SANTIAGO.- "Esta cita marcará un antes y un después", esa es parte de la expectativas que obispos y expertos vaticanistas tienen respecto a las reuniones que comenzaran mañana, y que juntarán en Roma, de forma extraordinaria, a la Conferencia Episcopal con el Papa Francisco para abordar la compleja situación que vive la Iglesia católica en Chile.
Un total de 31 prelados, más tres obispos eméritos, participarán de los encuentros que se extenderán hasta el jueves. Citas a las que, finalmente, el cardenal y arzobispo emérito de Santiago, Francisco Javier Errázuriz, asistirá, pese a anunciar en un principio que no iría.
Hasta ahora, la información oficial respecto a cómo se desarrollarán los encuentros es escasa, considerando que ha sido el mismo Pontífice quien se ha hecho cargo del proceso personalmente, lo que explicaría el sigilo en torno a las reuniones.
Lo que sí se sabe es que las reuniones tendrán un carácter reservado, en donde habrá encuentros grupales, pero también individuales y algunos obispos se entrevistaran a solas con el Papa.
Además, en las citas también se contará con la presencia del prefecto de la Congregación para los Obispos, Marc Oueller, del obispo de Malta, Charles Scicluna y el sacerdote español Jordi Betomeu.
Estos dos últimos fueron quienes motivaron estas reuniones. A raíz de expresa petición del Papa, tras los cuestionamientos que surgieron en su contra por su visita a Chile, particularmente por su defensa a la figura del obispo de Osorno Juan Barros, ambos sacerdotes iniciaron una investigación en Chile, ordenada por Francisco, para esclarecer la situación.
Así, en la indagación del Scicluna y Bertomeu se recabaron los testimonios de 64 personas, pese a que inicialmente se esperaba conversar con no más de 25.
"En lo que me toca, reconozco y así quiero que lo transmitan fielmente, que he incurrido en graves equivocaciones de valoración y percepción de la situación, especialmente por falta de información veraz y equilibrada", admitió el Papa luego de conocer las conclusiones emitidas en la investigación, las cuales motivaron la convocatoria y contendrían información sobre, principalmente, dos de los principales casos que han azotado a la Iglesia chilena en los últimos años.
Fantasma de Karadima
En principio, la idea de Scicluna era esclarecer el asunto alrededor de Barros, acusado de ser cómplice y encubridor de los abusos sexuales del ex párroco de El Bosque Fernando Karadima, fantasma que sigue golpeando con fuerza al clero nacional.
El 2010 se destapó el caso, cuando Errázuriz, entonces arzobispo de Santiago -hoy también acusado como presunto encubridor- confirmó la investigación eclesiástica en contra de Karadima, sacerdote denunciado por las víctimas James Hamilton, Juan Carlos Cruz y José Andrés Murillo -quienes la semana pasada fueron recibidos por el Papa en Roma-.
El Vaticano decidió condenar al ex párroco, y le ordenó retirarse a una vida de oración y de penitencia, junto con la prohibición del ejercicio público del sacerdocio. La Congregación para la Doctrina de la Fe encontró a Karadima culpable de abuso de menores y abuso del ministerio sacerdotal.
Desde la justicia civil, la ministra de la Corte de Apelaciones Jéssica González acreditó que Karadima cometió abusos deshonestos reiterados en contra de los tres denunciantes y de Fernando Battle, entre 1980 y 1995. La causa, sin embargo, fue sobreseída por prescripción penal.
Hoy, quienes están bajo la lupa, son los obispos formados por Karadima, apuntados como encubridores de éste. Uno es el caso de Barros, pero también surgen nombres como los del obispo de Talca, Horacio Valenzuela, el obispo de Linares, Tomislav Koljatic o el obispo auxiliar de Santiago, Andrés Arteaga. Todos, según vaticanistas, podrían, a solicitud del Papa, dar un paso al costado de sus respectivas diócesis.
La irrupción de los Hermanos Maristas
El otro tema que obligó a Scicluna y Bartomeu a extender el abanico de entrevistados y que, por lo tanto , se encuentra contenido en el informe, son las denuncias de abusos sexual provenientes desde la congregación de los Hermanos Maristas.
Isaac Giovovich, Jaime Concha, Jorge Franco y Gonzalo Dezerega, son cuatro de los denominados "sobrevivientes" de abusos sexuales que fueron recibidos por Scicluna y Bertomeu para prestar testimonio sobre vejámenes que sufrieron durante su paso por el Instituto Alonso de Ercilla durante la década de los 70.
Abel Pérez fue el primer nombre que surgió como abusador sexual de dicha congregación. Las primeras denuncias, que fueron dadas a conocer en un reportaje, fueron por parte de 10 ex alumnos del Alonso de Ercilla y cuatro del Colegio Marcelino Campagnat.
La congregación reconoce de entre 14 y 18 víctimas que acusan a diez religiosos de la orden cuyas denuncias están en el Ministerio Público. Entre ellos Pérez, Luis Humberto Cornejo, José Monasterio y Adolfo Fuentes.
Las denuncias realizadas por ex alumnos del Instituto Alonso de Ercilla apuntaban principalmente a hermanos maristas, dado que el colegio es de esa orden. No obstante, los religiosos de la congregación no son sacerdotes, por lo que no pueden impartir los sacramentos
Para eso, los maristas traían a otros sacerdotes, uno de ellos, también señalado por las supuestas víctimas de haber abusado de menores de edad. Se trata del capuchino Sergio Uribe.
Otro nombre que ha surgido a raíz del caso Marista es el del hermano Jesús Pérez, rector del Alonso de Ercilla, y apuntado como encubridor y cómplice de abusos por parte de los "sobrevivientes".