La villa Jardines 2, ubicada al otro lado de La Legua Emergencia.
Héctor Flores
SANTIAGO.- Aún no se entregaban oficialmente las 21 casas blindadas de la villa Jardines 2, en San Joaquín, y las ofertas de algunos narcotraficantes que dominan la La Legua Emergencia ya estaban sobre la mesa.
De la población los separa un muro que cierra siete pasajes. La idea de habitar fortalezas a prueba de balas son atractivas para el negocio que en el sector dejó, al menos, siete heridos y cuatro muertos en los últimos cinco meses, y donde, según Carabineros, se realizan más de 90 controles policiales diarios.
A mediados noviembre se abrieron dos calles. El objetivo era mejorar el patrullaje policial y así detener los balazos que impactaban en la villa. Sin embargo, sus habitantes interrumpieron las obras: exigían blindar las casas que el 17 de marzo del 2017 les entregó el Serviu.
En tres meses los trabajos concluyeron y las balaceras continuaron. Según vecinos, algunos recibieron ofertas de $70 millones por la venta de las casas ya blindadas o hasta dos millones mensuales por arriendo.
Pero ambos tratos son irregulares. Ya que las viviendas entregadas por subsidio no pueden ser arrendadas en un plazo inferior a dos años, o vendidas en menos de cinco, señaló el alcalde de San Joaquín, Sergio Echeverría.
"Al interior de La Legua Emergencia hay 78 viviendas que están abandonadas, porque los narcos han amedrentado a las familias o las compran de manera informal (...) obviamente quieren repetir el modelo", dijo el edil. La solución para ambos casos, agregó, es abrir las calles para proteger a las familias de ambos lados.
El alcalde aseguró haberse reunido con la intendenta metropolitana, Karla Rubilar, y la subsecretaria de Prevención del Delito, Katherine Martorell, para coordinar la apertura de los cinco pasajes restantes. "Ya no hay excusa. Nos dijeron que están de acuerdo y aún no convocan", indicó.
La segunda preocupación
A la amenaza de una entrega a los delincuentes se suma otra preocupación. Anoche, a eso de las 1 de la mañana, ocurrió otra balacera y los testigos aseguran que un tiro entró por una ventana, las que cuentan con una protección de corredera.
"Yo no voy a volver a vivir ahí, no puedo exponer a mis hijos porque las balas entran al segundo piso y en casi todas las casas hay camarotes. Ya no sabemos qué hacer. Me amenazaron de muerte por hablar. A ellos no les gusta que los expongan", dijo un locatario.
De esta situación está al tanto el municipio. Echeverría comentó que se analizará si efectivamente se vulneró el blindaje que ya fue validado por peritos balísticos.
Y pese a que los vecinos señalan que las ofertas de venta o arriendo existen, ninguno, aseguran, ha accedido.