atrás.
Los resultados del domingo vienen a acrecentar el relato que se ha tejido en torno a Sánchez como
un "sobreviviente" de la política española. "Convoqué las elecciones anticipadas porque creía, como he creído siempre, que teníamos como sociedad que decidir qué rumbo tomar", aseguraba la noche del domingo.
"Pedro Sánchez siempre ha sabido aprovechar sus oportunidades arriesgando a todo o nada, pero le ha costado muchos años que le tomaran en serio. En algunos sectores incluso siguen sin hacerlo cinco años después de llegar a La Moncloa. El día que empezó a contar en su entorno sus planes de presentarse a las primarias del PSOE, hace casi 10 años, casi todo el mundo se lo desaconsejó. Le tomaban por loco", recuerda el diario El País, que destacó a su vez las "siete vidas" del gobernante.
Con un escenario más favorable que su rival, el líder del PP Alberto Núñez Feijóo, ahora Sánchez tiene la dura tarea de convencer a los partidos independentistas con representación en el Congreso que le den los votos necesarios (o se abstengan en la elección final) para poder formar un gobierno de coalición junto a la extrema izquierda, representada por Sumar.
Un trabajo que se torna difícil: ya hay agrupaciones que remarcaron que no darán su apoyo por nada y pondrán exigencias que incluso para el PSOE podrían ser casi imposibles de cumplir, según destacó El Mercurio en su editorial.
Una carrera con altibajos
Nacido el 29 de febrero de 1972 en Madrid de una madre funcionaria y de un padre empresario, Pedro Sánchez cursó Economía en Madrid y Bruselas. Concluyó sus estudios con un controvertido doctorado en una universidad privada madrileña, acusado de haber plagiado su tesis, algo que él desmintió insistentemente.
Militante del PSOE desde la adolescencia, un Sánchez por entonces casi desconocido se convirtió en su secretario general en 2014 tras las primeras primarias celebradas en esta formación centenaria. Dos años más tarde, sin embargo, recibiría un duro revés cuando, tras cosechar los peores resultados electorales de la historia del partido, fue defenestrado del liderazgo socialista en una rebelión interna del PSOE.
Pero gracias al apoyo de los militantes,
Sánchez volvió por la puerta grande siete meses después, tras haber hecho campaña en su automóvil por toda España con un puñado de fieles para seducir a los militantes socialistas, que lo reconducirían al frente del partido.
Esta tenacidad lo llevaría al poder en junio de 2018 tras un nuevo golpe de efecto. Aglutinando a toda la izquierda, además de a los independentistas vascos y catalanes, consiguió derribar con una moción de censura al conservador Mariano Rajoy, debilitado por un escándalo de corrupción, y convertirse en presidente del gobierno.
La falta de una mayoría estable le acabó obligando después a convocar dos elecciones legislativas consecutivas en 2019, en las que venció. Finalmente, decidió formar un gobierno de coalición con sus antiguos enemigos íntimos de la izquierda radical de Podemos, con los que logró mantenerse en el poder.
La dura tarea
Pedro Sánchez "tuvo que adaptarse a las situaciones", resume en diálogo con AFP Paloma Román, politóloga de la Universidad Complutense de Madrid, quien describe a este padre de dos adolescentes, a la cabeza de la Internacional Socialista (IS) desde finales del año pasado, como un "sobreviviente" de perfil "pragmático".
Pese a gobernar en minoría, durante su mandato consiguió impulsar un vasto abanico de reformas, como la subida de casi un 50% del salario mínimo, una reforma del mercado laboral destinada a reducir la precariedad o la ley que rehabilita la memoria de las víctimas de la Guerra Civil (1936-1939) y de la dictadura de Francisco Franco (1939-1975).
Pero el líder socialista tuvo que afrontar
numerosas polémicas con la izquierda radical, además de las críticas por el apoyo que recibió su gobierno del partido separatista vasco
EH Bildu, heredero de la vitrina política de ETA, que incomodaron incluso a sectores de su partido y afectaron a su imagen. Esta es una de las colectividades a las que el Mandatario
deberá volver a seducir si pretende conformar una nueva mayoría para seguir gobernando.
De acuerdo con la ley española, el candidato que desea gobernar necesita de la mayoría absoluta del Congreso (176 escaños de 300). Si esto no prospera, pasa a una segunda votación donde se necesita una mayoría simple. Es en esta línea que Sánchez buscará los apoyos de partidos que ya dijeron que jamás respaldarían un Gobierno entre el PP y Vox.
Junto a Sumar -coalición de la que ahora es parte Podemos y que es liderada por la ministra del Trabajo, Yolanda Díaz- el oficialismo cuenta con 153 escaños, por lo que necesita el apoyo de EH Bildu (7), los catalanes de ERC (7) y el Partido Nacionalista Vasco (5) y la abstención de Junts per Catalunya (7) para al menos lograr una mayoría simple que le permita ganar en la segunda votación.
Pero no la va a tener fácil. Ya desde Junts per Catalunya -partido liderado por Carles Puigdemont, quien huyó a Bélgica para evitar la cárcel por su rol en el frustrado intento independentista catalán- advirtieron que exigirán una serie de puntos, como la liberación de los presos catalanes por su rol en el intento secesionista y la celebración de un referéndum de este tipo.
Puntos que, claramente, Sánchez y el PSOE no están dispuestos a conceder. Esto llevará a una intensa negociación que, en caso de no prosperar, podría concluir a la convocatoria de nuevas elecciones generales, algo que el Mandatario quiere evitar de todas formas ¿Podrá salir victorioso? Habrá que verlo.