SANTIAGO.- Compleja. Así definió el fiscal regional de La Araucanía Cristián Paredes, la investigación que llevó a la detención de los involucrados en la colocación de un artefacto explosivo de alto poder en uno de los muros de la cárcel de Temuco y que de haber detonado pudo provocar serios daños e incluso muertes.
Y no es para menos, pues tras el hallazgo el equipo a cargo del caso compuesto por los efectivos de inteligencia de Carabineros y de la fiscalía de Alta Complejidad, sólo tenían dos pistas: Las grabaciones de las cámaras de seguridad de las inmediaciones y una caja de zapatos con un código de barras.
Y fue precisamente este último elemento el que sirvió para dar con el primer implicado.
El fiscal Paredes reveló que el equipo investigador acudió a la tienda donde había sido vendido el calzado, en la misma ciudad de Temuco.
"Se determinó que se compraron cuatro calzados iguales, pero se establece que una de las compras se hizo con tarjeta de crédito", sostuvo.
El plástico pertenecería a Viviana Quidel Colimán, quien a su vez es cuñada del reo Samuel Nahuelpán Bravo –líder del grupo-, y quien fue la persona que habría guardado en su casa los explosivos y se elaboró la bomba.
Ella quedó en libertad en la formalización de este miércoles, pero el fiscal Paredes ya anunció que apelará a la decisión del tribunal e Garantía de Temuco.
Mientras se resolvía esa arista de la investigación, paralelamente, otra parte del equipo investigador analizó las cámaras de seguridad ubicadas en el exterior y en el interior del recinto penal.
"Se puede ver que un grupo de internos se apartó de la muralla, lo que denotaba un conocimiento", añadió.
Por último, se hizo un rastreo por las redes sociales y se encontró la fotografía de uno de los imputados a bordo del vehículo que quedó grabado en las imágenes de seguridad.
"Se hizo un cruce de información y se estableció que se trataba del vehículo ocupado para transporte y colocación de la bomba", dijo el persecutor. El resto ya es historia conocida.
