SANTIAGO.- Un equipo de científicos chilenos y españoles puso un dispositivo de monitoreo en la Antártica para registrar el ciclo anual del carbono entre la atmósfera y el mar, así y conocer la función de los microorganismos marinos en el reciclaje del CO2.
En el marco de la Expedición Científica Antártica (ECA) 55, llevada a cabo los dos últimos meses, los científicos sumergieron una trampa de sedimentos en las frías aguas de la bahía Sur de la isla Doumer, a una profundidad máxima de 200 metros, que se mantendrá bajo el agua para recopilar datos de las características físicas, químicas y biológicas.
La trampa de sedimento es un cilindro que captura el material particulado que cae durante un intervalo de tiempo sobre un área del fondo del mar.
Además, el anclaje tiene sensores de acidez, temperatura, salinidad, oxígeno y un sensor de presión de CO2, que mide la diferencia de presión de dióxido de carbono de la atmósfera respecto a la del mar.
El estudio es de gran relevancia debido a que la mayoría de los trabajos científicos oceanográficos que se han hecho en la Antártica han sido en aguas abiertas y existe poco conocimiento del flujo de partículas a lo largo de ciclos anuales en sistemas costeros cerrados y el potencial impacto que tendrá sobre ellos el derretimiento de los glaciares, producto en gran medida del calentamiento global.
"La información que hay hoy en día sobre el rol de las especies claves del zooplancton en la columna de agua es escasa. Por ejemplo, ¿cuál es el papel del kril, las salpas y otros organismos? ¿Quién está realizando el trabajo de exportación de materia orgánica al fondo del océano? Esas son algunas de las preguntas que buscamos resolver", dijo uno de los responsables de la investigación, el oceanógrafo chileno Humberto González.
El científico dirige el Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (Ideal) de la Universidad Austral de Chile (UACh), responsable de este estudio junto al Instituto de Ciencias del Mar (IDM-CSIC) de Barcelona.
Es por esto que una de las principales funciones de la trampa de sedimento es la captación de las heces de los microorganismos que participan en el ciclo del carbono, como el citoplanton y el zooplanton, que son los encargados de captar el CO2 de la atmósfera y depositarlo en el fondo del mar en un proceso de reciclaje clave para combatir el cambio climático.
"A ese flujo de carbono hacia el fondo del océano le llamamos la bomba biológica de carbono, que es el carbono que está en la atmósfera y es captado por el citoplanton. Ese citoplanton es comido por el zooplanton y sus fecas sedimentan en las columnas de agua y se van al fondo", explicó González.
"Después, cuando ya podamos tener un década, por ejemplo, podemos empezar a estudiar la variabilidad interanual, que es superimportante, porque nos va a permitir mejorar los modelos de cambio climático y las previsiones futuras"
Humberto González, oceanógrafo chileno
La regularidad en la recopilación de información es lo que interesa a los expertos ya que "casi toda la información científica (está) entre noviembre y febrero, el resto del año es como una caja negra", aseguró González.
Ahí está puesto el interés de esta expedición, establecer este anclaje por un periodo anual y registrar datos también cuando el hielo avanza y cubre la bahía y sus aguas.
"Después, cuando ya podamos tener un década, por ejemplo, podemos empezar a estudiar la variabilidad interanual, que es superimportante, porque nos va a permitir mejorar los modelos de cambio climático y las previsiones futuras", detalló el científico.
La expedición podrá volver a la Antártica el año que viene en la misma época, cuando el hielo se retire del lugar, y así rescatar el primer registro anual del anclaje para saber cuáles son las épocas de mayor reciclaje de CO2.
"Lo que queremos como humanidad es que el CO2 que está en la atmósfera esté en el fondo del océano, porque es uno de los gases invernaderos más importantes", sostuvo González.