SANTIAGO.- Han existido casos similares, aunque no lo suficientemente parecidos. Uno fue Estados Unidos, durante el pontificado de Juan Pablo II; y el otro fue Irlanda, mientras el Papa era Benedicto XVI. En ambos casos, y por motivos relacionados a abusos sexuales, los pontífices llamaron a obispos de esos países hasta el Vaticano.
"Pero este encuentro, por las características que tiene, es muy distinto a los anteriores", afirma la teóloga de la U. Católica, Sandra Arenas, en conversación con Emol.
Y es que el encuentro que sostendrá la totalidad de la Conferencia Episcopal chilena, además de tres obispos eméritos, con el Papa Francisco a partir de hoy, no solo marcará un antes y un después dentro de la Iglesia Católica chilena, sino que los expertos opinan que, además, "sentará un nuevo precedente" a nivel internacional.
La metodología del encuentro
"Realmente es un caso inédito", dice a este medio el teólogo y doctor en Ética y Democracia, Álvaro Ramis. "Las visitas al Vaticano siempre están muy programadas, con mucha antelación, y tienen una lógica muy estructurada, periódica, donde ya se sabe muy bien cuál es el marco de lo que se va a trabajar".
31 prelados y tres obispos eméritos participarán
Este encuentro, en tanto, tiene un cariz distinto. "Es una medida innovadora la de citar a una conferencia episcopal en pleno para discutir, en un contexto de crisis institucional que se quiere aplacar para reconducir la vida eclesial a una nueva situación. Es algo que nunca se había hecho", añade Ramis.
A su juicio, es también una manera de evitar lo que pasó en Irlanda, donde los efectos de la crisis no lograron apaciguarse y una década después de que estallaran los abusos, la vida eclesial "sufrió un efecto muy dañino".
"Yo creo que en el caso chileno se quiere prevenir que la crisis escale como pasó ahí, donde efectivamente, por la dificultad de abordar a tiempo y con profundidad estos casos, finalmente el daño fue mayor", conjetura.
Un nuevo precedente
El problema de los abusos es, de hecho, algo que cruza la Iglesia Católica. "Hay casos por todos los países y la matriz de procesamiento de la crisis es parecida, entonces se quiere sentar un nuevo precedente, porque este ya no es un problema chileno que afecta sólo a Chile", dice Ramis.
"Se trata ya de casos que tienen que ver con la credibilidad de la institución papal. Por lo tanto lo que se está resolviendo aquí no es si va a seguir o no el obispo de Osorno: Lo que se resuelve es cómo recupera credibilidad la figura del Papa en relación a este tema conflictivo", agrega.
"Lo que se está resolviendo aquí no es si va a seguir o no el obispo de Osorno, sino cómo recupera credibilidad la figura del Papa en relación a este tema conflictivo"
Álvaro Ramis
Desde Voces Católicas, Roberto Ríos tiene un análisis similar. "Lo que quiere hacer con este gesto es decidir en conjunto, colegiadamente (...) Hasta ahora las cosas se hacían de espaldas a la gente y ahora es algo mucho más a la cara", asegura.
"Él ha ido pidiendo perdón personalmente a las víctimas, por sus errores y los de la Iglesia. Va mucho más allá de los temas sexuales y los encubrimientos: Tiene que ver con la forma en que la Iglesia hace las cosas para convertirse en una que las haga con la gente", añade.
La teóloga de la UC, Sandra Arenas, dice que esa doctrina de la Iglesia —que define que el Papa debiera gobernar en conjunto con los obispos— está establecida en el Concilio Vaticano II, y que Francisco la está reflotando.
Un "estilo de autoridad"
"Los ojos están puestos en la figura de Francisco, en cómo maneja esta situación, porque revela ciertas características de poder y de autoridad eclesiástica, que no se ostenta al estilo de un soberano y sus súbditos, que estaban desdibujadas", dice Arenas.
De ese "estilo de autoridad", destaca el hecho de que la inquietud haya surgido de una visita al país, que se haya reunido con las víctimas, enviado a Scicluna y posteriormente una carta para convocar a Roma.
Por eso, asegura, lo que se juega en los encuentros de esta semana es algo que tendrá repercusión internacional. "Este caso es paradigmático. De alguna forma, se juega la imagen de su pontificado con esto, de cuál es el tipo de pontificado que está perfilando", explica.
"Independiente de las consecuencias que vaya a traer para la Iglesia chilena, aquí hay una forma de ejercer la autoridad a la que Francisco está poniendo particular énfasis", concluye.