Héctor Aravena, El Mercurio
SANTIAGO.- El 22% de la superficie del país presenta en algún grado síntomas de desertificación, el 80% muestra signos de degradación del suelo y el 72% efectos de la sequía. Ese es el diagnóstico con que Chile está actualizando su estrategia y plan nacional 2016-2030 ante la Convención ONU para la Lucha contra la Desertificación y la Sequía (Cnuld).
La acción combinada de los tres problemas afecta al 76% del territorio nacional: 57,5 millones de hectáreas donde viven 11,6 millones de personas (65% de la población nacional), señala "El Mercurio".
El problema se agudiza entre las regiones IV y VIII. Las regiones de Coquimbo, Valparaíso, O’Higgins y Metropolitana concentran el 70% de las 101 comunas del país que presentan en forma simultánea síntomas graves de esos tres factores.
Las conclusiones fueron obtenidas tras analizar y cruzar antecedentes meteorológicos y bioclimáticos (lluvias y temperaturas de los últimos 60 años), datos fisiográficos (catastro de vegetación, riesgos de erosión y estadísticas de la Dirección General de Aguas), e indicadores socioeconómicos y de recursos naturales y medioambiente, entre ellos los incendios forestales entre 1985 y 2014, y las quemas agrícolas entre 2008 y 2013.
Todo ello permite elaborar un nuevo mapa que muestre los alcances que hoy presenta en el territorio nacional la pérdida de variabilidad y productividad ecológica y económica de sus suelos e identificar las zonas más conflictivas. El antecedente anterior, el "mapa preliminar de la desertificación en Chile" elaborado por la Corporación Nacional Forestal (Conaf) en 1999 ya mostraba que el 93% de las 290 comunas analizadas presentaba algún grado de desertificación.
"En términos globales, el alcance no ha variado mucho. Pero lo que antes era un problema moderado, pasó a ser grave. Los sistemas de prevención están fallando", dijo el ingeniero forestal Efraín Duarte, de la consultora "Sud Austral", autor del estudio. En ello han sido determinantes los últimos siete años de sequía.
El coordinador nacional de Bosques y Cambio Climático de Conaf, Ángelo Sartori, admite que ello demuestra que los instrumentos estatales aplicados hasta ahora no han atacado el problema central.
"No son años perdidos, ha habido experiencias exitosas. Pero se requiere nuevos enfoques", aseveró.
En este sentido, el diagnóstico actualizado aplica los nuevos conceptos sancionados por la Convención en 2015 para alinear las estrategias en la materia. Ellos establecen una categoría especial de "degradación del suelo" (erosión y pérdida de productividad biológica y económica). Si afectan a los que ya tienen aridez, el fenómeno pasa a ser "desertificación".
La sequía, déficit de lluvias en relación a los registros históricos, también se entiende como un problema aparte, que agudiza los otros dos.
Los resultados del estudio están socializándose en talleres en la Región Metropolitana, Coquimbo y ahora en Viña del Mar entre servicios públicos y cooperativas agrícolas, antes de presentarlo a la Convención ONU.