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Debate por carga académica: Arquitectos valoran discusión y recuerdan su experiencia como estudiantes

"Hay una tradición de explotación y abusos de poder", dice una arquitecta que afirma que existe la noción de que la carrera se debe "padecer". Es una problemática que, aseguran, "lleva décadas siendo un secreto a voces".

23 de Abril de 2019 | 14:05 | Por Consuelo Ferrer, Emol
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SANTIAGO.- "Es impresentable referirse a los estudiantes como flojos por cuidar su salud mental o por manifestarse en contra de un sistema laboral alienado que no desean replicar. Esta nueva generación sabe más de derechos que la nuestra, y eso habla muy bien de ellos".

Son las palabras que emitió este domingo Juan Pablo Urrutia, jefe de carrera de Arquitectura en la Universidad de Chile, luego de un intenso debate que invadió las redes sociales: el que abrieron los estudiantes de esa Facultad, que protestaron por una excesiva carga académica que les genera trastornos de sueño, ansiedad y problemas derivados del estrés.

Sus palabras vinieron a validar varios puntos presentados por los estudiantes, quienes también recibieron muchas críticas que apuntaban a que se trataba de "millennials flojos". Urrutia apeló a su propia experiencia, afirmando que esa sobrecarga académica "la sufrimos muchos, pero en otros tiempos, donde incluso la práctica de la humillación era aceptada". "Esto no es argumento para ocultar nuestra incapacidad de hacer valer nuestros derechos en aquel entonces", aseguró.

En Emol, consultamos a seis profesionales que pasaron por distintas facultades de Arquitectura por su opinión acerca del debate que abrieron los estudiantes de la FAU, basados en lo que ellos mismos vivieron cuando estuvieron en su lugar.

La opinión de los expertos
Creo que es muy interesante y valioso que los alumnos visibilicen una problemática que lleva décadas siendo un secreto a voces. En los primeros años de Arquitectura recuerdo haber tenido profesores que, luego de pasar sus cursos, confesaban que muchos de los encargos estaban pensados para que fuesen imposibles de completar, con el supuesto objetivo de enseñar que nunca es suficiente trabajo y de alguna manera aprender a manejar la frustración de la tarea no lograda.

En toda escuela han existido los profesores que asemejan más a un verdugo que a un docente, y no deja de llamar la atención que taller es además una de las asignaturas con menor (y a veces nula) participación de arquitectas en la carrera, lo que también podría explicar en parte el estilo vertical característico que se cuestiona.

Encuentro positivo que se abra al debate y cuestionen figuras. Más allá de estar de acuerdo en todos los puntos con los estudiantes, sí creo que es muy importante abrir el espacio para conversar, evaluar y replantear no sólo la carrera, sino también de qué se trata el futuro de la arquitectura.
Soledad Larraín Salinas, arquitecta UDD Concepción, académica UDD Santiago, secretaria general del Colegio de Arquitectos y socia L2 Arquitectura.
La arquitectura es exploración, una motivación con la cual muchos arquitectos viven, despiertan y duermen, y que ha sido parte tradicional de la forma de entender, transmitir y enseñar esta profesión. Debemos entender que la generación formada en esta tradición es la que ha llevado a la arquitectura chilena a obtener los premios, reconocimientos y el sitial que tiene a nivel mundial, pero a la vez debemos de asumir que esa realidad cambió.

Primero los alumnos en universidades pasaron en un corto plazo de 250 mil a más de un millón, lo que sin duda es muy positivo para el país. Segundo, el proceso de enseñanza de la arquitectura pasó de una formación en base a conocimientos, a otra en base a competencias, cambiando paradigmas, forma de enseñar y plazos de las carreras. Así, las mallas de las carreras se han acortado hasta en un año completo, donde habría que evaluar si las competencias y formación con que los alumnos que egresan de la educación media están de acuerdo a estas nuevas realidades y necesidades.

Aquí es importante transparentar que solo el 3% de los egresados de arquitectura a nivel mundial trabajará como arquitecto diseñador, desde donde debemos entender que no hay una sola arquitectura y ese es un proceso que debe ser integrado a nuestra forma de enseñar esta disciplina.
Claudio Arce, arquitecto U. del Bío Bío y presidente del Colegio de Arquitectos de Concepción.
Hay una tradición de explotación y abusos de poder en Arquitectura, y me imagino que también en varias otras carreras. Cuando estudiaba, había un discurso de que se debía 'padecer' la carrera, y se decían y exigían cosas que hoy serían innombrables. Como estudiante disfruté mucho esos años, porque me apasionaba trabajar. Trasnochaba un poco por gusto, lo que no me enorgullece para nada. Me perdí de muchos momentos familiares importantes y tuve periodos muy frustrantes.

