Ya está todo listo en Nueva Delhi para recibir este fin de semana a los líderes de las 20 economías más grandes del planeta que participarán en la cumbre del llamado G20, y es ahí donde el país anfitrión, India, no ha escatimado en gastos ni detalles, a sabiendas de que los ojos del mundo estarán puestos en este evento. Todo esto suma para un fin mayor: posicionarse como una de las naciones líderes a nivel global.
El primer ministro, el nacionalista Narendra Modi, ha utilizado la presidencia del G20 para pulir su imagen dentro y fuera del país, en un ejercicio de promoción de marca para afirmar el lugar de India en el mundo antes de las elecciones generales del próximo año.
En el último tiempo,
India ha crecido a pasos agigantados en numerosos tópicos, posicionándose entre los países a tener consideración en un mundo agobiado por una guerra sin solución inmediata y numerosas tensiones entre las potencias globales.
El panorama lo dice todo: India superó el año pasado a su ex potencia colonial Reino Unido para convertirse en la quinta mayor economía del mundo, y este año sobrepasó a China como el país más poblado del planeta, con casi 1.500 millones de habitantes.
"Antes había una Guerra Fría y no queríamos tomar parte porque éramos un país poscolonial que no deseaba seguir a nadie. Pero los tiempos han cambiado. Nuestra economía ha mejorado y tenemos más interés en la participación internacional, más confianza y un fuerte sentimiento de independencia", explicó semanas atrás el canciller indio, Subrahmanyam Jaishankar, durante un encuentro con medios internacionales, según recogió la agencia española Colpisa.
De esta forma, el Gobierno de Modi sabe muy bien que esta cumbre es solo un aspecto a tener en cuenta en su gran aspiración de convertirse en una nación referente a nivel planetario.
Posicionamiento en cumbres y neutralidad en la guerra
Desde que asumió en 2014, Narendra Modi ha buscado el posicionamiento internacional de India. Desde entonces, se ha sumado a diversas instancias, con la finalidad de mostrarse como un actor principal en este mundo globalizado. Y en casi una década, ha logrado sus metas en ese sentido.
"Las visitas al extranjero del primer ministro indio Narendra Modi son acontecimientos cuidadosamente coreografiados que siempre tienen en cuenta sus repercusiones internas", aseguró Eduardo Vior, en una columna de la agencia argentina Télam, destacando la cercanía que ha tenido con diversos líderes mundiales.
Recordada es
la visita oficial en 2020 del entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que fue recibido bajo un baño de masas y mucha parafernalia, mostrando una clara complicidad con Modi. Tras la salida del poder del líder republicano, las relaciones con Washington no decayeron, y se han mantenido en un nivel alto ahora con
Joe Biden en la Casa Blanca.
Esta cercanía con el gigante norteamericano ha quedado demostrada con su participación en la alianza "Quad" (Diálogo de Seguridad Cuadrilateral), precisamente junto a Estados Unidos, Australia y Japón, encendiendo las alarmas en Asia.
Pese a estos acercamientos, India ha optado por mantener una relación cordial con todos. Así como se ha acercado a Washington, también mantiene lazos con Rusia, como ha quedado demostrado en el grupo de los BRICS, junto a Brasil, China y Sudáfrica. Así lo explicó Vior: "El gobierno nacionalista de India (en el poder desde 2014) trata de mantener buenas relaciones con todos los países (excepto Pakistán), porque quiere convertir a su país en una 'nueva China' y para ello necesita comercio e inversiones de todas partes y en todas partes".
"El gobierno nacionalista de India (en el poder desde 2014) trata de mantener buenas relaciones con todos los países (excepto Pakistán), porque quiere convertir a su país en una 'nueva China' y para ello necesita comercio e inversiones de todas partes y en todas partes"
Eduardo Vior
Siguiendo esa misión, el país asiático ha optado por mantener una postura neutral ante
la guerra en Ucrania, lo que le ha valido diversas críticas desde las potencias occidentales, que han llamado a tratar este tema en la cumbre del G20, pese a la reticencia de Nueva Delhi.
Desviar el foco de la guerra ha sido uno de los principales desafíos para India en su presidencia del G20. Además de no invitar al presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, a la cumbre, ha insistido en los sucesivos foros del grupo en dejar a un lado el tema de Ucrania para no interferir en otros asuntos de relevancia como la deuda, la acción climática o la transformación tecnológica.
