Christián Zúñiga, El Mercurio
SANTIAGO.- Como la decisión "más dura y triste" de su vida política calificó la ex ministra y ex senadora,
Soledad Alvear, su determinación de abandonar una militancia de cincuenta años en la
Democracia Cristiana (DC) para fundar un movimiento propio.
Su salida ha levantado el rumor de que también renunciará al partido su cónyuge, Gutenberg Martínez, quien incluso presidió la colectividad en dos ocasiones.
Las renuncias se suman a una ola de dimisiones que vienen generándose desde la derrota de Carolina Goic en la primera vuelta presidencial, y que costó la militancia de figuras emblemáticas como Mariana Aylwin, Hugo Lavados, Álvaro Clarke o Clemente Pérez. Además de ellos, otros 600 militantes han abandonado la Falange sólo en lo que va de 2018.
"En términos electorales y de hegemonía política, es un partido débil que hoy está claramente en desmedro", dice a Emol la académica del Instituto de Asuntos Públicos de la U. de Chile, Mireya Dávila.
¿Qué escenarios se abren para el histórico partido, tras la fuga de cientos de sus miembros?
Una nueva DC "progresista"
A poco más de un mes del día en que definirán su nueva directiva, el nivel de conflicto ideológico dentro de la DC ha aminorado su intensidad.
"Como partido, la DC quedó debilitada, pero no hay ningún evento próximo que pueda desarticularla o desgranarla más", explica el director del Programa Electoral de la U. Central, Kenneth Bunker. "Hay una elección, pero no hay candidatos de los históricos. Es una elección que se va a batir entre 'los progresistas'".
"La DC se ha vuelto muy progresista. Hay muchas personas que, después de convivir en la misma casa con los socialistas por 25 años, ya se matizaron. Las nuevas camadas son más progresistas que cristianas", añade el doctor en Ciencia Política.
Por eso, cree, el partido quedará "en manos del eje Rincón-Huenchumilla-Provoste", que son "los senadores más emblemáticos en esa línea", y aunque la salida de los agentes más conservadores del partido podría implicar una reunión de los miembros de la otrora Nueva Mayoría, Bunker ve un escenario complicado.
"La semana pasada fue una semana negra para el Gobierno y dio muchas razones para que la centroizquierda se uniera en contra de causas comunes, pero ellos también cometen sus propios errores porque se siguen dividiendo... Muestra una incapacidad natural para que exista una oposición al Gobierno de Piñera", afirma.
La esquiva "identidad cultural"
En la U. de Chile, la noticia de la renuncia le genera a Dávila otra duda: "¿Hasta qué punto la DC tiene identidad cultural?".
"Es lo que hemos escuchado de los propios DC, y como la gente que se ha ido se mueve más hacia lo conservador, pareciera que tiene que ver con replantearse la identidad cultural fuera de la fractura de la dictadura", comenta la académica.
Para ella, es necesario que la DC logre reclutar gente joven. "Gran parte de las bases del partido son personas que están sobre los 50 años, y que tienen una visión súper fuerte de la lógica colectiva o comunitaria", dice.
"Está interesante el desafío, porque es de ideas y de terreno, de mucha calle también", añade, aunque dice que gran parte del éxito o fracaso de la "nueva DC" será "la capacidad que tengan de construir liderazgos", que inevitablemente competirá con la misma capacidad que demuestre Alvear desde su movimiento.
"No estoy segura de que haya espacio en el centro político para dos miradas así", opina.
Una perspectiva global
Según el director del doctorado en Ciencia Política de la U. Diego Portales, Cristóbal Rovira, aunque la realidad de la DC le parece "crítica", no le sorprende.
"Si pensamos en la situación de la DC en otros países de América Latina, ha muerto. Hoy en día su presencia es sumamente irrelevante, por lo tanto el fenómeno de la DC chilena hay que verlo en una perspectiva comparada", dice a Emol.
"El problema central para la DC es que las sociedades han venido cambiando y se han vuelto cada vez más liberales en términos morales. Eso claramente para la DC es un dolor de cabeza gigantesco, que ya se evidenció en el debate en torno a la reforma del aborto", añade.
"El caso de la DC chilena es similar al de otros países del mundo, y yo creo que simplemente está destinado a morir como partido propiamente tal", advierte Rovira.
Para él, el panorama podría evolucionar a que "más bien surjan partidos políticos distintos, unos más hacia la centroizquierda y otros hacia la centroderecha, pero lo que vemos en el caso de Chile es que esas distintas facciones ya no pueden seguir conviviendo de manera armónica", concluye.