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Radiografía a los "turbazos": Qué roban, cómo operan las bandas y el perfil de sus integrantes

Según la empresa Alto, el fenómeno delictual tiene como protagonista a personas entre 16 y 40 años, y que prefieren productos no perecibles. Expertos ven presencia de armas y profesionalización de las organizaciones.

12 de Septiembre de 2016 | 06:31 | Emol
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Cámaras de seguridad
SANTIAGO.- El 2013 fue la primera vez que dentro del grupo Alto comenzaron a hablar de los "turbazos", este modus operandi que consiste en que un grupo de al menos diez personas entra a un establecimiento comercial para luego de forma repentina comenzar a saquear el establecimiento.

Según establece "El Mercurio", en ese entonces ya tenían una banda de mecheros identificada que usaba este tipo de mecanismo, pero que no influía mayormente en sus estadísticas. Un año después, el 15% de todos los casos de hurto eran mediante esa vía. El resto se repartía en modos que ya eran conocidos para ellos, como utilizar bolsos, ocultar los productos en la ropa y los "carrazos", donde se ocupa un carro para robar productos y pasar raudamente por la seguridad del local.

Dos años después, durante el primer semestre de 2016, el 50% de los casos corresponden a "turbazos". Estas acciones, dicen en Alto, no sobrepasan los tres minutos -algunos han durado 45 segundos- y han sucedido en 25 comunas de Santiago y en tres de la V Región.

¿Por qué este delito se ha hecho tan popular? "Porque es efectivo", concluye Eduardo Hernández, jefe de la Unidad de Robo de Alto, quien agrega que también "anula completamente" los sistemas de seguridad que poseen los locales pequeños -donde es más fácil que una turba entre y sustraiga especies en poco tiempo- como farmacias, tiendas de conveniencias, y que en el último tiempo han comenzado a atacar tiendas del retail y supermercados.

"También existe una sensación de que es un mecanismo muy fácil: en el fondo es organizarse, entrar a un lugar, donde se puede sacar muchas más cosas, obteniendo un botín mucho más alto", dice Daniela Jara, gerenta general de la firma.

Profesionalización de las bandas


En Alto -que tiene casi 1.600 puntos protegidos de 60 clientes distintos que tienen pérdidas patrimoniales por acciones delictivas- comentan que en lo que va de este año tienen identificadas a 16 bandas, siendo dos las que consideran más emblemáticas. Una es la liderada por un sujeto denominado "El Chino", y que fue desarticulada a inicios de julio en Valparaíso. La otra opera en Santiago y es un clan familiar con tíos, primos, sobrinos y las parejas de algunos miembros.

Con esto, han podido realizar una radiografía de sus integrantes. El perfil de edad va entre 16 y 40 años, donde la mayoría de ellos tienen registros anteriores por hurtos o faltas menores. Solo algunos, como los líderes, tienen antecedentes más gravosos como robos con intimidación.

También han observado una especie de profesionalización en las bandas con incluso facciones internas. "Hemos detectado que hay células dentro de la misma organización. Por ejemplo, hay miembros que arman una sub banda que tiene una preferencia por sustraer productos distintos a los que roba la cúpula de la estructura", dice Hernández.

Por ejemplo, si bien los productos más frecuentes que se roban en "turbazos" son no perecibles como aceite, edulcorantes, detergentes, pañales, champú, cremas o aerosoles ambientales, también hay grupos más especializados que roban electrodomésticos como televisores LCD.

"Mirando los volúmenes que se roban, a uno lo hacen pensar que sería para ser comercializado en el comercio informal", dice Jara. El perjuicio promedio por "turbazo" es de $450 mil, con un máximo de hasta $5 millones. Como en otras organizaciones, hay repartición de funciones entre ellos -para enfocarse en ciertos productos dentro de la tienda- y también tienen territorios marcados entre las bandas.

Acreditar intimidación


En once casos de los más de 250 "turbarzos" que han ocurrido durante este 2016 se ha detectado que los delincuentes usan objetos cortopunzantes y armas con apariencia de fuego. Esto ha hecho que Alto, como uno de los mayores querellantes privados del país, comience a calificar jurídicamente estos hechos como robos con intimidación o con violencia, si bien en un principio el Ministerio Público podría considerarlo como un hurto.

Eduardo Hernández comenta que la estrategia para acreditarlo como un robo con intimidación es decir que "el número de sujetos que ingresa a la tienda supera con creces las capacidades de seguridad que tiene la misma tienda y que ese volumen genera un efecto intimidatorio".
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