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El fenómeno de la agresión a José Antonio Kast: ¿Intolerancia o reacción a un discurso provocador?

Ayer, el controvertido ex candidato presidencial fue expulsado violentamente de la U. Arturo Prat por un grupo de jóvenes. Partiendo desde la base de que la violencia no es justificable, expertos debaten sobre la figura de J.A. Kast y por qué provoca que "se rompa el pacto social".

22 de Marzo de 2018 | 16:58 | Por Consuelo Ferrer Durán, Emol
SANTIAGO.- "Nadie me ha acusado ni puede acusarme de que soy una persona violenta o que incita al odio. El odio está radicado, en este caso, en grupos extremistas, fuera de sistema algunos y otros muy de izquierda".

Esas fueron las palabras emitidas por el ex diputado y ex candidato presidencial, José Antonio Kast, la mañana de este jueves a T13 Radio, un día después de que recibiera una agresión por parte de un grupo de jóvenes en la U. Arturo Prat, en Iquique, donde participaría de un conversatorio.

El violento hecho, que recibió una condena cerrada desde Chile Vamos hasta el Frente Amplio, ocurrió días después de que el político tuviera un desencuentro con la U. de Concepción, donde fue invitado y posteriormente desinvitado a dar una charla.

"Hoy me censuran, sólo porque soy de derecha. ¿A qué le temen?", preguntó entonces Kast. Este jueves, el ex diputado volvió a hacer una pregunta: "¿Qué sentido tiene tener una discusión si alguien se va a sentir ofendido porque hay alguien que tiene una posición distinta?".

Sus dichos buscaban, de alguna forma, desmentir una noción que comenzó a circular en las redes sociales después de que aparecieran los videos donde el contingente de jóvenes lo empujaba y golpeaba hasta sacarlo por la puerta: Que Kast, por su discurso y las ideas que defiende, "se lo había buscado".

¿Un discurso que incita al odio?


Para hablar de narrativas provocadoras, lo que menciona el doctor en Filosofía Política, Cristóbal Bellolio, es que, normalmente, "lo que llamamos discurso de odio es, muchas veces, un discurso que uno odia". "Cuando lo catalogamos así, más que estar haciendo un juicio sobre el contenido, lo que estamos diciendo es que ese discurso, a nosotros, no nos gusta, que nos molesta", explica a Emol.

"Es el tipo de discursos controversiales que ponen a prueba el principio de la tolerancia, que justamente consiste en bancarse aquello que nos parece nauseabundo"

Cristóbal Bellolio
"Y está bien que sea así, porque hay discursos que nos molestan profundamente y que nos parecen ofensivos, pero en una sociedad democrática, con libertad de expresión y donde existe tolerancia, nos tenemos que bancar discursos que nos parecen profundamente agraviantes. Es parte de la conversación democrática", añade.

Sobre el contenido del discurso, Bellolio tiene una opinión formada: es controversial. "Pero es el tipo de discursos controversiales que ponen a prueba el principio de la tolerancia, que justamente consiste en bancarse aquello que nos parece nauseabundo", agrega, y dice que la libertad de expresión se pone a prueba "cuando lo que se dice nos molesta".

La paradoja de la tolerancia


Para entrar en el tema, el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, Agustín Squella, parte aclarando que su posición siempre será "tolerancia incluso con el intolerante, mientras éste no emplee la violencia e incurra en alguna falta o delito desde el punto de vista jurídico".

"La tolerancia es una virtud mínima, pero no por ello menos difícil. Ella no nos exige respetar ni menos adherir a planteamientos o modos de vida que reprobamos, sólo nos pide aceptar que ellos existen, aunque sea a regañadientes, y abstenernos de usar la fuerza para contrarrestar al intolerante o imponerle nuestros puntos de vista", añade.

El abogado, además, agrega otra variable: la paradoja de la tolerancia, es decir "¿Se debe o no ser tolerante con el intolerante?". "La regla general respecto de ella suele resolverse con una respuesta negativa", dice. "Es muy fácil utilizar la figura del discurso de odio para oponernos a ideas y planteamientos que simplemente no compartimos".

"La tolerancia no nos exige respetar ni menos adherir a planteamientos o modos de vida que reprobamos, sólo nos pide aceptar que ellos existen"

Agustín Squella
Para Bellolio, dicha paradoja -planteada por el filósofo austríaco Karl Popper a mediados del siglo pasado- responde por sí misma la dicotomía.

"Popper no decía solamente que las sociedades democráticas, cuando tienen que cuidarse de no autodestruirse, tienen el derecho de no tolerar a los intolerantes, sino que decía que había que tolerarlos siempre que todavía se les pudiera confrontar en el debate público, abierto y democrático", comenta.

