SANTIAGO.- El 21 de febrero del 2008 las alarmas sonaron en el balneario de
El Quisco, ubicado en la Región de Valparaíso. Un incendio en dicha zona puso fin a la vida del martillero público
Jaime Oliva y, con esto, la apertura de una investigación que revelaría un brutal crimen que pasaría a ser uno de los casos policiales más impactantes del último tiempo.
Y es que el siniestro en la casa del mismo Oliva también dejó otra víctima: el fundador de la Universidad Santo Tomás, Gerardo Rocha, quien igualmente fue alcanzado por las llamas. Finalmente, no pudo aguantar las intensas quemaduras, falleciendo después de tres meses de agonía en la Clínica Indisa de Santiago.
Todas las sospechas apuntaban a que Rocha asesinó, premeditadamente, a Oliva, y que, por un mal cálculo, terminó siendo también víctima de su macabro plan. Pero ¿por qué matar al martillero?
El crimen comenzó a gestarse cuando la pareja del empresario, Verónica Espinoza, le habría confesado que fue atacada sexualmente por Oliva. Tras ello, y cegado por la furia, Rocha inició su plan para vengarse.
Ante esto, el nombre del ex investigador privado Dante Yutronic comenzó a ser clave. Rocha, quien también era cónsul honorario de Filipinas, canceló $74 millones para contratar los servicios del espía, siendo el encargado de seguir e investigar a Oliva y todos sus movimientos.
Así, ya con la estrategia estudiada, Rocha se juntó con Jaime Oliva con el pretexto de "arrendar su casa" en El Quisco. Cuando ambos se encontraban al interior del domicilio, el empresario educacional atacó al martillero con un electroshock de forma reiterada, lo que generó, según las investigaciones, la muerte de Oliva producto de un paro cardiorespiratorio por el exceso de corriente.
Posteriormente, Rocha roció la habitación con bencina y decidió encenderla con el mismo electroshock, lo que provocó una explosión, dejando el 42% de su cuerpo con quemaduras.
La investigación y vínculo con Manuel Contreras
Tras diez meses de pesquisas, el juzgado de San Antonio cerró el 26 de noviembre del 2008 el denominado "caso Rocha" y se inició la etapa de acusación y juicio oral.
Marcelo Morales y César Osores, ex chofer y ex guardaespaldas de Rocha, fueron apuntados como cómplices del crimen y ambos, un año más tarde, fueron condenados a 12 años de prisión, ya que, según el Tribunal Oral en lo Penal de San Antonio, conocían las intenciones de Rocha.
Yutronic, por su parte, fue acusado de usar técnicas de espionaje prohibidas por la Ley chilena como los son las intervenciones telefónicas, siendo condenado a tres años y un día de reclusión nocturna. "Fui utilizado por Rocha", aseguraba el investigador privado.
Incluso el fallecido ex jefe de la Dina, Manuel Contreras, estuvo involucrado en el hecho. Esto, luego de que en noviembre de 2007, meses previos al homicidio, Rocha y Yutronic lo visitaran en el penal de Punta Peuco, donde cumplía penas por decenas de violaciones a los derechos humanos durante la dictadura de Augusto Pinochet.
Fiscalía sospechaba que Contreras habría ayudado a Rocha a planificar el asesinato, sin embargo, el ex militar aseguraba que la visita solo tenía como fin la creación de una empresa de seguridad.
Finalmente, la familia Oliva manifestó su "satisfacción y tranquilidad" tras conocerse las condenas de cárcel para el chofer y guardaespaldas. "Hemos estado abiertos a conversar, al perdón, a todo. Para nosotros es una lucha constante y espero que estos capítulos dolorosos se vayan cerrando", señaló Jaime Oliva Lavanderos en marzo del 2009, hijo del ex martillero público.
Además, la familia de la víctima, recibió una indemnización de $227 millones por parte de la familia de Rocha, con el fin de de atenuar el daño cometido por parte del empresario.
Las familias de los condenados también valoraron la sentencia. En tanto, el Ministerio Público, pese a que había solicitado la pena de presiduo perpetuo calificado los cómplices, se declaró satisfecha con la decisión del tribunal.