Aunque me parece que los patrones de abuso y explotación han cambiado, considero que igual deben revisarse constantemente: no son racionales ni buenos, y tenemos tendencia a replicarlos por la naturaleza del quehacer, muy complejo e indivisible. La realidad del ejercicio profesional también es sobreexplotada y muy mal remunerada, y puede que todo se origine en haber sido educados en la sumisión.

Los que piensan que los estudiantes de la FAU se quejan de flojos, no tiene la menor idea de que probablemente estén hablando de estudiantes que fueron los mejores en el colegio y que tienen una capacidad de trabajo excepcional. Su punto merece atención por el bien de la disciplina y de la enseñanza universitaria en general".
Pía Montealegre, MSc en Desarrollo Urbano PUC y PhD en Arquitectura y Estudios Urbanos PUC.
Estudié Arquitectura en la U. Católica. El primer semestre reprobé taller, un poco por inmaduro pero sobre todo porque nunca logré entender en qué consistían las evaluaciones. Parecía como si a propósito quisieran confundirme. 'Es parte de La Escuela', decían. 'Ya lo entenderás'. Nunca lo entendí ni estuve de acuerdo, pero me acostumbré y aprendí a jugar el juego. Logré titularme y con honores, pero siempre tuve la convicción de que el nivel de subjetividad y banalidad de muchos profesores era gigante. Al final, era pura tincada y gusto.

Hoy estudio un doctorado en Ingenería de Transportes en la misma universidad y la realidad es muy distinta. Los profesores son más cercanos y humanos, mucho menos engrupidos a pesar de ser bastante más serios, profesionales y dedicados a la docencia. No hay dioses: hay profesores y tutores, gente interesada en que aprendas. Las evaluaciones son claras y, si bien es súper difícil, los créditos se respetan. Hay una cultura de 'optimizar' el tiempo y cumplir, sin dejar la vida, porque lo perfecto es enemigo de lo bueno y se sabe.

Hoy tengo hijos y más responsabilidades, pero se me ha hecho más llevadero. He aprendido mucho y lo he pasado mejor. Quizás tenga que ver con que al fin he madurado, pero sin duda que la forma de enseñar y exigir influye. Y ojo, sigue siendo una de las carreras más difíciles en una de las mejores universidades del país. No es cuestión de flojera.
Tomás Echiburú, Arquitecto urbanista PUC y cofundador Muévete; concejal de Providencia.
Egresé hace diez años y al igual que todos y todas sufrí angustia por tratar de caerle bien a algún profesor o simplemente porque no era capaz de entender el 'acertijo' que daba para alguna entrega. En cuarto año me tocó uno que nos decía 'no quiero corregir contigo' y era costumbre llorar en clases por sus comentarios, que la mayoría de las veces eran personales y no con respecto al proyecto: el o la que lloraba menos le caía mejor al profesor, y por ende tenía mejores notas.

Por eso me molesta que todo se minimice y que haya arquitectos argumentando que si ellos sufrieron y se titularon, las nuevas generaciones también deben hacerlo. Llevo nueve talleres de Arquitectura siendo ayudante y he visto colapsar a muchos alumnos y alumnas por la carga académica, porque muchos cursos teóricos aumentan sus horas indirectas de trabajo y no respetan la malla. El alumno flojo no colapsa, porque el alumno flojo simplemente no aparece.

Esto tiene consecuencias, porque el arquitecto está acostumbrado a normalizar malas prácticas, como pasar de largo en la oficina sin pago de horas extra. Normalizamos que, a menos que trabajes en una gran inmobiliaria, todos trabajan a honorarios y eso ya es 'normal'. 'Los arquitectos somos así'. La mal llamada 'arquitortura' la gente solo la conoce porque ve estudiantes con tremendas maquetas, dedos cortados, ropa llena de agorex y durmiendo en cualquier parte, y no está bien. No se pueden normalizar prácticas del siglo pasado: hay que renovarse y actualizarse, buscando un equilibrio que ojalá sea perfecto.
Layla Jorquera, Arquitecta U. de Chile y docente FAU; cofundadora Mujer Arquitecta.
En mi época la enseñanza de la arquitectura era aún más extenúante, sexista y abusiva. Si lo comparamos con hoy ha evolucionado, por diversas razones. La explicación fundamental es que la enseñanza de la arquitectura carece de una metodología comprensiva y aborda materias que se traspasan a través de la experimentación.

Nuestra carga académica era mayor a la actual, con un régimen anual de 11 cursos y 6 años de duración. Hoy se va acortando a 5 años y de régimen semestral. Otro factor que incide es el tipo de evaluación y su carácter subjetivo, que enfrenta al estudiante con un juicio de valor sobre su trabajo que no siempre se separa adecuadamente sobre la persona".
Genaro Cuadros, director Laboratorio Ciudad y Territorio UDP.
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