SANTIAGO.- "Quiero hacer presente la emoción de encontrar, en la oscuridad de la ruta elegida, las luces de personas dueñas de tanta generosidad en esta sociedad (...) ellos aparecieron junto a mi carroza y me acompañaron por unos segundos. Estoy agradecida".
Ilka Soza vuelve a la palestra pero esta vez para enumerar los acontecimientos que le han ocurrido desde su primera carta a "El Mercurio" titulada "
Esperando la carroza".
En la primera misiva, la normalista jubilada criticó a su banco, al cual "le he entregado mi confianza y mis recursos de docente por casi treinta años", porque no renovó su tarjeta de crédito debido a su edad: 72 años.
En esta nueva carta, Soza dijo que "muchos han aparecido, menos los más importantes" y procedió a listar los sucesos que "quebraron los cristales de mis tranquilas rutinas".
Entre los puntos explica que recibió un ofrecimiento de gratuidad para adscribirse a una empresa "con mi afán de estar al día en las novedades cinematográficas" y que fue contactada por empresarios "motivados por una generosidad sin límites solicitándome aceptara sus tarjetas y recursos de pago".
Sobre ambos ofrecimientos asegura que se negó ya que "después de más de 45 años de trabajo, me resisto a recibir donaciones gratuitas que podría solventar".
"Pero nacen dos preguntas. ¿Dónde estarán aquellos organismos y personeros públicos y privados que se erigen en defensores, en la sociedad actual, de la dignidad y los derechos de los eufemísticamente llamados adultos mayores? ¿Dónde está la voz de mi ejecutivo, dónde está la voz de mi banco?", puntualizó.
"No busco caridad. No espero conmiseración ante el deceso. Soy pasajera viva en la carroza que vaticinó mi ejecutivo bancario. Solo quiero renovar la tarjeta de crédito. La mía y la de otros que caminan conmigo".