SANTIAGO.- Durante casi una década, el productor de televisión Francisco Adriazola ha dedicado un día de la semana a cocinar como voluntario en una casa de acogida del Hogar de Cristo para mujeres agredidas. "No estoy ahí para sentirme bien como voluntario (...) es un trabajo que hay que hacer para que nuestro país sea más justo", explica.
Casos como el suyo son los menos, según estableció la tercera versión del Índice de Solidaridad, elaborado por la encuesta Foco Ciudadano del Centro de Medición MIDE UC, informa "
El Mercurio".
El índice alcanzó un promedio de 2,9, en la parte baja de una escala de 1 a 10. Un desglose del indicador muestra que mientras la donación de dinero logró un 5,8, la donación material apenas tuvo 1,6. Peor aún quedó la donación de tiempo personal, con 1,4.
El estudio consultó en diciembre de 2015 a 1.300 personas de 18 a 64 años en zonas urbanas de cinco de las regiones más pobladas del país.
El director alterno de MIDE UC e investigador del Centro de Conflicto y Cohesión Social, Roberto González, explica que "lo que queremos mostrar acá no es solo la foto que no nos gusta, sino señalar el camino por donde promover estas conductas solidarias, ya que son educables en la población".
Según el académico, cuando en un país hay un mayor número de personas que ayudan a otros, fuera de su familia o círculo más cercano, "esto hace que las personas cubran aquellos aspectos que el Estado no da. En los países donde hay más cohesión social, tiene ciudadanos más comprometidos".
La encuesta se aplicó al final de un año en que Chile sufrió ocho catástrofes, como los aluviones de Atacama y la erupción del Calbuco. Y en ese período aumentó la donación de dinero, pero cayó la de materiales.
Una de las hipótesis que se analizan es que las instituciones que organizan la ayuda llamaron a donar dinero en vez de especies, pues a menudo se recibía ropa en mal estado.
El estudio también concluye que cuando las personas tienen un mayor involucramiento ciudadano en la esfera política, tienden a ser más solidarias.
En ese contexto, el 53% de los chilenos se muestran como desilusionados retraídos; es decir, presentan baja participación y altos niveles de descontento en el ámbito político. Este grupo presenta el menor índice de solidaridad, con 2,7 puntos. En cambio, los que se denominan desilusionados rebeldes (12%), que tienen altos niveles de participación política y descontento, exhiben los mayores niveles en el índice de solidaridad, con 3,3 puntos.
