SANTIAGO.- "Hubo un proceso civil donde todo se aclaró perfectamente, donde también se acusó a otros obispos y cardenales. También hubo una investigación canónica y salió claro que no había razón suficiente para decir que allí había un delito".
Las palabras que el obispo de San Bernardo, Juan Ignacio González, usó para referirse a la renuncia de su par en Valparaíso, Gonzalo Duarte, y a los cuestionamientos a su figura por denuncias de abuso sexual efectuadas hace una década, van en la misma línea de lo expresado por la Conferencia Episcopal.
"No hay ninguna investigación en curso", ni siquiera "en el pasado", aseguraron desde el organismo a El Mercurio. Pero a pesar de la defensa efectuada por los obispos, el Papa Francisco resolvió que su renuncia fuera una de las tres primeras aceptadas.
Aunque se desconoce el motivo exacto que llevó al Pontífice a tomar la decisión, sí se sabe que por un lado el sacerdote había cumplido 75 años, edad en la que se exige a un obispo presentar su renuncia, y por otro la existencia de querellas en la justicia civil por abusos sexuales, encubrimiento y asociación ilícita en contra de un grupo de sacerdotes en 2012.
Las denuncias resurgieron de la mano de nuevos antecedentes, aportados por ex miembros del Pontificio Seminario Mayor San Rafael de Valparaíso, donde Duarte hizo clases.
Crisis en el seminario
Para la doctora en Teología Sistemática y académica de la Facultad de Teología de la U. Católica, Sandra Arenas, la confianza ciega en el obispo emérito no fue un mal cálculo. "A mí me da mucha rabia, francamente", expresa. "Es un esfuerzo permanente por taparse unos a otros".
Según la teóloga, basta con mirar el seminario. "Está completamente desmantelado, y no sólo por un declive de vocaciones generalizado, sino que tiene mucho que ver con estas prácticas abusivas que se instalaron absolutamente, desde el obispo y todo el equipo de formadores", cuenta a Emol.
"A mí me da mucha rabia, francamente. Es un esfuerzo permanente por taparse unos a otros"
Sandra Arenas
"Hay muchos heridos en el camino, entre ellos familias, y también gente que tenía vocación para el ministerio sacerdotal, pero que fueron abusadas a vista y paciencia de otros, y que tuvieron que salir. No es que (los de la Conferencia) estén perdidos, sería inaceptable que a estas alturas lo estuviesen" dice.
Por eso, asegura que se trata de un esfuerzo "por exculparse personalmente los tejados de vidrio, y así cuidar al de al lado para no salir ellos a la luz. Esa práctica ha sido súper habitual en la Conferencia Episcopal", sentencia.
Se trata, para su colega en la UC, Claudia Leal, de un hecho que había pasado desapercibido pero en el cual se ha ido revelando la "gravedad". "Me parece que es un caso sobre el cual Francisco va a poner muchísimo, muchísimo ojo, y lo va a tratar en detalle, porque tiene muchísimo que ver con la formación sacerdotal", manifiesta.
Considera, por eso, como de suma importancia "hincarle el diente a las reformas necesarias que hay que hacer en ese ámbito".
Un momento para "respuestas ágiles"
Pero el teólogo y doctor en Ética y Democracia, Álvaro Ramis, pone paños fríos a la situación, destacando que existen varios obispos entre quienes presentaron la renuncia que tienen más de 75 años.
"Seguramente se aceleró (la renuncia) para poder atender esta situación, sin establecer a priori culpabilidad o no respecto a lo que pasó con responsabilidades del obispo Duarte", señala a Emol.
La razón, a su juicio, es que el proceso pueda "tomar un cauce". "Todo lo que sea poder establecer datos que permitan que se investigue lo que ha estado a la sombra, va a ayudar a la Iglesia a salir de la crisis", opina.
"Yo creo que es un momento en el que se necesita transparencia institucional y respuestas ágiles respecto a lo que ha ocurrido, y que se dé una palabra clara a los feligreses", asegura.
