SANTIAGO.- "Carabineros es hoy una institución que cuenta con credibilidad y un amplio respaldo ciudadano", dijo la ex Presidenta Michelle Bachelet el 8 de septiembre de 2015 durante la asunción de Bruno Villalobos como nuevo director general de la institución, frase que tres años después parece no tener relación con la realidad.
Y es que ese día nadie hubiera calibrado el nivel de las crisis que enfrentaría Villalobos al mando de la policía uniformada. De hecho, el nuevo mandamás policial llegó al cargo precedido de un amplio apoyo político, el cual construyó durante años y del que ahora, procesado por ser cómplice de tormentos en dictadura, no queda rastro.
Tras la ceremonia en la que recibió el cargo, en la cual participaron todos los ex Presidentes desde 1990 a la fecha, el hoy ministro de Defensa, Alberto Espina, calificaba al nuevo general director como "un gran policía, que tiene un fuerte liderazgo y será un aporte para mejorar los resultados de la acción policial en la lucha contra la delincuencia".
"Es un policía que tiene liderazgo, capacidad y conocimientos para lograr estos resultados", añadió Espina, en ese entonces senador de RN. Mientras, en la otra vereda, el senador PPD, Felipe Harboe, decía estar seguro de que tendría "un gran desempeño como general director, y fortalecerá la impronta operativa para mejorar los indicadores de seguridad".
Sin embargo, cualquier esfuerzo que Villalobos haya hecho en esa dirección quedó eclipsado por las dos crisis que enfrentó durante su periodo, las peores de Carabineros en su historia: El megafraude entre sus filas y la Operación Huracán, las cuales mermaron la confianza hacia la policía y que terminaron por poner fin a su mandato el pasado 12 de marzo.
A ello se suma lo ocurrido hoy, luego de que el ministro Mario Carroza lo procesara como cómplice de apremios con resultado de muerte del estudiante Patricio Manzano (21) en 1985 y dictara una orden de detención en su contra, caso que terminó por minar una carrera que inició al alero de las redes que construyó.
El ascenso del general
Un hecho clave en la carrera de Villalobos ocurrió en 2005. Ese año, el Presidente Ricardo Lagos tenía que nombrar a un nuevo general director y escogió a José Alejandro Bernales, quien fue recomendado por la candidata presidencial Michelle Bachelet y el entonces subsecretario de Carabineros, Felipe Harboe (PPD).
Una vez en el cargo, Bernales designó a Villalobos como jefe de seguridad del Mandatario, cargo que mantuvo una vez que se concretó la llegada de Bachelet a La Moneda. En noviembre de 2007, dejó la escolta presidencial para asumir la jefatura de la Dirección de Inteligencia, dando un paso más en su carrera.
En 2010 se acercaba la fecha de su retiro, pero gracias a su nexo con el ex diputado UDI y hoy Intendente del Biobío, Jorge Ulloa, y el acierto que se anotó al arrestar a los 14 sospechosos que dieron inicio al caso bombas, logró la confianza del primer gobierno del Presidente Sebastián Piñera.
Una vez que finalizó el periodo de Piñera, Villalobos reactivó sus redes con el bacheletismo. En un solo año, encabezó dos acciones que le valieron la confianza total de la Presidenta. La primera fue la forma en que encaró la primera marcha estudiantil de 2014, la cual terminó casi sin incidentes, y la segunda el operativo generado por la bomba en el Subcentro.
En medio de ese caso, fue llamado para reasumir como director nacional de Inteligencia y en dos semanas detuvo a los hoy principales sospechosos. De ahí a asumir como general director no restaba mucho, lo cual se concretó meses después gracias a su cercanía con Bachelet y su entorno.
