SANTIAGO.- Gran revuelo causó
la apertura de la "bóveda del fin del mundo", el Banco de Semillas de la isla noruega de Svalbard, que contiene semillas de gran parte de las especies vegetales de todo el globo. La causa: suplir las pérdidas causadas por la guerra en Siria.
Si bien esta noticia puede parecernos lejana, en Chile también existe una bóveda de este tipo: tiene una capacidad para conservar toda la población vegetal del país, y su fin es resguardar los distintos cultivos de la flora nacional, para que en caso de catástrofes, guerras o pestes agrícolas, puedan ser recuperados.
Se trata del banco de semillas "Intihuasi" del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), el cual está ubicado en Vicuña (región de Coquimbo) y es uno de los más grandes de Latinoamérica, conservando 15.500 semillas de 1.190 especies.
Sin embargo, dicha cifra sólo ocupa el 22% de su capacidad total, la cual alcanza las 72 mil muestras.
Para conservar las semillas, éstas se mantienen en una infraestructura antisísmica y antialuviones, a una temperatura de -18° y a un 20% de humedad relativa, lo que permitiría resguardarlas por al menos 50 años.
Para el ingeniero agrónomo de la Universidad Católica y experto en semillas, Samuel Contreras, la importancia de este mecanismo es que "cada especie y variedad puede presentar características (asociadas a ciertos genes) que hoy no nos parezcan tan importantes, pero que mañana podrían ser muy valiosos como fuente de variabilidad en programas de mejoramiento genético".
Especies para el futuro
Según explica a Emol el investigador a cargo de Intihuasi, Pedro León, lo que se busca es que las especies puedan perdurar en el tiempo, y sostiene que a pesar de las catástrofes vividas en Chile, esta "bóveda" jamás ha sido abierta.
"Como es a largo plazo, se sacan sólo en casos extremos, como en Svalbard (…) en caso de que alguna semilla, algún material genético o especie antigua se pierda", afirmó.
El investigador comenta que en Chile se cuenta con cuatro "Bancos Activos" en las regiones Metropolitana, Biobío, La Araucanía y Los Lagos, en los que se almacenan a corto plazo copias de las muestras originales para utilizar de forma más frecuente.
"Se distribuyen, por ejemplo, cuando un agricultor quiere recuperar una siembra, cuando busca una muestra muy antigua, cuando hay peligro de extinción o si se quiere hacer una investigación", aseguró.
Todos estos bancos son responsables de la conservación de semillas de especies ornamentales, medicinales, forrajeras y también para la alimentación humana. Por esto, León hizo un llamado a las autoridades a poner más atención en la iniciativa.
"El 50% de la flora de Chile es única (…) si nosotros como país no hacemos el esfuerzo y ponemos los recursos necesarios para que estos materiales permanezcan para las futuras generaciones, se van a perder. Se está haciendo algo, pero aún falta", enfatizó.
Actualmente el 25% de las especies chilenas se encuentran resguardadas. Se espera que para 2020, la cifra aumente al doble y, así, se pueda avanzar en el objetivo de conservar el 100% de las plantas nativas.