SANTIAGO.- El pasado 23 de noviembre se cumplieron cuatro años desde que la comunidad que lideró el fallecido Ramón Castillo Gaete -autodenominado "Antares de la Luz"- sacrificó a un lactante de tres días en un supuesto ritual de autosanación ante el nacimiento del Anticristo.
Por este hecho, ocurrido en Colliguay, el Ministerio Público formalizó a la madre de la víctima, Natalia Guerra, por el delito de parricidio, y a otros seis miembros de la comunidad -David Pastén, María del Pilar Álvarez, Carolina Vargas, Josefina López, Karla Franchy y Pablo Undurraga- por el delito de homicidio calificado.
Todos quedaron en prisión preventiva tras ser considerados como peligrosos para la seguridad de la sociedad, medida que alcanzaron a cumplir por casi un año.
El caso, sin embargo, podría concluir en procedimientos abreviados que -por segunda vez- fueron ofrecidos por el fiscal de Quilpúé, Juan Emilio Gatica, lo que implicaría la aceptación -por parte de los imputados- de los hechos en cuestión, a cambio de penas menores.
Ello será discutido en la audiencia reprogramada para los días 7 y 8 de febrero de 2017, instancia en la que el tribunal resolverá si acepta o no una salida alternativa al juicio oral para los miembros de la secta.
Los imputados hoy
Actualmente, los imputados permanecen sujetos a medidas cautelares de baja intensidad a la espera de la resolución judicial.
En el caso de Guerra, el juzgado de garantía aceptó mantenerla con arraigo nacional y firma mensual durante el desarrollo de lo que quede del proceso judicial debido a que la mujer vive en Pirque y se encuentra trabajando hace más de un año.
"Toda la comunidad sabía que mi hijo tenía que ser asesinado después de nacer, que había que obedecer a Antares de la luz"
Natalia Guerra
Pastén, en tanto, está sujeto a firma bimensual en la Fiscalía de San Bernardo -comuna donde reside- mientras que Franchy mantiene la misma cautelar -además de arraigo nacional- pero en la comuna de Peñalolén, donde está ubicado su domicilio.
Undurraga y Vargas, por su parte, se trasladaron a vivir a Puerto Varas, ciudad donde deben firmar mensualmente durante lo que reste el proceso en su contra.
Por último, María del Pilar Álvarez continúa viviendo con su familia en La Reina sujeta solamente a firma mensual, al igual que Josefina López, quien vive en Limache junto a una amiga.
El Crimen
De acuerdo a los antecedentes reunidos por el fiscal de Quilpué, Juan Emilio Gatica, el nombre que recibió el niño tras su nacimiento, la madrugada del 21 de noviembre de 2012 en la Clínica Reñaca, fue Jesús.
Según consta en la carpeta, la madre del pequeño, Natalia Guerra, lo identificó con ese nombre para el registro interno del centro hospitalario, sin embargo, tras el alta médica de ambos, el niño nunca fue inscrito en el Registro Civil.
Incluso, para evitar cualquier sospecha, dos días después del nacimiento -y horas antes del asesinato- los imputados Pablo Undurraga y Carolina Vargas, llevaron al lactante a control, siguiendo con el protocolo establecido.
Luego, Jesús fue devuelto a su madre, quien debió entregarlo a Castillo -padre del menor- pues debía ser sacrificado porque se trataba del Anticristo.
"Toda la comunidad sabía que mi hijo tenía que ser asesinado después de nacer, que había que obedecer a Antares de la Luz, porque él era Dios", detalló Guerra en su declaración a la policía, agregando que fue llevada hasta el cerro Colliguay sin su consentimiento, lugar donde el grupo levantó un campamento a la espera del fin del mundo, previsto para el 21 de diciembre de 2012.
"Yo estaba destrozada, pero Pablo Undurraga me decía que tenía que ser así, que era mi karma. Presentía lo que iba a ocurrir con el bebé, pero eran órdenes superiores. Antares había matado al bebé arrojándolo al fuego", relató.