La gastronomía peruana es reconocida a nivel mundial por el sabor único de sus preparaciones y la variedad de sus platos e ingredientes. Además, varios de sus chef y restaurantes se encuentran entre los mejores del orbe, según diversos rankings internacionales.
16,6 millonesde habitantes,de los 33 millones que tiene Perú, están en inseguridad alimentaria moderada y grave
Pero este estatus del que goza la cocina peruana choca de frente con una lapidaria realidad: Perú es el país que sufre la mayor inseguridad alimentaria de la región.
Fue en 2022 que la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) lanzó una alerta advirtiendo que "Perú se había convertido en el país con mayor inseguridad alimentaria de Sudamérica".
Según el reporte de la entidad –que mide la inseguridad alimentaria en base a variables como la falta de ingresos para obtener comida, no acceder a tres comidas diarias, subalimentación, anemia, obesidad o sobrepeso–, de los 33 millones de habitantes que tiene el país, 16,6 millones están en inseguridad alimentaria moderada y grave, el doble que en 2019.
FAO: "Es una paradoja y una tragedia"
En las barriadas de Lima, los pobladores acuden a las ollas comunes para recibir la que será su única comida de la jornada.
Con su hijo de un año cargado en la espalda en una manta, Ana Cristina Sucño espera en la fila con dos tazones de plástico los tallarines con menudencias (interior) de pollo que almorzarán.
Las patas, espinazos y sangrecita de pollo se han convertido en la principal alternativa alimenticia de quienes participan en la olla comunal Corazón de Jesús, que funciona en la cima de un cerro del populoso distrito de Villa María del Triunfo.
Este menú austero y apenas nutritivo cuesta 0,37 centavos de dólar (unos 240 pesos chilenos), en la misma ciudad donde las delicias de reconocidos chefs como Gastón Acurio o Virgilio Martínez, del restaurante Central de Lima –número uno mundial de la gastronomía, según la clasificación británica Best Restaurants– cuestan 330 dólares (unos 300 mil pesos chilenos) por comensal.
"Es una absoluta paradoja que un país que produce alimentos, con una biodiversidad enorme, no los pueda consumir porque son caros. Es una tragedia tener esa riqueza gastronómica y no poder acceder a los alimentos que da el suelo peruano", afirma la representante de la FAO en Perú, Mariana Escobar.
Mujeres y niños sufren anemia por el bajo consumo de proteínas
Las ollas comunes se volvieron una de las caras de la pandemia ante el aumento de la pobreza. Solo en Lima surgieron unas 2.500 organizaciones de comedores comunales, atendiendo a un cuarto de millón de familias desde 2020.
La olla comunal Corazón de Jesús funciona en una casa de madera con techo de hojalata, donde se preparan 90 raciones diarias para 23 familias. Ahí cada mañana dos mujeres prenden el fogón y arrojan cebollas, patas de pollo y fideos a una olla ennegrecida por el hollín.
"Comer carne es un lujo, yo no compro carne. Lo que compro son menudencias de pollo", dice María Cristina Sucño, de 23 años. "Nuestros hijos no se nutren. Las menudencias no las compramos por grandes cantidades, no alcanza el dinero", lamenta Rosa Huachaca, de 39 años y madre de tres hijos, de 3 meses, 5 y 18 años.
La mujer cuenta que los niños y madres gestantes del barrio sufren de desnutrición y anemia por el bajo consumo de hierro y proteínas como la carne.
"En Perú a veces no se puede adquirir los alimentos y por eso los niños están viviendo en desnutrición", señala Wendy Andrade, de 30 años, madre de dos hijos de 9 y 3 años.
La representante de la FAO advierte que "el panorama es bien complejo, sombrío, en un país que tiene una economía en desaceleración y que crecerá poco este año. El fenómeno de El Niño agrega otra razón para que la situación de Perú sea un caso preocupante en la región".