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Mujeres en la Iglesia Católica: Radiografía a las religiosas que ejercen actualmente en Chile

Existen alrededor 4.000 monjas en ejercicio al interior del país, número que prácticamente dobla a la cantidad de sacerdotes. Además, la cifra de órdenes destinadas, entre otras cosas, a formar vocaciones femeninas asciende a más de 150.

31 de Mayo de 2018 | 08:00 | Por Tomás Molina J., Emol
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El Mercurio
SANTIAGO.- "Fui abusada sexualmente por una monja y me hicieron callar". Ese es un extracto del crudo relato que compartió con Emol Consuelo Gómez, una ex religiosa de la Congregación de las Hermanas del Buen Samaritano en Molina.

En 1998, cuando tenía 18 años, decidió entrar al convento ubicado en la Región del Maule. Según narró, soportó una década situaciones "injustas, crueles y vergonzosas", para darse cuenta que lo que vivía "no correspondía". Finalmente, renunció el año 2017.

Tras revelar su historia, la congregación aludida reconoció "los graves hechos" y pidió perdón a Gómez, junto con anunciar una investigación canónica.

"Sé que quedan congregaciones de religiosas y que hay muchas jóvenes que, a lo mejor, tiene esa inquietud, y no quiero que les pase lo mismo que me pasó a mí", sostuvo Gómez, explicando las razones que la motivaron a hablar.

Baja de vocaciones


Según el último registro de la Iglesia chilena, que data del año 2015, en el país hay cerca de 4.000 religiosas, de las cuales 1.224 están en Santiago. Sin embargo, es una cifra va en constante baja año a año.

De hecho, si se compara ese número con los datos anotados el año 2005 -una década antes- la cantidad de religiosas que ejercen en Chile disminuyó cerca de un 20%.

Esto se traduce que cada año alrededor de 100 monjas dejan de profesar, ya sea por retiros o fallecimientos. Además -según información de la Iglesia- cada vez son menos las jóvenes que optan por ingresar a los institutos religiosos para dedicar el resto de sus días a la vida consagrada.

150 Congregaciones femeninas existen aproximadamente en el país
En ese sentido, según señalaron fuentes eclesiásticas, el promedio de edad en varias congregaciones importantes del país estaría en torno a los 60 años, mientras que la dirección de comunicaciones del Arzobispado de Santiago, indicó que en la capital la edad general de las monjas es de alrededor de 50 años.

"Efectivamente hay una baja considerable de hermanas que han llegado a la profesión de votos en los últimos 20 años y más acentuada en los últimos 10 años", confirmó a Emol el vicario para la Vida Consagrada, monseñor Jorge Concha.

Es más, continuó Concha, "hay congregaciones que no tienen novicias hoy en día, y no tienen postulantes".

Para el vicario, las razones para la baja de vocaciones "son varias, una, indudablemente, tiene que ver con la cultura y sociedad actual, con diversas posibilidades que las mujeres no tenían hace 30 o 40 años atrás. Hay muchas más posibilidades de realización de la mujer y eso seguramente ha influido".

Pese a ello, la cantidad de religiosas en el país, prácticamente dobla al número de sacerdotes, aunque pareciera que fuese al revés: Son 2.283 los presbíteros que hay en Chile. El rol secundario y poco visible que todavía tiene el género femenino en la Iglesia gatilla en que las religiosas prácticamente no aparezcan en la vida pública.

Concha aseguró que es posible revertir esta baja, logrando una "identidad de la vida religiosa" acorde con los tiempos actuales. Además de conseguir una mayor apertura "hacia los intereses que tiene las y los jóvenes hoy. Esos dos pilares son importantes para que podamos pensar en una renovación de las vocaciones".

Congregaciones


Crisis vocacional o no, lo cierto es que la cantidad de institutos, encargados, entre otras cosas, de formar religiosas aún siguen siendo numeroso. Son más de 150 las congregaciones femeninas, divididas en órdenes contemplativas y activas, solo tomando en cuenta las inscritas en la Conferencia de Religiosas y Religiosos de Chile (Coferre).

"Hay congregaciones que no tienen novicias hoy en día, y no tienen postulantes"

Monseñor Jorge Concha
Sin embargo, desde este organismo afirman que las congregaciones sujetas a dicha institución son solo una fracción del total, ya que, sostienen, existen "muchas más".

En Santiago, en tanto, el último registro que data del año 2016 establece 127 congregaciones religiosas, siendo las más grandes las órdenes Salesianas Hijas de María Auxiliadora (86 integrantes), Compañía de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul (52 integrantes) y Buen Pastor (41 integrantes).

El derecho canónico divide en dos categorías jurídicas los conventos: los institutos de derecho pontificio y las congregaciones de derecho diocesano. Los que estén dentro del primer grupo (como Las Hermanas del Buen Samaritano) dependen del Vaticano, mientras que el otro grupo se rige por las órdenes de las respectivas diócesis en las cuales estén emplazadas.

Las primeras órdenes de religiosas


Las primeras congregaciones de religiosas en Chile desembarcaron en la época de la colonia ¿La primera? La orden de las Clarisas, quienes se instalaron en Osorno en 1567, convirtiéndose en la cuarta que llegaba a Sudamérica.

Las mismas Clarisas se establecieron en Santiago en 1604. De hecho, el monasterio Nuestra Señora de La Victoria de esta congregación se encuentra ubicado en la comuna de La Florida. Después comenzaron a llegar al país órdenes como Las Agustinas, Capuchinas, Dominicas de Santa Rosa, las Carmelitas de San Rafael y la Compañía de María.

4000 Es el número aproximado de religiosas del país
Todas las anteriores eran congregaciones de orden contemplativas, es decir, aquellas de vida de claustro en las que las religiosas no pueden salir y las personas ajenas no pueden entrar. Recién en 1839 comenzaron a llegar las primeras monjas misioneras de la mano de la orden de los Sagrados Corazones de Jesús y de María.

A estas pioneras se sumaron -impulsadas por el ex arzobispo de Santiago, Rafael Valentín Valdivieso-, las hermanas del Sagrado Corazón de Jesús, las Hijas de la Caridad y las religiosas del Buen Pastor. Esto significó un radical cambio, produciendo un vuelco en el modelo de la vida femenina desde la contemplación de los claustros hacia la vida activa orientada a la caridad.
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