Las elecciones de este domingo en Austria tuvieron como triunfador al partido ultraderechista FPÖ, liderado por Herbert Kickl, imponiéndose sobre el actual partido gobernante ÖVP con un 29,1%. Se trata de un hito histórico, pues desde la II Guerra Mundial que ningún partido de ese sector era el más votado del país.
Sin embargo, las posibilidades de gobernar son difíciles, pues según los sondeos Kickl es el político con mayor rechazo en el país, a lo que se suma la rotunda negativa de diversos partidos políticos a formar una coalición con él.
Durante el periodo de campaña, Kickl se autodenominó como el "canciller del pueblo" y apuntó a las demás formaciones como los "traidores del pueblo".
Nacido en Carintia en 1968, fue el primer miembro de su familia en asistir a la universidad, donde cursó una carrera de Filosofía. Ahí comenzó su admiración a Jörg Haider, anterior líder de su partido y inició su rechazo a la ideología política de izquierdista.
Fueron justamente las críticas a los partidos tradicionales, la inmigración y la oratoria populista de Haider, que llevaron a Kickl a unirse al FPÖ en 1995.
Según su biografía, además estudió historia y ciencias políticas, pero no terminó ninguna carrera. Aficionado a correr maratones, se caracteriza por mantenerse lejos de la mirada pública, negando todo tipo de entrevistas y evitando utilizar redes sociales. En una ocasión sostuvo que de encontrarse en un barco, estaría "en la sala de máquinas" y no "en la cena de gala del capitán".
No destaca por su carisma personal, pero sí lo hace por ser un estratega y un orador parlamentario. De hecho, durante años escribió los discursos Haider.
Llegó a la presidencia del partido federal en julio de 2021 y del partido parlamentario en el Consejo Nacional en 2019. Previamente, fue secretario de la tienda por 12 años para asumir en 2017 como ministro del Interior, durante el Gobierno de coalición del ÖVP, cargo que mantuvo durante dos años.
Durante ese periodo hizo cambios en los servicios de inteligencia interior (BVT), los que llevaron a agencias extranjeras a abandonar sus colaboraciones. También, aquellos que investigaban los vínculos del FPÖ con Rusia o las extremas derechas de Europa, fueron desvinculados e investigados. Luego, el BVT tuvo que ser refundado (DNS) para que recuperara su credibilidad a nivel internacional.
Posteriormente -cuando llegó a liderar su partido- comenzaron sus discursos cada vez más radicales, donde defendía el actuar de Rusia con Ucrania y respaldaba al líder húngaro, Viktor Orbán.
Plandemia, inmigración y la inexistencia del cambio climático
Calificado por algunos como un "populista radical", se presenta como el líder de una formación de patriotas. Bajo el lema "Austria primero", rechaza la inmigración y se inclina por la "remigración", lo que sería la expulsión de ciudadanos no europeos, para recuperar la homogeneidad racial y cultural del continente. En la misma línea aboga a que se rechacen todas las solicitudes de asilo y las fronteras sean cerradas.
También, ha sido el difusor de la hipótesis sobre el plan de las "élites" para reemplazar a la población europea blanca por inmigrantes. Además, rechaza la Convención Europea de Derechos Humanos, el colectivo LGTBIQ+ y califica el aborto como una "arbitrariedad personal".
En cuanto al cambio climático, niega que sea responsabilidad de la sociedad. Sobre el covid-19, sería una "plandemia", salida de un laboratorio. Fue más allá. Durante el periodo de confinamiento, se convirtió en principal opositor, organizó manifestaciones y se negó a utilizar mascarillas, también rechazó las vacunas ofrecidas y recomendó consumir un medicamento para desparasitar caballos como alternativa.
Con dichos que se podrían considerar racistas, xenofóbicos, homofóbicos y de extrema derecha, Kickl obtuvo casi el 30% de los votos e impuso a la extrema derecha en las elecciones, situación que no ocurría desde 1945, durante la Segunda Guerra Mundial. "Los votantes han hablado", expresó Kickl tras conocer los resultados.