A ojos del Gobierno de Modi, el G20 "no está hecho realmente para resolver cuestiones de paz y conflicto. Entonces, en ese sentido, la capacidad del G20 para resolver este conflicto o mediar en este conflicto es bastante limitada", explicó a EFE el jefe del Programa de Estudios Estratégicos de la Observer Research Foundation (ORF), Harsh V. Pant.
Centrarse en las preocupaciones del mundo en desarrollo en vez de en la guerra "tal vez pueda ser un mecanismo mediante el cual se pueda generar algún tipo de consenso. Y creo que ese sería el objetivo en la cumbre del G20", dijo Pant.
Es así como el país asiático logrará demostrar ante Los Veinte "su capacidad para tender puentes entre las diferentes partes interesadas en la agenda de gobernanza global y también ser capaz de articular un papel para sí misma en el orden multilateral, donde realmente no está presente desde hace algún tiempo", concluyó.
La lucha con China
Este ascenso indio en la agenda global, no obstante, es mirado con recelo por China. El llamado "gigante asiático", que hoy es la segunda mayor economía del planeta, ha sido protagonista de una serie de tensiones con India que han subido de tono en el último tiempo. Un ejemplo claro de esto es la ausencia del Presidente chino, Xi Jinping, en la cumbre del G20, lo que ha sido interpretado como una declaración política dirigida a Modi.
Las relaciones India-China se deterioraron gravemente en junio de 2020 tras un choque fronterizo en el valle de Galwan, en el Himalaya occidental, el peor en 45 años entre las potencias nucleares, en el que murieron al menos 20 soldados indios y 76 resultaron heridos, mientras que Beijing reconoció cuatro muertos y un herido de gravedad.
A pesar de las declaraciones de búsqueda de normalidad por ambas partes y
19 rondas de conversaciones militares para rebajar la tensión a lo largo de la Línea de Control Actual (LAC o frontera de facto), las relaciones bilaterales entre los dos países más poblados del mundo se encuentran en un momento crítico.
India y China mantienen una histórica disputa por algunas regiones del Himalaya, como el Aksai Chin administrado por Beijing y que la India reclama.
Las tensiones crecieron a principios del pasado abril, cuando China renombró unilateralmente once lugares de la región de Arunachal Pradesh, controlada por Nueva Delhi y reclamada por Beijing.
Esto se agravó en agosto, luego de la publicación de un mapa oficial de China con estos territorios, días después de que Narendra Modi y Xi Jinping se viera las caras en la cumbre de los BRICS celebrada en Sudáfrica.
Misiones espaciales
Más allá del tema político y económico, India también ha buscado posicionarse desde el lado científico, sumándose a esta versión 2.0 de la "carrera espacial" en la que están países como Estados Unidos y China.
Nueva Delhi dispone de un programa aeroespacial con un presupuesto relativamente bajo en comparación con otras potencias, sin embargo, su dispositivo ha crecido notablemente desde que envió por primera vez una sonda a la órbita de la Luna en 2008.
Los expertos aseguran que India consigue estos bajos costos reproduciendo y adaptando tecnología espacial existente y aprovechando la abundancia de ingenieros altamente capacitados que cobran mucho menos que sus homólogos extranjeros.
La llegada a la Luna hace dos semanas del Chandrayaan-3 (que significa "nave lunar" en sánscrito) convirtió a India en el cuarto país en lograr una operación de este tipo, tras Estados Unidos, Rusia y China. Costó menos de 75 millones de dólares. Asimismo, el robot explorador indio Pragyan ("sabiduría" en sánscrito) confirmó la presencia de azufre en el polo sur del satélite natural.
Chandrayaan-3 cautivó la atención pública desde su lanzamiento ante miles de espectadores. Políticos celebraron rituales hindúes para desear éxito a la misión y los alumnos de escuelas siguieron desde las aulas los momentos finales del alunizaje a través de trasmisiones en vivo.
Y el sábado pasado, India sumó un nuevo logro tras el lanzamiento de un cohete que transporta una sonda para un viaje hacia el centro del sistema solar. La misión lleva instrumentos científicos para observar las capas más externas del Sol, en un viaje de cuatro meses.
India lleva años impulsando su política aeroespacial. En 2014, se convirtió en
la primera nación asiática en poner un satélite en órbita alrededor de Marte y el próximo año tiene previsto lanzar una misión tripulada de tres días en la órbita de la Tierra.
También planea una misión conjunta con Japón para enviar otra sonda a la Luna en 2025 y una misión orbital a Venus en los próximos dos años.
Los planes de India en su afán por seguir posicionándose a nivel planetario ¿Lo logrará?