SANTIAGO.- Tres escuadras de carabineros de Fuerzas Especiales, unos 24 funcionarios, fueron destinadas desde temprano a vigilar el entorno de la Iglesia de la Gratitud Nacional.
Junto con ello, se instalaron vallas papales con el fin de aislar el recinto, que en ocasiones anteriores había sido blanco de atentados con bombas molotov, rayados y otros actos violentos.
Pero fuentes institucionales explicaron a
"El Mercurio" que dada la gravedad de los incidentes que recrudecieron cerca de las 13:00 horas, fue necesario mover a parte del personal. Un grupo de ellos debió actuar en las cercanías de la iglesia, donde vándalos encapuchados atacaron una farmacia Ahumada y otras casas comerciales con la intención de saquearlas.
Otro grupo tuvo que trasladarse hasta la Universidad de Santiago, pues el rector Juan Manuel Zolezzi pidió el ingreso de la fuerza pública al recinto, dado los graves actos de vandalismo que estaban ocurriendo en el plantel.
Pero a través de las cámaras de seguridad se mantuvo la vigilancia del templo. No obstante, una fuente policial explicó que el tiro de la cámara que apuntaba directamente a la puerta que fue forzada tenía dificultades visuales. Los policías solo se percataron de que siete individuos habían ingresado cuando vieron que salían del templo con bultos de ropa y el Cristo, que fue destruido en plena calle.
Según se señaló, Fuerzas Especiales demoró un minuto 40 segundos en retornar al lugar. Los delincuentes encapuchados escaparon.
Hubo un detenido. Pero en el examen de las imágenes grabadas no se logró establecer que había participado en el grave acto de vandalismo. Las ropas que vestían no concordaban con las de los sujetos registrados por las cámaras.
En las cercanías hubo otros tres individuos aprehendidos por lanzar bombas molotov. Pero ninguno de estos artefactos fue arrojado a la iglesia, como había ocurrido en ocasiones anteriores, se dijo.