SANTIAGO.- "Si eres estudiante, funcionario o académico de la U. de Chile, hazte el test de detección rápida de VIH". Esa era la frase escrita en los volantes que empapelaban la Universidad de Chile a fines de abril de 2018, y que anunciaban que, durante tres días, la casa de estudios y el Hospital Clínico realizarían mil pruebas de detección de manera gratuita, como parte una campaña de prevención del virus.
Matías Marín, estudiante de Periodismo del Instituto de la Comunicación e Imagen (ICEI), ya se había hecho el mismo test a fines de 2016 y el resultado había sido negativo. A fines de 2017, cuando el Hospital Clínico efectuó otros 2 mil tests, quiso volver a chequearse, pero no alcanzó. "Lo dejé pasar, me fui de vacaciones", cuenta Marín en una entrevista para su universidad. En marzo anunciaron el nuevo operativo. "Ahí con mis amigas dijimos 'vamos'", recuerda.
Lo que entregó ese test rápido cambió su vida, y lo tiene hoy a la cabeza del Círculo de Estudiantes Viviendo con VIH (CEVVIH), una organización con domicilio en la Universidad de Chile que partió en mayo pasado con tres integrantes y hoy suma 30. Funcionan, explican ellos mismos, como red de apoyo y de activismo.
Este 8 de marzo, en el inicio del año académico en la universidad, Marín dio una charla a los estudiantes que ingresaban por primera vez. También ha ido a la Pontificia Universidad Católica, a la Andrés Bello, la Diego Portales, y trabaja en talleres con la Municipalidad de Independencia.
"Lo decidí al principio: tengo el diagnóstico, lo mejor que puedo hacer es informarme y saber lo máximo que se pueda del virus, porque voy a vivir con él toda la vida hasta que no se descubra una cura", relata Marín. Después de tomar esa decisión y aprender sobre ese virus que antes desconocía, resolvió que era necesario compartir la información con otros que estuvieran pasando por lo mismo que él.
"Tener VIH no significó exclusión"
El día antes de tomarse el test, Marín se quedó a dormir donde una amiga que vivía en el centro de Santiago para estar cerca de Casa Central y alcanzar un cupo. "Sabíamos que se iban a llenar muy rápido", explica. El lugar, recuerda, estaba lleno. Incluso había cobertura de prensa.
Le tomaron el test y a los 15 minutos la enfermera a cargo le dijo discretamente que había salido reactivo. Después lo llevaron a otra sala para hacer el examen confirmatorio, que se envía al Instituto de Salud Pública (ISP). "Cuando me dieron el primer resultado yo pensé que me iba a morir. Pensé: 'Tengo SIDA. Hasta aquí llegué", rememora.
Dice que estuvo cerca de una semana en shock, pensando que no era verdad y que en algún momento alguien iba a llamarlo para decirle que se trataba de una broma. "Esos días me puse a ver películas sobre VIH que eran súper terribles, todas como de los '90s, dramáticas, entonces no me ayudaban en nada", cuenta.
"Tenemos una compañera en el círculo que cuando le dieron el resultado positivo, le preguntaron si era prostituta. El estigma es alto. Para el caso de los hombres, no existe otra posibilidad que no sea que eres promiscuo"
Matías Marín
Fue ahí cuando recurrió a otro recurso: sus amigos. Uno de ellos, estudiante de la Escuela de Gobierno, le dijo que se juntaran a conversar. "Llegó y me dijo que tenía VIH desde fines de 2014, cuando recién estaba en primero de la carrera. Yo no sabía, él nunca me había dicho ni le había dicho a nadie", relata.
"Me contó que estaba en tratamiento, que estaba indetectable, que tenía las defensas bien y hacía su vida normal. Me dijo que no le había cambiado mucho la vida", añade. Le sugirió que hicieran algo, que ya no había excusas. Otro de sus amigos también le contó que era seropositivo, y los tres decidieron juntarse para organizar una forma de aportar. Así nació el CEVVIH.
Aunque en ese momento pocas personas conocían su nombre, Marín era un personaje dentro del mundo universitario: es el creador y administrador de una conocida página de memes llamada "Ordinaria UChile", que tiene más de 73 mil seguidores en Instagram. Con el virus decidió salir del anonimato y contar quién era y cuál era su realidad.
"Toda la gente sabe que tengo VIH y nunca nadie me lo ha cuestionado ni se ha puesto a preguntarme cosas que no se deben. Tengo un privilegio en ese sentido, porque si puedo hacer cosas es porque tengo las herramientas y estoy en un espacio que me lo permite", dice el estudiante. "Soy súper privilegiado de estar en una universidad donde tener VIH no significó exclusión".
Hablar de VIH
"¿Se puede morir de VIH? Le tengo terror al examen", dice una pregunta que está fija en el perfil de Instagram del CEVVIH. "No, el VIH es una enfermedad crónica, no mortal. Con tratamiento, buena alimentación, deporte y uso de preservativos estamos ready", responde la organización.
Como esa pregunta, tienen la respuesta a otras 30, y aunque muchas de ellas tratan de aspectos prácticos —cómo abordar los costos del tratamiento desde isapre o Fonasa, si el examen se puede tomar siendo menor de edad— también hay muchas otras más personales: "Me asusta hacerme el examen", "¿Cómo puedo llamar de forma correcta a las gente + y a los -? (me parece ofensivo decir que está limpio)".
"En Chile el VIH se aborda de manera médica y política, pero no de manera social", dice Marín. "No hay un abordaje de integración a las personas con el virus, sino solo se estigmatiza. Nosotros tenemos una compañera en el círculo que cuando le dieron el resultado positivo, le preguntaron si era prostituta. El estigma es alto. Para el caso de los hombres, no existe otra posibilidad que no sea que eres promiscuo".
Por eso consideraron que era momento de incidir en eso. La primera vez que se reunieron para conformar el CEVVIH eran solamente tres personas y con una actividad abierta en la sede de la Federación de Estudiantes de la universidad (FECh), dieron el vamos al CEVVIH. En ella estaba la infectóloga María Paz Acuña y un activista conocido como Maricón Sombra, quienes respondieron dudas sobre el virus.
Después vinieron otras actividades, incluso viajaron a Argentina por una invitación de ONU SIDA Buenos Aires. También empezaron a hacer talleres "en base a la información que teníamos, pero desde una perspectiva positiva". Hoy son 30 integrantes.
"Tratamos de hablar más de qué hacer si me da positivo: a dónde voy, hablar de indicadores médicos, cosa de que se informen sobre cómo viven las personas con el virus", explica. Han realizado talleres en su universidad y en otras, y ahora preparan charlas para para colegios. También trabajan para organizar el primer Encuentro Nacional de Jóvenes Viviendo con VIH, junto a Chile Positivo.