SANTIAGO.- Desconectado, sin celular, sin computador, sin auto.
Todo se lo requisó la policía para que la Fiscalía Centro Norte investigue cómo fue que llegó a transformarse, de un joven sin antecedentes penales, en un imputado por usurpación de funciones y uso de tarjetas policiales falsificadas.
Juan Pablo Ruiz Dupré (20) vive en un barrio de clase media en Providencia, en una casa de dos pisos ubicada en un pasaje cercado por una reja de condominio. Afuera, las cámaras de televisión aguardan que en algún momento tenga que salir. Él se mantiene en su domicilio "hasta que baje la presión".
En la terraza del jardín de su casa, el universitario que estudia Educación Física en la Universidad de las Américas se allana a conversar con
"El Mercurio" de su "historia increíble", como le comentamos, pero dejando en claro que no puede referirse directamente al hecho que investiga la justicia, por indicación de su abogado.
Dice que desde la audiencia de formalización, el miércoles, no ve a su amigo Fabrizio Ruiz de Gamboa Navarro, también de 20 años, con quien se convirtieron durante cuatro meses en "Los Vengadores". En ese tiempo patrullaron las calles en un vehículo azul con sirena y baliza, haciéndose pasar por funcionarios de la PDI, detectando asaltantes, deteniéndolos y muchas veces entregándolos a la policía.
Hasta que el martes, después de "arrestar" -él usa la palabra- a un ladrón que, mediante un lanzazo, le quitó el celular a una mujer, se les acabó la fantasía. Los verdaderos PDI los llevaron al cuartel de General Borgoño y ahí confesaron.
"Soy fanático del cine de acción"
Se define como una persona a la que le gusta vivir el momento, "disfrutar la vida, tener a mi polola cerca, a mi familia".
A su polola la conoció en el gimnasio, donde acude todas las semanas. Y a su amigo Fabrizio, a los 12 años en el Colegio Rafael Sanhueza, de Recoleta, comuna donde vive Fabrizio y que alguna vez habitó su familia.
En el Rafael Sanhueza, Juan Pablo era el escolar problema, el que distraía al curso, el que no podía estar ni un minuto sentado: "Me pasaban echando de la sala. Pero yo no concebía estar encerrado. Yo era el problemático del curso. Mi mamá vivía en el colegio; le decían que su hijo no estudiaba. Pero no era porque yo no quería, sino porque no podía permanecer sin hacer nada, escuchando toda la materia. Siempre era de decir hagamos esto: lo que pase después, ahí vemos".
Dice que heredó características de su padre y de su madre, quienes tienen una pastelería. El papá "es un peluche, súper tranquilo. Yo tranquilo soy como mi papá y cuando tengo rabietas, como mi mamá".
Siempre bordeando el cinco, pasaba de curso. Y "desde el principio sabía que no iba a ser como el resto de la gente. Tengo el deseo de destacar, que no es lo que me llevó a hacer esto".
Se refiere al día en que se convirtieron en "Los Vengadores". Había pasado el tiempo desde que Fabrizio se fue del colegio, y se encontraron más tarde. Ambos entraron a la misma universidad, pero quedaron en distintas sedes. Fabrizio ingresó a la carrera de Traducción y Juan Pablo a Educación Física. Se juntaban siempre en el gimnasio. Nunca le pasó con Fabrizio lo que le ocurría con sus otros compañero, por quienes muchas veces se sintió traicionado.
"Si nos caemos, nos caemos al hoyo los dos. Y si tenemos que salir, salimos los dos. Los dos compartimos el tener sueños muy altos. Yo tengo sueños súper imposibles: quiero llegar hasta donde nadie ha podido hacerlo. Por ejemplo, soy fanático del cine de acción: "Tango & Cash", "Duro de Matar", "Rambo" (...) Y eso lo heredé de mi tata; crecí viendo películas de ese tipo de héroes con mi tata. Pero aun así, admiro a la persona que está detrás del personaje. Me encantaría llegar donde están ellos y codearme con los grandes".
Uno postuló al Ejército y el otro a la PDI
"Estoy siguiendo los pasos que quiero seguir. Aprendí en el Ejército. Estuve el año pasado. Terminé mi curso como Tropa Profesional", cuenta.
En tanto, asegura que Fabrizio "postuló a la PDI porque admiraba esa institución, pero no quedó. Después entramos los dos a la universidad. Tengo que continuar, porque el Ejército es para vivir por y para esa institución, pero yo voy detrás de mis sueños. Ahora tengo que sacar mi carrera en Educación Física, que me va a ayudar a conocer más los límites que tiene mi cuerpo. Para mí el cuerpo es súper importante", dice.
"Si no le doy a mi cuerpo lo suficiente, no me va a acompañar en todo lo que quiero hacer. Aún no sé cómo voy a llegar, pero sé que lo haré", agrega.
Ante la pregunta de cómo partieron, él y su compañero, con la idea de ser "Los Vengadores", afirma que fue una idea de ambos. Dice que el auto en que se movilizaban está a nombre de su papá, pero que él lo arregló y sus papás no sabían lo que él hacía. Y que el dinero para conseguir los elementos necesarios para parecer detectives lo conseguía trabajando, "juntando plata. A veces yo trabajaba en seguridad; otras, vendía complementos de proteínas con mantequilla, chocolate, avena, huevo".
Comenta que finalmente entendieron que era un acto ilegal, pero que realizaban una buena labor. "Para nosotros era más importante ayudar, antes que los problemas que nos pudo haber traído. Es que esa sensación alguien tiene que vivirla para poder entendernos. ¡Para ellos (los asaltados) éramos su segunda oportunidad en la vida! (...) ¡Jamás, jamás nos ensañamos con nadie! Era para ayudar a las víctimas", enfatiza.
Por último, señala que en su vida, una de sus metas es "quedar en la historia". "Hay ciertas películas, ciertos actores que marcan la pauta y van a quedar en la historia. Ciertamente me gustaría ser como uno de ellos".
En otra comuna, en Recoleta, nadie contesta en la casa esquina donde vive Fabrizio con su madre y un hermano. El tapicero del negocio del frente lo conoce bien: "Fabrizio es un cabro chico. Mucha tele. Recuerdo que había una película de Charles Bronson, que se llamaba 'El Vengador'. A un hombre le mataron a su familia y en las noches salía a enfrentar a los delincuentes".
Su primera detención
"Hemos hecho muchas detenciones. Pero no era que nos ensañáramos con los delincuentes. Era ver la gratitud de las víctimas y que te dijeran "gracias por lo que hiciste". Eso, para nosotros, ha sido el mejor pago", afirma Ruiz.
Revela que su primer "arresto" fue en la comuna de Recoleta, cuando ayudaron a un minusválido. "Unos flaites arrastraban a un inválido. Lo arrastraron como 10 metros, para sacarle lo poco y nada que tenía. Cuando lo rescatamos, él nos decía que podía ver el aura de las personas. Estando ahí carabineros, me decía que tenía un aura muy radiante. Y él nos veía como ángeles (...) Eso que nos dijo fue gratificante. Nos dio para pensar muchas cosas", finalizó.