SANTIAGO.- De acuerdo a la Política Nacional de Estudiantes Extranjeros 2018-2022 entregada esta mañana por el Mineduc, en solo cuatro años el número de escolares de nacionalidad extranjera se cuadriplicó, pasando de 30.625 a 113.585 alumnos y representando el 3,2% de la matrícula total.
De este grupo, son los alumnos haitianos los que representan el mayor aumento de la matrícula escolar. Ahora bien, son también los que se enfrentan a una de las dificultades más grandes de vivir en otro país:
la barrera idiomática.
Así lo cree Perudji Dorismon, estudiante de Automatización y Control Industrial de 20 años que rindió la PSU el año pasado.
Llegó en diciembre de 2015 a Chile, y dice que
aprender el idioma y sus modismos es la primera frustración. "Es complicado llegar a un lugar nuevo donde no solamente tienes que hacerte entender, sino que debes estudiar los ramos en español. El esfuerzo es tremendo, es el doble", comenta.
Dorismon asegura a Emol dijo que tanto él como sus compatriotas valorarían si los profesores intentaran comunicarse con ellos en su lengua oficial, el creolè.
Pero hay excepciones, ya que dos profesoras de un colegio de la comuna Quilicura sí decidieron familiarizarse con el idioma. Estas son sus historias.
Primer país independiente
El colegio Juan Luis Undurraga Aninat, de la Fundación Belén Educa, tiene en la actualidad más de 120 alumnos haitianos.
Este auge de estudiantes del país caribeño empezó fuerte en 2013, mismo año en que Carla Vargas llegó a hacer clases de Historia, quien ahora tiene un curso de 39 alumnos de los cuales nueve son haitianos. De inmediato, la docente dice que se interesó en conocer más sobre su cultura. "Al principio aprendí palabras básicas como "hola"("sakapfet") o "cómo estas" ("koman ou ye"), indica.
Con estos gestos para vincularse más con ellos, la profesora dice que los niños haitianos "valoran que uno les hable en su lengua, les llama la atención, porque son ellos los que tienen que venir aquí a aprender un idioma".
Los niños haitianos valoran que uno les hable en su lengua, les llama la atención, porque son ellos los que tienen que venir aquí a aprender un idioma"
Carla Vargas, profesora de Historia
Pero sus esfuerzos no quedaron en conocer algunas palabras. Vargas quiso que su integración fuera más amplia y en sus clases empezó a abordar aspectos desconocidos sobre su cultura.
Una de las medidas implementó fue realizar clases de la independencia de Chile y también de la independencia de Haití. Con el tiempo, empezó a realizar actividades extracurriculares y creó junto a otros profesores un museo itinerante dedicado a Haití, donde los propios estudiantes relataban la historia de su país.
"Los alumnos hablaban del Haití profundo. No se trababa sobre lo que se muestra cotidianamente, que es más relacionado a la pobreza, a la ayuda humanitaria o al terremoto, sino que se conversa de las cosas que los hacen especiales, como sus costumbres, sus playas, y que son la primera nación independiente de Latinoamérica", explica Vargas.
Asimismo, una vez a la semana el colegio realiza un taller para enseñarles español con juegos y actividades. Vargas dice que esto los ayuda porque "algunos se sienten en un lugar tan ajeno que se comienzan a desmotivar, pero este tipo de espacios dentro de sus colegios hace que se sienten más seguros de ellos mismos".
Conversaciones en creolè
Marcia Rodríguez es educadora de párvulo y la encargada del preescolar del Juan Luis Undurraga Aninat. Pero antes estuvo un año y medio en Puerto Príncipe, la capital de Haití, donde trabajó como voluntaria en un colegio haciendo capacitaciones a los profesores para mejorar su desarrollo como docente.
Durante su estadía pudo constatar que la educación en Haití todavía es "normalista": desde la sala de cuna hasta 4to medio el profesor se plantea frente al alumno como una persona de autoridad en que son más frontales y se aceptan los golpes. "Son medidas correctivas que son aceptadas", revela.
En la primera semana en el colegio de Quilicura, cuando Rodríguez vio que tenía estudiantes haitianos inmediatamente les habló en creolè. Asimismo, por ser la única del establecimiento que manejaba el idioma, en el establecimiento la llamaban para que conversara con los alumnos que tenían malos rendimientos.
Así se convirtió en una especie de consejera de ellos: "Los haitianos que son más grandes pasan por varias frustraciones y conversar con ellos los ayuda a sentirse incluidos. Pero hay a los que les cuesta tanto el idioma, que piensan que son ellos los del problema por no poder aprender"
"Los alumnos que son más grandes pasan por varias frustraciones y conversar con ellos los ayuda a sentirse incluidos. Al costarle el idioma, piensan que algo pasa con ellos por no poder aprender"
Marcia Rodríguez
Bajo ese contexto, la educadora relató la angustia que sufrió un alumno haitiano que llevaba tres meses en el colegio. "Había estado llorando toda la mañana, nadie sabía cómo ayudarlo. Conversé con él y sentía que tenía un problema a nivel cerebral porque no era capaz de entender el idioma y ya lo pensaba como un tema de salud".
Ella le explicó que vivió en Haití, y que sabía que era muy complejo lo que estaba sintiendo. "En ese momento compartimos nuestra experiencia y le dije que esto no tenía nada que ver con sus capacidades de aprendizaje. Eso lo logramos conversar en creolè", recuerda.