"Si los partidarios de Kast anduvieran pegándole a los haitianos o a los homosexuales, yo probablemente tendría antecedentes para decir que existe un grupo profundamente intolerante, en la medida en que no conversa con palabras, sino con puños. Pero este no es el caso: Los que están conversando con puños hoy son los otros", agrega.

La "expiación" social


Para explicar lo que ocurrió la tarde del miércoles, la psicóloga Constanza Michelson menciona otro escenario: las detenciones ciudadanas. "No son nuevas las situaciones en las que las masas hacen cortocircuito con el pacto social. Cuando se lincha a un delincuente, hay quienes podrían decir que cometió una falta, pero esa reacción de la masa, desproporcionada, nunca se justifica del todo", explica.

Para ella, el fenómeno habla de que "en el fondo, hay una necesidad de la masa de expiar algo". "Hay que entender que en eso que pasó ayer hay un goce, hay satisfacción", comenta y menciona que, para estos casos, la gente busca "justificaciones o detonantes". En ese sentido, la figura de Kast "sirve" porque "va a contrapelo de la moral que hoy se espera respecto de los temas sociales".

Y eso que se necesita "expiar", explica Michelson, es difícil de detectar. "Aunque tenga un discurso que pueda incitar a veces al odio, Kast no es el causante del mal. Probablemente, frente a la imposibilidad de un ciudadano medio de poder pelear por ciertos derechos -ciertos triunfos sociales que le den seguridad o reivindicación- desplazan y encarnan todo el mal en una figura, como si golpear a Kast fuera a acabar con la parte salvaje del neoliberalismo", comenta.

Por otra parte, señala que el ex parlamentario "representa una estrategia política de una cierta derecha que encontró una forma de hacer reaccionar a la izquierda" y "una manera de encarnar un malestar generalizado con el puritanismo y la corrección política que se ha dado en una élite de izquierda".

"Es como tratar de revelar, en estas provocaciones, que en el progresismo también puede haber descontrol, también puede haber violencia: Es demostrar que lo cavernario existe tanto en la derecha como en la izquierda, independiente del color político", afirma.

Políticamente incorrectos


Durante su entrevista con T13 Radio, Kast se refirió también a la identidad de género, pero argumentando que sí respeta a la actriz trans de "Una Mujer Fantástica". "Yo le digo Daniela Vega, no por su nombre de inscripción. Respeto a la persona, pero no por eso voy a tergiversar lo que en su momento va a decir la ciencia", afirmó.

"Cuando le hagan un examen de ADN en veinte años más (a cualquier persona que se autodefina mujer u hombre independiente de su genética), o después de muerto, ese examen de ADN va a determinar que la persona es hombre o mujer. En el caso de Daniela Vega, el ADN no lo va a poder cambiar y esa es una realidad".

"No hay que confundirse. Kast es una estrategia, pero él no es el mal. Golpeándolo o atacándolo solamente se favorece su postura de que, en el fondo, los otros tampoco son tan ovejas"

Constanza Michelson
Ante los dichos, la psicóloga explica que "lo que proponen como reverso de la corrección política es la incorrección política, que es esta provocación de decir ‘nosotros sí vamos a decir la verdad’ o ‘en un transgénero la verdad es genética’, y eso tampoco es verdad", dice.

"Finalmente la verdad del ser humano es cultural y biológica, es una mixtura. Ellos presentan una verdad parcial como una verdad en contra de la corrección. El opuesto de la corrección política no es la incorrección política, la resistencia es la política: nombremos ciertas cosas, discutamos, negociemos, hay múltiples verdades", afirma.

Mensajes con tono de calma


Para Michelson, el problema no radica en lo que se dice sino en la forma y en el contexto. "Un científico que está haciendo una investigación científica puede hablar sobre el ADN de un transgénero, pero es muy distinto que alguien lo diga en un matinal", comenta. "Si Kast dice ‘nunca vas a poder cambiar tu ADN’ es una provocación, por el contexto y la intención con la que lo dice".

Sobre la forma, la psicóloga plantea que hay diferentes maneras de ejercer la incorrección política. Donald Trump, por ejemplo, pasa por encima del pacto social. Kast no, porque su discurso es siempre emitido en un tono calmado y en apariencia respetuoso.

"Pero hay violencia también en una postura pasiva que entregue contenidos tremendos", dice. Sin embargo, precisa: "No hay que confundirse. Kast es una estrategia, pero él no es el mal. Golpeándolo o atacándolo solamente se favorece su postura de que, en el fondo, los otros tampoco son tan ovejas".

"Yo creo que la democracia tiene que ver con poder permitir la libertad de expresión. Frente a los discursos que no nos gustan, ¿qué se hace en democracia? No se vota por ellos, no se les da cabida, incluso se pueden ridiculizar. Hay muchas maneras creativas de bajar un discurso distintas a la violencia", concluye.
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