Cristián Carvallo, El Mercurio
SANTIAGO.- Luis Torres, primer rector y uno de los cinco fundadores de la Universidad Arcis, confiesa tener una "pena infinita, que no se va a borrar".
Esta semana, el Consejo Nacional de Educación confirmó que el plantel, que comenzó en 1981 como un instituto profesional, deberá cerrar sus puertas, pues no está cumpliendo con su propio proyecto educativo.
Torres recuerda que en la universidad que dirigió hasta 2003, "no había ningún prócer, ningún retrato detrás de nosotros. Era un invento que se lanzó al aire mirando con la máxima libertad de pensamiento posible".
Hoy, acusa que eso "se autodestruyó".
En una carta titulada "El legado de la Arcis", el académico —que asegura no militar en ningún partido "porque no he querido perder mi condición de entero"— postula que la crisis comenzó entre 2003 y 2004.
"Su origen fue político, pero fue ocultado y manipulado bajo la ficción de un conflicto económico. Los mayores y aviesos responsables fueron los que se apropiaron de ella, la sometieron políticamente, realizaron una deplorable gestión, sin ponderar responsabilidades y las consecuencias que hoy vive una apreciable comunidad".
En 2004 el Partido Comunista ingresó a la cúpula del plantel.
Consultado por la incidencia que eso habría tenido, Torres asegura que "cuando se sindica a alguien críticamente a través de la prensa, más allá de la voluntad de la persona que lo hace, se hace un juicio público y eso yo no estoy dispuesto a hacerlo".
—Usted hace mención a la autodestrucción de la universidad. Ante eso, ¿era esperable que se decidiera su cierre?
"Para mí era esperable. Una universidad es una institución que tiene que regirse por un formato global de educación, y hay una acreditación de los saberes que tiene que respaldar el Estado (…). Entonces, era evidente que podría pasar esto".
Con todo, el fundador lamenta que "muchos años antes no haya habido, de parte del Estado, alguna intromisión para ver lo que estaba pasando".
Advierte que hubo señales previas, como la creación de empresas e inmobiliarias para gestionar la institución, que "no fue lo que nosotros hicimos, porque no había fines de lucro, nadie era propietario".
—¿Por qué cree que el Estado no puso mayor atención en lo ocurría en la Arcis?
"Hay razones explicables y otras que no lo son. (El aumento de instituciones y de matrícula en educación superior) fue una experiencia nueva, inédita. Fue una eclosión incontrolable. Técnicamente no era un sistema, tenía algo de caos, de germinación múltiple que era difícil de regular. Pero también hay una falta de sensibilidad y de preocupación con los problemas que se fueron evidenciando. Y más allá del dolor que uno puede tener, lo que pasó con las familias que se involucraron en esto, me da pena, me duele, me da vergüenza. Es una mala señal de país".
—¿Cree que hay otras universidades que pueden correr la misma suerte que la Arcis y cerrar?
"Según la información, hay señales que pueda ocurrir. Obviamente, es posible".
