Antony Blinken y el Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu.
EFE
El secretario de Estado de Estados Unidos,
Antony Blinken, llegó a Israel el viernes para presionar a fin de que se permita la entrada de más ayuda humanitaria en la sitiada Franja mientras las tropas israelíes estrechaban su cerco sobre la Ciudad de Gaza, el centro de su campaña para aplastar a Hamás, el grupo insurgente que gobierna el enclave palestino.
En la frontera norte de Israel, las tensiones seguían aumentando antes del
discurso que dará más tarde el viernes el líder de Hezbollá, Hassan Nasrallah, su primera declaración pública desde el ataque de Hamás a Israel el mes pasado, avivando el temor a que el conflicto se extienda a la región.
Hezbollá, aliado de Hamás, atacó el jueves posiciones israelíes en el norte con aviones no tripulados, morteros y drones suicidas. El Ejército israelí dijo que respondió con aviones de combate y helicópteros armados.
Desde el inicio de la guerra en Gaza el 7 de octubre, Hezbollá ha estado dando pasos calculados para mantener ocupado al Ejército israelí en la frontera libanesa, pero no hasta el punto de desencadenar otro choque.
Más de 9.000 palestinos han perdido la vida en Gaza desde el inicio del conflicto, y
otras murieron 1.400 en Israel, en su mayoría civiles asesinados durante la letal incursión insurgente.
Blinken realizaba el viernes su tercera visita a Israel desde el ataque de Hamás. En esta ocasión
viajará a Tel Aviv y Amán, la capital de Jordania, después de que el Presidente Joe Biden sugirió una "pausa" humanitaria en los combates. El objetivo sería
permitir la entrada de más ayuda al enclave, y la salida de más ciudadanos extranjeros y heridos. Unas 800 personas abandonaron el territorio en los dos últimos días.
Israel no respondió de inmediato a la idea de Biden, pero su Primer Ministro, Benjamin Netanyahu, quien ya había descartado antes un alto el fuego, dijo el jueves que "estamos avanzando (...) Nada nos detendrá". El Mandatario prometió destruir el gobierno de Hamás.
Estados Unidos ha prometido un respaldo inquebrantable a Israel luego de que los insurgentes de Hamás mataron a cientos de hombres, mujeres y niños el 7 de octubre, y tomaron a unas 240 personas como rehenes.
Al mismo tiempo, la Casa Blanca ha presionado para que Israel permita la entrada de más ayuda a Gaza ante la creciente alarma por la crisis humanitaria.
Más de 3.700 menores palestinos han fallecidos en los 25 días de combates, según el Ministerio de Salud de Gaza, dirigido por Hamás. Los bombardeos han llevado a
más de la mitad de los 2,3 millones de residentes del enclave a huir de sus hogares. La comida, el agua y el combustible escasean debido al sitio israelí, y los desbordados hospitales advierten que están al borde del colapso.
Israel ha permitido la entrada de más de 260 camiones con alimentos y medicamentos a través del paso fronterizo de Rafah, en la frontera con Egipto,
pero los cooperantes dicen que no son suficientes.
Las autoridades israelíes han prohibido el envío de combustible, alegando que Hamás lo acapara para uso militar y podría robar los nuevos suministros.