SANTIAGO.- "¿Por qué el darle autonomía a la mujer habría de ser una causa solo de la izquierda? Evitar la imposición del Estado en las decisiones de cada persona, ¿no es acaso la principal bandera de la derecha?, ¿de alguna derecha, al menos?". Así reza la carta que el empresario Álvaro Fischer y el columnista Francisco José Covarrubias enviaron a El Mercurio, cuestionando la postura asumida por la centroderecha sobre el aborto libre.
En el texto, ambos plantearon que el dilema moral de ese debate "radica en dilucidar si la sociedad puede imponer restricciones a la mujer respecto de su cuerpo embarazado, forzándola a llevar dicho embarazo a término, aun si no lo desea, o si ella es quien tiene derecho -por un período de tiempo determinado- a disponer el destino del embrión fecundado o el del feto".
En ese contexto, los autores de la misiva plantearon que "lo que se puede constatar en todas las sociedades es que, frente al aborto,
nuestros sentimientos morales se bifurcan: hay quienes adoptan la postura 'pro-life', es decir, que interrumpir el embarazo atenta contra "la vida del que está por nacer", y hay quienes son 'pro-choice', y le otorgan a la madre el derecho a interrumpirlo por un tiempo, pues consideran que los sentimientos morales que les inspira el embrión o feto en su etapa inicial no son suficientes para inhibir la convicción a la que ella ha llegado".
"Si ambos sentimientos -'pro-life' y 'pro-choice'- son perfectamente humanos, entonces lo razonable es que la decisión, por más dolorosa que sea, la pueda tomar cada mujer en la dirección que estime apropiada, en la soledad de su conciencia o con el apoyo de sus seres queridos, y que no sea el Estado el que se la imponga. ¿No es acaso eso a lo que aspiran quienes desean que el individuo tenga preeminencia sobre el colectivo?", se preguntaron.
En esa línea, recordaron que "la actual prohibición del aborto en Chile no evitará que este se siga practicando, ya sea mediante procedimientos inseguros o por la ya profusa venta de Misotrol por internet. En cualquier caso, se puede anticipar una discusión acalorada, la que tendrá, probablemente, una especial particularidad: es muy posible que la centroderecha una vez más actúe como bloque en contra y que no veamos voces disidentes".
Ante esa opción, Fischer y Covarrubias recordaron que "en Argentina, ocho de los 25 senadores del partido de Macri votaron en favor de despenalizar el aborto libre. En Inglaterra, Margaret Thatcher votó como diputada en 1967 en favor de legalizar el aborto sin expresión de causa. En el Partido Republicano en Estados Unidos hay muchos 'pro-choice'. Y así hay muchos casos en el mundo".
"¿Por qué Chile es la excepción? ¿Por qué la derecha y la centroderecha chilena tienen una posición tan unívoca? ¿Por qué un sector que enarbola la primacía de los derechos individuales por sobre los del Estado, cuando evalúa las decisiones individuales en materia íntima, se refugia en este como el custodio de las 'buenas conductas' o de lo moralmente correcto? ¿Por qué no permite que se exprese esa dicotomía de opciones morales respecto del aborto?", cuestionaron.
La respuesta desde la academia
Tras conocer esa postura, el doctor Patricio Ventura-Juncá, profesor de Bioética de la Universidad Finis Terrae, junto a Jorge Martínez, profesor de Filosofía de la Universidad Católica, respondieron a través del mismo medio a la disyuntiva planteada por el empresario y el columnista, subrayando que el tema del aborto no es "de izquierdas ni de derechas".
Al respecto, los académicos cuestionaron que ambos hayan asegurado que el debate sobre el aborto libre es "reconocer la autonomía de la mujer embarazada para disponer de la vida del hijo que se desarrolla en su seno. Si se acepta esta premisa, todo el debate parte de una premisa errada".
"Y, como dice el adagio latino, 'Parvus error in principio magnus est in fine'. Esto quiere decir que si no se advierte el error en la premisa inicial de un razonamiento, por pequeño o atractivo que parezca, se llega a error que es grande en las consideraciones posteriores", enfatizaron.
En ese contexto, recordaron a Mary Anne Warren, defensora del aborto libre en EE.UU. "Ella deduce que si el embrión es un ser humano moralmente relevante (persona), su derecho a la vida no puede ser balanceado con ningún derecho de la mujer para contrarrestar este derecho, que es el primero y fundamento de todos los derechos".
"Por eso toda su argumentación a favor del aborto está orientada a tratar de probar que el embrión no es moralmente relevante, es decir, que no es persona. Su argumentación es discutible, pero la pregunta, central, clara y válida. Por eso este es el tema a debatir: ¿es el no nacido persona con derecho inalienable a la vida? La respuesta requiere de argumentos racionales y científicos", añadieron.
A juicio de los profesores, y en contraposición a Fischer y Covarrubias, "los ‘sentimientos morales’ no funcionan aquí como premisas de las distinciones racionales, ni permiten decidir acerca de la humanidad del no nacido. La interesante premisa de Hume en su libro sobre la naturaleza humana, ciertamente va mucho más allá que una simple reapropiación en clave de autonomía que hacen Covarrubias y Fischer".
"Sin duda, los sentimientos acompañan y con frecuencia influyen en las decisiones morales, pero ellos no tienen prioridad sobre los principios, que son objeto de aprehensiones racionales. Lo mismo ocurre con las posiciones políticas. Lamentablemente esto puede influir para sentirse presionado por un bloque, por consideraciones electorales o por lo que habitualmente se hace en otros países", agregaron.
Finalmente, advirtieron que "una ética que sustituye los argumentos racionales por los aspectos emotivos tiende a relativizarse, a tomar decisiones discrecionales y a discriminar la dignidad de la persona humana".