La crisis provocó protestas en la Isla Grande.
Uno
SANTIAGO.- Es de Valdivia, pero también se ha visto afectado por la marea roja en Chiloé que los científicos atribuyen al cambio climático y los pescadores, al vertimiento de toneladas de salmones muertos. Se llama Juan Lienlao (59) y esta es su experiencia.
"Compramos los productos que recolectan los mariscadores y los buzos; los procesamos y los distribuimos hasta Valparaíso", cuenta a
El Mercurio.
El comerciante explica que desde que el producto se saca del mar y llega a la mesa, participan una mil personas.
"Es una cadena larguísima. Debemos ser unos mil intermediarios. Cada uno trabaja con ocho o 10 personas, como mínimo. Además, están los transportistas, con un conductor y dos cargadores por camión.
A eso, añade, "hay que sumarle las personas del destino, como por ejemplo el terminal pesquero de Santiago, que trabajan aún con más personas. Todos quedan paralizados si los mariscos están contaminados".
Juan Lienlao cuenta que "más del 80% del marisco que se consume en el país sale de Chiloé. En otras zonas, como en Valdivia o en Talcahuano, ya no quedan. En esta zona, si no hay mariscos, no hay movimiento y la ciudad colapsa".
"No hay dinero para ir a comprar. Empieza a mermar considerablemente el ingreso. Todos empezamos a tener problemas. No son solo los buzos mariscadores, también el comercio. Es para todos. Nadie tiene plata y esto va para largo tiempo".
La mesa de diálogo entre los pescadores y el gobierno está quebrada, debido a que la oferta económica del Ministerio de Economía fue desechada por "insuficiente".
El obispo de Ancud, José María Agurto, llamó a las partes a retomar las conversaciones para salir de la crisis, que tiene a Chiloé con los caminos parcialmente cortados.
