La semana pasada, la entonces consejera regional anunció oficialmente que representará a Chile Vamos como su candidata a la alcaldía de Maipú. Una apuesta que asume sólo dos meses después de ser madre por tercera vez y que considera la cosecha de un proyecto que comenzó junto a su marido hace más de cuatro años, cuando se fueron a vivir a la segunda comuna más grande de Santiago.
"Me siento muy preparada para representarlos”, aseguró a revista Viernes.
-¿Por qué hoy estás preparada para asumir el desafío de ser alcaldesa?
Es algo que se empezó a dar de a poco hace más de un año, la gente gritaba en la calle, empezaron a hacer peticiones y eso fue tomando fuerza. Cuando llegaron las fechas para decidir si asumiría el desafío, hace unos seis meses, Chile Vamos se acercó a hacerme una propuesta. Y hoy me siento preparada, porque en el rol que tuve como CORE me quedaba corta con las herramientas y los recursos. Haber sido consejera me dio una mayor noción de la realidad de mi comuna y me permitió saber con conocimiento de causa cuáles son las necesidades de los distintos lugares y sectores.
-¿Cuáles son los ejes de tu proyecto para Maipú?
Estoy terminando un levantamiento de información por sectores, para hacer un análisis global. Mi idea es construir esto con los vecinos, eso lo hace más fácil y cercano para ellos. En Maipú hay muchas necesidades, unas importantes y otras urgentes o pendientes, que vienen de administraciones anteriores o de la actual. Una de mis prioridades es la atención del municipio. Hoy la gente va por un problema y salen llorando. Se ha perdido la calidad humana. Cuando hablo con la gente noto que están muy desilusionados, necesitan creer en sus autoridades y ver que están trabajando por ellos. Extrañan la presencia del alcalde en terreno.
-Y en términos concretos, ¿qué áreas son prioritarias?
En necesidades más específicas, es urgente el tema de la delincuencia, sobre todo en el sector de La Farfana, que tiene pendiente una comisaría. Aunque Carabineros aumentó la dotación, el municipio no la ha concretado y Maipú hoy tiene un carabinero para 1.500 habitantes, lejos de las sugerencias internacionales que hablan de 1 cada 500. Por otro lado, al ser una comuna tan grande, un gran tema es la conectividad, por eso hay que trabajar fuerte para impulsar el proyecto Melitren (tren a Melipilla), que sólo se quedó en el diseño. A esto también se asocia un tema de salud, porque si bien tenemos el hospital y pequeños centros de atención primaria, a los sectores que están más lejos, como la Ciudad Satélite, Los Héroes o El Abrazo, les hace falta un consultorio. También hay que inyectarle más recursos a Maipú poniente, la zona más humilde y postergada, para integrarla a la comuna y en asuntos medioambientales haré todo lo posible para que la curtiembre que hoy se está construyendo y que se aprobó a espaldas de los vecinos, no opere. Finalmente, me gustaría hacer una bolsa de trabajo para los mayores de 50 años. Ellos aún tienen mucho que aportar y este es una comuna industrial, por lo que el municipio podría crear sistemas de convenio.
-Tu marido juega un rol fundamental en tu trabajo, ¿cuál es la apuesta política que han asumido como pareja?
Venirnos a vivir acá y mostrar que hablamos en serio. Eso ha sido una de las cosas determinantes. Si bien él venía con la carga de ser “hijo de”, nosotros tomamos este desafío solos. Nuestros hijos estudian acá, el más chiquitito nació acá y hoy como familia y pareja nos identifican como uno más de ellos. Acá llegan muchos políticos que no viven en la comuna y para nosotros era importantísimo ser parte de ella, empaparte de las realidades y eso no se logra con una conversación. Cuando Joaquín se presentó la primera vez y no resultó, después de las elecciones los vecinos nos veían en la feria, en la panadería y decían ‘mira, se quedaron, era verdad’. Eso lo agradecieron mucho, independiente de la identidad política, porque es sincero.
-La participación política en el país es cada vez más baja ¿cómo incentivas a los vecinos de Maipú a votar?
Ahora que tengo un nuevo votante en la casa, porque mi hijo Vicente cumple 18 pronto, es algo que conversamos harto. Lo entiendo porque antes yo no votaba. Empecé a hacerlo más de grande y era porque no me sentía representada. Hoy entiendo desde adentro cómo es esto y me pongo en el lugar de la gente, que elige a sus autoridades y se desilusiona. Pero también les transmito que al no votar eso sólo dificulta que haya cambios y hace que la política sea cada vez menos representativa. Respecto a la opinión de la gente sobre mí, creo que ha sido más fácil porque confían y me conocen. Es más, me dicen: ‘cómo usted nos va a embarrar’. Lo que no me gusta y no pienso hacer es prometer cosas. Encuentro que esa es la parte más detestable de la política, cuando se les ofrece a quienes son más vulnerables cosas puntuales, utilizando lo más importante: la educación de los hijos, el trabajo. Yo no prometo nada, lo único que digo es que voy a trabajar cien por ciento y que mi intención es darle más humanidad al trato, detenerme y conocer realmente lo que les pasa.
-El año pasado recibiste muchas críticas por un taller de princesas y el Sename lanzó uno de anti princesas, ¿qué te parece todo lo que sucede hoy con la institución?
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revista Viernes.